Por Jesús Michel Narváez
Como pronosticador, es un fracaso. Pero siente ser el “mejor funcionario del mundo” y poco le importa dar a conocer cada día, cada noche, el incremento de muertes y contagios por la Covid-19. Simplemente se encoge de hombros y con su cantinflesco lenguaje tratar de explicar que la curva jamás se aplano. Nunca tuvo visos de hacerlo.
La cifra de ayer alarma: 21 mil 366 de contagiados con lo que se alcanzó la cifra de un MILLÓN 609 mil 735 y los fallecimientos sumaron 146 mil 174. En 72 horas habrá 150 mil cadáveres a causa de un letal bicho que se desdeñó desde el inicio de su presencia en México el pasado 28 de febrero.
Pero la pandemia “está cediendo”, señala el presidente de la República, mientras su voz-cero se aferra a decir que “todo está bajo control”.
Por si el tema estuviera agotado con los números, surge la “predicción o pronóstico” con cierta certidumbre: la actualización del semáforo de riesgo epidemiológico que estará vigente del 18 al 31 de enero, diez entidades se clasificaron en el riesgo máximo de contagio; 19 están en naranja, dos en amarillo, y uno en verde.
De las entidades en color naranja o riesgo alto, 17 mantienen puntajes altos, lo que incluye a Baja California, Sonora, Baja California Sur, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, Nayarit, Guanajuato, Querétaro, Colima, Michoacán, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Tabasco, Veracruz y San Luis Potosí. (Michoacán reporta 97 por ciento de ocupación hospitalaria y una creciente
Por el informe oficial, la pandemia “resucitó” para hacerle frente a la vacunación y tiene amenazados no solamente a aquellas 17 entidades sino a la Ciudad de México, en donde se “realizan esfuerzos” por evitar su avance.
La realdad dista mucho de las palabras, las incomprensibles explicaciones –por eso las hacen complicadas- que durante las mañanas y por las noches, ofrecen López-Gatell y sus colaboradores cercanos, quienes no poseen voz ni criterio propios y únicamente cuida su chamba obedeciendo al “Capo di tutti capi” (literalmente, jefe de todos los jefes), que en México tiene dos: el presidente y su voz-cero sanitario.
Hoy, a 10 meses y 21 días de haber sido detectado el primer caso de coronavirus, la “estrategia” del Gobierno federal para frenarlo, no eliminarlo, ha sido y es fallida. Hasta con la aplicación de las vacunas cuya logística dista mucho de ser efectiva.
Está demostrado el fracaso. El engaño se reaviva cada mañana desde el púlpito presidencial en el que se asegura que “habrá inmunización para todos” cuando los envíos se han reducido y en la India explota la más grande fábrica de vacunas, con lo cual, junto con la ampliación de las instalaciones de Pfizer en Bruselas, se achican las producciones.
Los funcionarios de salud, como López-Gatell se dan el gusto de vacacionar en la playa mientras el virus no descansa y, por el contrario, muestra su poder letal.
Los números no mienten aunque estén rasurados por la Secretaría de Salud.
¿Hasta cuándo se mantendrá la mitomanía gubernamental?
¿Hasta que los muertos sumen 500 mil y los contagios 3 millones?
Esa es una acción CRIMINAL, así, con mayúsculas contra los habitantes, todos, del país. ¿Dónde quedó aquello de primero los pobres? Porque ni ellos están a salvo. Menos, por supuesto, los neoliberales, fifís, adversarios de la 4t.
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