Buscan que ruinas de Chernobyl sean patrimonio mundial de la Unesco

Para protegerlas del tiempo y atraer a los turistas, Ucrania quiere que las ruinas de Chernobyl, testigos de la peor catástrofe nuclear de la historia, pasen a formar parte del patrimonio mundial de la Unesco.

En estos primeros días de diciembre, escasos copos de nieve recubren los edificios y los parques infantiles abandonados de la ciudad de Prípiat, en la zona de exclusión de Chernobyl, al noroeste de Ucrania.

“La zona de Chernobyl ya es una atracción célebre en todo el mundo”, indica Maksym Polivko, de 38 años, un guía profesional, durante una visita al lugar con periodistas de la AFP.

“Por desgracia, este lugar no tiene estatus oficial”, continúa, esperando una ayuda para el “desarrollo de infraestructuras turísticas”.

Detrás de la idea de inscribir la zona de exclusión de Chernobyl en la Unesco se encuentra el nuevo ministro de Cultura, Oleksandre Tkachenko, en el puesto desde hace seis meses tras una larga carrera en la televisión.

“Es uno de los territorios más emblemáticos de Ucrania y hay que preservarlo para la humanidad”, señala el alto funcionario en una entrevista con la AFP.

En caso de éxito, Chernobyl se unirá así al mausoleo de Taj Mahal en India, al santuario de Stonehenge en Inglaterra o a la abadía del Monte Saint-Michel en Francia.

Del tamaño de Luxemburgo, la zona de exclusión de Chernobyl rodea en un radio de 30 kilómetros la central, cuyo cuarto reactor explotó el 26 de abril de 1986 contaminando, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa.

Después de haber intentado ocultar el accidente, la URSS, de la que entonces formaba parte Ucrania, reconoció finalmente su magnitud y evacuó a cientos de miles de personas.

Igualmente movilizó a decenas de miles de “liquidadores”, con medios de protección rudimentarios, para construir un sarcófago alrededor del reactor e intentar limpiar las zonas contaminadas.

Actualmente, la naturaleza ha reconquistado estas tierras: las carreteras se estrechan, devoradas por hierbas silvestres, y las casas desaparecen bajo las zonas boscosas donde proliferan los animales salvajes.

En Prípiat, a unos kilómetros de la central, se desaconseja formalmente entrar a los edificios residenciales debido a los riesgos de derrumbe.

Incluso si las autoridades estiman que los humanos no podrán volver a vivir en seguridad en este lugar antes de 24 mil años, la zona atrae a cada vez más turistas que buscan aventura.

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