Por Jesús Michel Narváez
Bandera que ondea desde los tiempos de campaña. Bandera que tiene un solo color y objetivo: desterrar la corrupción, la “peor pandemia que ha vivido México” (sic) AMLO.
Seguramente el vocablo corrupción junto con los de adversarios y fifís, son los más usados por el Jefe del Ejecutivo no solamente en sus mañaneras sino en sus discursos al aire libre o en elegantes salones de lujosos hoteles en donde se realizan los eventos de la iniciativa privada.
Hasta ahora solamente se conoce a dos personajes influyentes en sus tiempos que han pisado la cárcel por corrupción y a los que le han agregado las acusaciones de lavado de dinero: Alonso Ancira y Juan Collado. El primero empresario. El segundo abogado de presidentes anteriores.
En su lucha, guerra se diría más correctamente, emprendida contra la corrupción, ha habido mucho ruido y pocas nueces. Sin embargo, desde el púlpito de Palacio Nacional resuena la voz presidencial para afirmar que en sus dos años de gobierno -2019-2020- se “ahorraron un billón de pesos combatiendo la corrupción”.
Eso afirma. Y seguramente tiene los otros datos que lo confirma. La verdad, empero, parece ser otra. Porque la cifra a la que se refiere representa la sexta parte del Presupuesto de la Federación. Y nadie sabe, excepto él, qué se ha hecho con el dinero. Para los ciudadanos comunes y corrientes es invisible.
No se debe olvidar que 2019 representó la caída del Producto Interno Bruto y en lugar de crecer “el mediocre 2 por ciento”, simplemente no creció. El registro oficial de crecimiento fue el 0.01 por ciento. Alguien salvó al país de ser declarado en recesión. Luego, en 2020 y más allá de la miopía para desarrollar acciones que generaran empleos, la pandemia del coronavirus hizo que el PIB cayera 8.5 por ciento. La recuperación, para regresar a los niveles de 2019, estiman los expertos en finanzas, tardará cuando menos cuatro años.
La lógica económica establece que sin crecimiento no hay recursos suficientes para el presupuesto de egresos. El ejemplo que ofrecen los maestros en la materia es claro: sin ingresos no hay empresa que resista. Si solo hay gasto, el capital se esfuma. Y si no hay productividad tampoco hay impuestos que cobrar. Las arcas se vacían.
El gobierno actual afirma que se incrementó la recaudación fiscal en 2020 a pesar de la pandemia. Omite informar que el SAT logró recuperar miles de millones de pesos de causantes mayores acostumbrados a no pagar impuestos y sí que se los condonaran. Por tanto, sin empresas, comercios y servicios funcionando con normalidad, es imposible que haya superado la captación de recursos. Pero eso se nos dice.
Y el presidente López presume que para comprar vacunas hay dinero suficiente –que no explica cómo lo obtuvo- y no hay necesidad de suspender las obras faraónicas de su mandato.
Asegura haber ahorrado un billón de pesos. No se ve que haya emprendido la transformación carretera, ferroviaria, naval. Tampoco que el sistema de salud haya mejorado notablemente, menos que la infraestructura escolar haya sido remozada. Los salarios de los funcionarios han reducidos y con lo “ahorrado” se compraron ambulancias y pipas. Y el billón ahorrado, ¿dónde está?
Y es obligado preguntar: ¿Se acabó o no la corrupción?…
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @jesusmichelMx, Facebook: Jesus Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.