Covid Aísla a la Guadalupana

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Benito Juárez, con todo y su inicio en 1847 en la masonería, en donde obtuvo el grado 33 y en ejercicio se declaró la separación de la Iglesia del Estado Mexicano, el 11 de agosto de 1859 expidió el decreto por el que se declara día festivo el 12 de diciembre.

Sabía y bien de la fe de los mexicanos en la Virgen de Guadalupe y como hombre de inteligencia superior no dudó en ser laxo con sus leyes.

Porque desde 1676, según Guadalupe Lozada León, en su “Historia de la Villa de Guadalupe a través de los siglos” (Revista Relatos e Historias de México edición 59) el culto mariano comenzó a atraer gran cantidad de fieles, quienes llegaban por la antigua calzada que unía al Tepeyac con Tlatelolco, por lo cual ese mismo año se decidió construir quince grandes monumentos a lo largo de ella, que representaban los misterios del Rosario.

Ni las leyes de Reforma ni la Guerra Cristera en cuyos tiempos fue colocada una bomba que causó severos daños a la Basílica, los feligreses dejaron de asistir a la Fiesta Nacional para rendir homenaje a la “morenita de México”.

Sin embargo, y habiendo vencido la Independencia –el rostro de la Virgen de Guadalupe ondeaba en las banderas, banderines y estandartes de los insurgentes-, la Revolución, la Peste Española, los Cristeros, los terremotos, hoy un virus aísla a la “Patrona de los Mexicanos”.

Este día no habrá hombres y mujeres apoyados en sus sangrantes rodillas y cruzando desde Reforma y Peralvillo hasta llegar al Atrio de las Américas para agradecer los milagros concedidos o para solicitar ser escuchados para que la familia, los hijos, se conserven y que el peticionario encuentre empleo para el sustento cotidiano.

No, este día de Fiesta Nacional no abrirá sus puertas la casa de  la Guadalupana. Nadie le cantará al pie el altar las mañanitas. No habrá danzantes con vestimentas prehispánicas rindiendo homenaje. Las figuras masculinas y femeninas que visten penachos con plumas de guacamayos y quetzales no ejercerán sus bailes ni se escucharán los sonidos emanados del teponaztli de los mexicas. Las sonajas y la variedad de cascabeles de concha, semillas y metal también guardarán silencio.

Muchos feligreses habrían asistido para solicitar que la Covid no los infecte; otros estarían orando por el querido familiar que falleció. Un virus impide que millones de fieles hagan acto de presencia. Y la Guardia Nacional, creada para combatir el crimen, la violencia y el narcotráfico, otra vez fuera de funciones legales: impedirá –desde ayer lo hace- que quienes profesan el respeto a la Guadalupana crucen la línea marcada por el gobierno de la Ciudad de México y las autoridades eclesiásticas.

Las lágrimas seguramente no saldrán de los fieles… brotarán de los ojos de la Virgen y nadie las verá porque está aislada.

Una Fiesta Nacional sin fiesta. Hasta eso les quitó a los mexicanos el perverso enviado de satán.

E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @jesusmichelMx, Facebook: Jesus Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.

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