Por Jesús Michel Narváez
Su silencio nos alegró a todos. Podíamos leer los diarios, ver los noticieros de televisión y escuchar los de radio así como revisar las redes sociales y, para nuestra fortuna, no había descalificaciones desde el púlpito presidencial. En las redes no descansaron los adversarios y los bots. Los choques entre los unos y los otros, no cesaron. La mayoría, sin embargo, no fueron comentarios que reflejen un “pueblo unido” y mucho menos que la empatía esté con quien creen que todo se resuelve mediante discursos y respuestas a preguntas a modo.
El descanso terminó. Kaput.
Mientras académicos y científicos; intelectuales, políticos e integrantes de la sociedad civil proponían siete medidas para salvar vidas durante la pandemia, la respuesta no dejó de asombrar: Aguilar Camín y Krauze recomendaron a los partidos de oposición, unirse para que “no ganáramos en la próxima elección el Congreso”. Ese fue el tiempo utilizado: “no ganáramos…” cuando aún no se realizan las elecciones.
Más sorprendió que los escritores fueran responsabilizados púbicamente de haber logrado la unidad de las oposiciones. Calificados, pues, de “poderosos convocantes”, cuando sin desdoro de los autores, poca gente conoce el quehacer político. Su fuerza radica en la letra y la palabra. No más. No menos.
Al reaparecer en las mañaneras y sin cubrebocas como marcan los cánones argumentando que ya se alivió no contagiará a nada –Salve, Rey-, el presidente mostró no haber aprendido nada durante su aislamiento. Repitió sus mismas palabras. Sus mismos mensajes. Sus mismas diatribas.
Seguramente ignoró las propuestas de quienes recomiendan convocar al Consejo de Salubridad General para que desde ahí y con la autoridad que le confiere la Constitución, se diseñe un verdadero plan de vacunación que salve vivas. Y piden lo imposible: que suspendan las obras faraónicas y destinar los recursos a una atención concreta que evite la propagación del virus. El Gobierno, está demostrado, poco interés tiene en salvar vidas. Lo fundamental es obtener la victoria en los comicios de junio próximo. Lo prioritario es que no ganen los que se aprovecharon de su posición para “tener moches”.
¿Acaso la enfermedad, si la tuvo porque la duda prevale- no lo hizo reflexionar y entender que no es sino un ser humano con debilidades como todos?
No entender el deterioro no de su imagen sino de las acciones de gobierno, es mantenerse en un mundo paralelo al de la realidad.
Es una lástima que el silencio haya desaparecido.
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