Martín Caparrós, Ahorita.
Apuntes sobre el fin
de la Era del Fuego.
Anagrama, Barcelona.
Col. Nuevos
Cuadernos Anagrama.
125 páginas, 2019.
Por David Marklimo
Martín Caparrós se ha convertido en uno de los escritores más prolíficos de la Argentina. Famoso en el mundo entero por su libro sobre el Club Atlético Boca Juniors, Boquita, por la investigación que ha hecho sobre la hambruna en pleno siglo XXI, El Hambre, por su novela sobre la célebre estafa en relación con el robo de la Mona Lisa, Valfierno.
¿Cómo explorar el mundo en el que vivimos? ¿Cómo abordar su complejidad? Es más: ¿cómo mostrarla? Es uno de los grandes dramas. A ello da respuesta Caparrós con sus fragmentos, con sus observaciones. Y recurre para ello a un gran mexicanismo: Ahorita. Un “ahora que siempre está un poco más allá, que la distancia empequeñece … pareció que emplear el término “ahora” pero de una manera rara que allá no significa nada, podría resultar interesante. Ahorita es un intento de comprender el “ahora” pero sin pretensiones abarcadoras”.
Así, la obra es un pequeño retrato de nuestra civilización occidental en las últimas décadas, un intento coqueto de describir el mundo que nos rodea. Caparrós procura retratar algunos cambios sociales del presente. Quede claro que no se trata propiamente de un ensayo o un trabajo compacto que defienda una tesis, sino de pequeñas tendencias, comentarios de dos o tres páginas en torno a cuestiones puntuales, actividades o actitudes que nos rondan durante los últimos años y que son reflejo de este tipo de sociedad que se ha venido construyendo a partir de la eclosión del capitalismo triunfante, la globalización y el derrumbe de las ideologías. Quizá la mejor forma de entenderlo sea la del reportero que tiene que escribir una nota sobre un tema que, aunque puede no dominar, si debe presentar su punto de vista único. También quizá se asemeja al reportero gráfico, que debe tomar fotos de objetos cotidianos desde ángulos diversos para no caer en el territorio común.
Una de las características más destacables, y envidiables, de la escritura de Martín Caparrós es que a partir de informaciones aparecidas en distintos medios internacionales es capaz de armar una idea, de lanzar un fogonazo de luz sobre cualquier tema. Y de hacerlo con un escritura muy personal y envidiable. Bien dicen de su escritura: Caparrós escoge cada palabra como quien diseña la alineación titular de Boca para el partido de vuelta de la final de la Libertadores. De esta forma, Caparrós entiende que desactivados los grandes movimientos sociales, todo se reduce a pequeñas batallas domésticas en el marco de la corrección política. Pero dado que la Bombonera no tiembla sino que late, esas pequeñas palabras se convierten en artefactos, cánticos, que colocan a lo políticamente correcto en el cesto de la basura.
Esta relatoría de comentarios tienen una clara intención: agitar un poco las conciencias, de presentar así, de corrido, un panorama de algunos de los rasgos de esta sociedad: el desempleo, el déficit educativo, el fanatismo político y religioso, la discriminación por raza, por sexo o inclinación sexual, la violencia y un largo etcétera. La desinformación y el mundo digital -esa especie de felicidad -a lo Instagram- están presentes. Se puede decir que estamos, si, ante un dibujo improvisado pero tenaz., donde se habla del tiempo y de lo complejo que resulta contar el presente, puesto que las crónicas tienen la vigencia de lo fugitivo. Caparrós nos describe, si le escarbamos un poquito a su mirada, cosas antiguas, ya sin importancia, que se ocultan tras el ropaje de la modernidad. El siglo XXI más allá de toda su parafernalia, no es muy distinto a los anteriores. Al menos, la crueldad sigue vigente. Eso, sin mucho buscarle, es lo que se encuentra debajo de todo lo que nos rodea.