La Desaparición del INAI y la Cédula de Identidad Ciudadana

* La Protección de los Datos Personales Será una Quimera

* Busca que en la Función Pública se Encubra la Información

* La Cédula de Identidad Incuba el Huevo de la Serpiente

Por Ezequiel Gaytán

Un principio de administración sostiene que la función crea al órgano, lo cual es bastante lógico si lo que se desea es alcanzar metas y objetivos dentro de una organización. La idea es, por un lado, evitar el exceso de departamentalización y, por el otro, evitar que un solo departamento realice una desmesura o exceso de funciones que lo vuelva inoperante. Para lo cual existen métodos y técnicas ya probadas que tienen aplicación tanto en el sector privado como en el sector público.

En el caso específico de la Administración pública es fácil encontrar manuales que definen que, si las funciones de un departamento crecen y, a la vez es política y socialmente oportuno, deseable y posible a fin de cumplir con la razón de ser de la organización o con las demandas y necesidades de la sociedad, entonces se crea una organización del Estado que se explica plenamente en nombre de la legitimidad y en favor de lograr un buen gobierno.

Tal es el caso del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) cuya legalidad descansa en la ley aprobada por el Poder Legislativo publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de mayo de 2015, que es una creación impulsada por la sociedad a fin de saber acerca del destino de los recursos que ejerce el gobierno y que nosotros pagamos con nuestros impuestos. Es, en otras palabras, una Institución que pone al alcance de la sociedad, en términos democráticos, un gobierno abierto. Además, previene y combate la corrupción, pues nos explica en qué, cómo y cuándo se ejercen las decisiones gubernamentales.

Ahora que la propuesta del presidente es desaparecer a dicha Institución y que las funciones las absorba la Secretaría de la Función Pública, bajo el argumento de una mayor racionalidad administrativa, cabe preguntarnos acerca del uso que esa dependencia Federal no autónoma dará a nuestros datos personales. Sobre todo, si a lo anterior sumamos la idea de que en la Secretaría de Gobernación insisten en crear la Cédula de Identidad Ciudadana, lo cual me recuerda a aquella iniciativa del gobierno francés de mediados de los años setenta, el “Proyecto Gamin” cuyo objetivo era cruzar las bases de datos de los ministerios del Interior, de Hacienda, de Educación y de Salud y con esa información la idea era que el Estado controle a sus ciudadanos. Consecuentemente el Senado galo se opuso y prohibió el proyecto. Tal vez los gobernantes franceses lo acabaron haciendo sin permiso, pero es claro el peligro que eso entraña. Aún más, con base en esa experiencia, en Suecia, el gobierno decidió que las cédulas de identidad fueran producto de un algoritmo a fin de que las mismas no reflejen ni el año de nacimiento de un ciudadano. Pero en México la idea del Estado omnímodo y presente, típico de las ideas del control total, lo quieren realizar.

La propuesta de desaparición del INAI mata dos pájaros con una misma piedra, por un lado, el acceso a la información pública será un laberinto burocrático tortuoso y de difícil acceso y, por el otro, la protección de los datos personales será una quimera.

El titular del poder Ejecutivo Federal sostuvo al menos dos argumentaciones con el propósito de desaparecer al INAI. Por un lado, dijo que se trata de una “Reforma Administrativa”, que en efecto hace mucha falta, pero eso no es una reforma, pues es claro que la misma se hace desde el inicio del sexenio, con un plan, programa y metas evaluables y medibles. Por el otro sostiene que el INAI es una organización “alcahueta”. En otras palabras, el pretexto no es reformar a la Administración pública, sino concentrar poder, decidir discrecionalmente acerca de la información a la que tenemos acceso los ciudadanos respecto a las acciones del gobierno y, entonces hacer de la Secretaría de la Función Pública, la institución encubridora que él desea.

Dice la voz popular “quien nada debe, nada teme”. Luego entonces, ¿Por qué desaparecer al Órgano Constitucional Autónomo? ¿Acaso esta administración esconde algo? No lo sé, pero por inferencia supongo que sí. Además, me genera desazón la idea de la cedula de identidad. Ese documento que, es cierto, es muy útil a fin de realizar trámites, pero que detrás de esa pequeña tarjeta incuba el huevo de la serpiente.

Defender al INAI es debido a la idea del equilibrio de poderes entre el gobierno y la ciudadanía. Defender la protección de los datos personales es en favor de las libertades y de los Derechos Humanos. Defender el principio de la transparencia es preservar el Estado de Derecho.

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