Por Jesús Michel Narváez
Aislados del mundo exterior a causa del temor de ser contagiado por la Covid-19, en la cena de Navidad la tecnología nos acercó a la familia y amigos con los cuales se tuvo contacto vía WhatsApp mediante la herramienta de video llamada. Parecía que el tiempo se quedó paralizado, porque durante el año de pandemia la cercanía dejó de existir y el diálogo se rompió.
Sin embargo, esta Nochebuena la charla se logró y toda, aunque usted lo dude, versó sobre la postura del partido oficial, es decir Morena respecto a la alianza opositora conformada por PRI-PAN-PRD.
Dos personajes saltaron a la palestra: el presidente López y el dirigente del partido, Mario Delgado.
Hubo coincidencia en que ambos muestran temor a las oposiciones y por ello las descalifican recurriendo al desgastado pasado neoliberal que impulsó la corrupción. “Sin duda la alianza Sí por México puso nerviosos a los soberbios morenos”, decía la tía, mientras el estudioso en arquitectura reciclaba las “denuncias” del presidente. El énfasis lo colocó donde le duele al habitante de Palacio Nacional: “Quejarse de que las oposiciones quieren quitarle el control de la Cámara de Diputados para retirar los apoyos a los pobres, no es sino la admisión de que el Presupuesto se gasta como quiere el presidente y no como lo requiere el país. El número de pobres ha crecido según los datos del INEGI y la pobreza alimentaria siguió el mismo camino, como revela el Coneval”.
Del otro lado de la línea también estaba el político sin partido, el analista que encuentra los negritos en el arroz: “Creo que la alianza electoral sí tiene el tinte de arrebatar la mayoría de Morena y sus aliados en San Lázaro. Si logra el propósito, en efecto, el proyecto de Presupuesto para 2022 sufrirá cirugía mayor, porque se reorientará el gasto en hacer realidad el respaldo a los que menos tienen pero al mismo tiempo se aplicará en estímulos fiscales que permitan la reactivación económica y eviten el desempleo. Como se maneja hoy el dinero público lo que brilla no es la transparencia sino la opacidad”.
Con independencia de las opiniones, todas respetables, hay que apuntar que los dirigentes de los partidos aliados: Marko Cortés (PAN), Alejandro Moreno (PRI) y Jesús Zambrano (PRD) hicieron pública la razón de la unidad: derrotar a Morena y sus satélites y quitarle la mayoría en San Lázaro. Esa declaración provocó la reacción inmediata de quien hoy tiene el control político de dos Poderes: El Ejecutivo y el Legislativo e influye en el Judicial. El empleado que está a cargo del partido oficial no ocultó su desagrado por la formación Sí por México y de su ronco pecho arrancó el artero ataque. Cuestiona a las oposiciones y olvida, por su corta memoria, que como opositor y desde el PRD apoyó las alianzas electorales en contra del PRI y del PAN. Y el presidente también de corta memoria o con síntomas de alzheimer, omite que durante su gestión como dirigente del PRD se alió con el PAN para ganar gubernaturas, distritos electorales, presidencias municipales.
Para quienes sustentan sus desaciertos en la corrupción del pasado, se vale “por la causa” aceptar dinero de donde venga, formar alianzas con el mismísimo Diablo y mostrar que la ideología es algo que se come cual si se tratara de sapos: sin hacer gestos.
El odio, porque de eso se trata, exhibido por Delgado, cuyos méritos políticos no llenan una tarjeta informativa, en contra de Sí por México solamente tiene una interpretación: huele la derrota… por lo menos en materia de diputados federales.
Y esa adrenalina lo lleva a dividir al partido oficialista y que los militantes protesten por los resultados de las encuestas para elegir candidatos.
Así como Morena aprovechó los errores del PRI (2015 y 2018), hoy Sí por México utiliza las mismas armas con que se dispararon los obuses de la pasada derrota. Acaso, habría que analizarlo, Morena se quedó sin parque o las oposiciones poseen chalecos blindados que no permiten pasara ni siquiera el sudor.
Tema de reflexión. Y qué bueno que haya video llamadas. Así se está de vuelta en el mundo exterior.
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