Por Nidia Marín
A estas horas de mañana, Estados Unidos ya tendrá nuevo presidente, el número 46 en su historia, el demócrata Joe Biden, quien ya habría tomado posesión en medio de un enorme despliegue de seguridad y el cierre de grandes sectores en la ciudad de Washington, como no había ocurrido antes, debido a las acciones desestabilizadoras propiciadas por el anterior mandatario, negado a aceptar su derrota en las urnas.
Pero a estas horas también, en el camino de los migrantes rumbo a la Unión Americana, una caravana de hondureños, evidentemente con manipulación política en el fondo, ha sido detenida en Guatemala para evitar que continúe la ruta hacia el norte.
Y se hace realidad el viejo dicho: “no te metas en honduras”, aunque Marcelo Ebrard ya se metió por allá hasta la coronilla, no por su matrimonio con una ex embajadora nativa de aquel país, sino por quitarle a los mexicanos las de por sí escasas e insuficientes vacunas para enviarlas a los hondureños, a quienes López Obrador ya había entregado desde 2019, la friolera de 30 millones de dólares, dizque para llevar a cabo los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro en aquella nación.
Así, mientras el casi estrenado mandatario demócrata y compañía se mudan a la Casa Blanca, a 2,995 kilómetros frenan la oportunista caravana, lo que indudablemente afectará también a México. Seguramente este tipo de acciones habrán de cambiar, esperemos que para dejar de expoliar a México y a los mexicanos.
Sí, nuestro país ya tuvo suficiente en cuanto a agresiones en los últimos cuatro años, en los cuales el letal agente naranja insultó a diestra y siniestra a los mexicanos, los agredió, los lastimó y su único logro en materia de política exterior fue la sumisión del actual gobierno mexicano para frenar a los migrantes de otras naciones, lo que simplemente se tradujo en que miles se quedaran en México como indocumentados o vía las “visas de visitantes” que se extienden selectivamente.
Por lo demás, el actual habitante de Palacio Nacional tiene ante sí uno de los más grandes problemas en materia de política exterior, porque desde el otro lado y de un plumazo puede haber serias dificultades, ya que los especialistas consideran que los tratados internacionales (básicamente con Estados Unidos que son 67) regulan algunas materias que impactan directamente en el derecho nacional de México, como es: el comercio, los derechos humanos, las relaciones contractuales, el medio ambiente, yacimientos transfronterizos, transporte aéreo, límites terrestres y marítimos, cauce de los ríos, para prevenir la introducción de enfermedades infecto contagiosas, aves migratorias, aguas internacionales, sobre diferencias fronterizas, científicas y técnicas también, contaminación del mar, medio ambiente, ecología fronteriza, aduanera, intercambio educativo y cultural, emergencias y en fin.
Sí, porque la vecindad a través de los años ha obligado a los gobiernos a ponerse de acuerdo, a cooperar y establecer políticas que no sean lesivas para nadie.
Hoy no obstante la pandemia, el absurdo más grande sería un país encerrado a piedra y lodo, sin buenas relaciones con la nación del norte y pagos económicos para las naciones del sur.
El trabajo de reparación de los daños en materia de política exterior que tendrá que llevar a cabo el nuevo titular de la Secretaría de Estado estadunidense será monumental, no sólo para que haya respeto del gobierno en turno de México, sino de varios países del orbe. Sí, a Antony Blinken, gente de la plena confianza del nuevo mandatario, le tocará bailar con una muy fea, aunque como habla tantos idiomas y toca la guitarra tal vez encuentre un camino más sensato respecto de la migración, con la que por cierto no está peleado.
Sí, este es el hombre que habrá de levantar los miles de platos rotos en el mundo por el letal agente naranja. Que Dios lo ayude.