La Igualdad Dentro de las Diferencias

Por Ezequiel Gaytán

La igualdad se define como una circunstancia o condición de medir cualitativa o cuantitativamente dos o más objetos de estudio y encontrar proporciones semejantes ya sea por su cantidad, calidad o características. De ahí que la idea de igualdad social se refiere, por un lado a que jurídicamente todos somos iguales ante la ley desde el momento de nacer y gozamos de la protección del Estado en materia de Derechos Humanos. Por el otro, el socioeconómico alude a la calidad de vida con ingresos semejantes, igualdad de oportunidades y estar exento de discriminaciones por preferencias políticas, diferencias económicas, de orientación sexual, raza, credo, discapacidades, sexo o religión. Cuando reconocemos que no hay superioridad o inferioridad entre los miembros de una sociedad, jurídica y socioeconómicamente, estamos refiriéndonos a la idea de igualdad. Es cierto que hasta el momento parece un pensamiento idealizante y utópico, pero no por eso hay que bajar los brazos.

La igualdad es, términos políticos, una idea relativamente nueva si la consideramos como uno de los principios de la Revolución Francesa de 1789. Es evolutiva y hoy va de la mano de la equidad en la democracia. De ahí que la lucha contra la discriminación en cualquiera de sus formas es permanente y aún nos falta, como sociedad, mucho que avanzar en el terreno.

Los principios generales de la igualdad jurídica que nos garantiza el Estado deben ir acompañados de algo que hemos denominado Discriminación Positiva debido a que el disfrute legal de nuestros derechos debe ser impuesto. En otras palabras, ese tipo de discriminación es la acción afirmativa de la aplicación de leyes y normas encaminadas a acelerar formas de inclusión social en favor de grupos minoritarios que históricamente han sido objeto de algún tipo de segregación o vulnerabilidad. Es cierto que eso ha generado que otros grupos se opongan a tal idea y la critiquen porque genera otro tipo de conflictos. Pero la discriminación positiva tiene más ventajas que desventajas debido a su espíritu de conciliación y a su ánimo de equidad.

La conciliación de intereses es una responsabilidad del Estado moderno, pues es parte fundacional de su razón de ser. Por lo mismo, la idea del tratamiento preferencial es compensatorio y repone daños históricos debido a situaciones discriminatorias previas. Lo cual es, en la práctica, una aplicación de la justicia social. Aún más, es la introducción del concepto de equidad que no es sinónimo de igualdad. Veamos, la equidad es la promoción de la convivencia mediante decisiones de Estado y procesos valorativos también llamados axiológicos o éticos tendientes a alcanzar, mediante la política, mejores condiciones de calidad de vida en favor de la sociedad. En otras palabras, la equidad no es imparcialidad, pues no es una norma general. Lo que hace es señalar las diferencias sociales y compensarlas procurando equilibrios sociales centrados en la gobernabilidad y el desarrollo.

Nuestra Constitución en su primer artículo nos habla de la igualdad entre todos los mexicanos. Sin embargo, en mayo de este año, el artículo cuatro fue modificado y señala preferencias a grupos sociales vulnerables como las personas discapacitadas y los mayores de 68 años. Lo cual me parece un acierto. Aún más, el artículo 41 también recurre a la discriminación positiva respecto a los principios de paridad de género en materia electoral.

Lo anterior será determinante en la vida política del país, sobre todo con motivo de las elecciones del próximo año, pues por el principio de equidad, los partidos políticos deberán postular al menos siete candidatas a gobernadoras de las 15 que estarán en disputa.

Por supuesto que alcanzar la igualdad dentro de las diferencias debe debatirse aún más, pues a mi parecer no hemos definido algunos límites. Por ejemplo, los exámenes de admisión a la educación superior ¿acaso deben las universidades aplicar los principios de equidad de género? La respuesta ha sido incrementar el monto de las becas a las mujeres en la educación básica a fin de que sus padres no las retiren de las escuelas. Con dicha decisión se logra que las oportunidades de ingreso sean igualitarias, pero no equitativas y entran a ese nivel educativo  quienes obtuvieron las mejores calificaciones.

El tema de la discriminación positiva, a decir de muchos analistas es coyuntural. Llegará el día, nos dicen, que ya no será necesario recurrir a semejante figura. Pero no lo sabemos a ciencia cierta. La marginación ente seres humanos debido a los prejuicios debe tener fin y la estrategia de acción positiva me parece correcta. Lo importante es evitar radicalismos, profundizar en el tema y encontrar soluciones.

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