Por Gerardo Gil
Con el estreno del filme El baile de los 41 (David Pablos, 2020), que se vio primero en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, la cual se llevó a cabo de forma híbrida, aunque se hizo una premiere con público en Cinépolis Centro, el tema de la diversidad sexual toma una línea diferente a la que se ha explorado en el cine nacional. Queda de lado una visión paródica per sé, para dar a los personajes un contexto psicológico, histórico y social de mayor calado.
En suma, la película cuenta el escándalo en el que se vio involucrado el Ignacio De la Torre y Mier (Alfonso Herrera) yerno homosexual de Porfirio Díaz, quien en 1901 estuvo involucrado en una redada de la policía para detener travestis, entre los que estaba él. Casado con Amada Díaz, aquello se convirtió en parte de la cultura popular.
El asunto es que el tono del filme guarda distancia con la mirada hueca que de manera general ha tenido el cine mexicano hacia el personaje gay. Muchos de estos estereotipos se manejaron en la época de la llamada sexy comedia. En este género, el homosexual cinematográfico ocupaba un lugar casi marginal del relato. Víctima de bromas y escarnios, su rol era pasajero.
Pocas excepciones hay a este manejo de personajes. Entre estas –y con reservas- se puede citar el filme 41 El hombre perfecto (José Romay, 1982) una sexy comedia en forma con ciertos aires de pretensión al estilo italiano en la que un hombre ya cuarentón y casto, Mamerto (Eduardo de la Peña “Lalo el mimo) le cuenta a su psicólogo los diversos fracasos matrimoniales que ha tenido. Al final, vemos a este hombre acostado con su doctor, libre de toda duda.
Ya a inicios de los noventa, se perfilaba una mirada diferente al personaje. Una muestra es Danzón (María Novaro, 1991) en la que Julia (María Rojo) una telefonista que es madre soltera decide vivir una aventura para buscar a su pareja de baile que ha desaparecido. Conoce todo tipo de personajes, entre estos a Susy (Tito Vasconcelos) un homosexual que la escucha y aconseja. Aunque el personaje no es protagónico, resulta catalizador del crecimiento de la mujer.
De forma mucho más directa y estelar, se encuentra Quebranto (Roberto Fiesco, 2013) documental sobre la vida de Coral Bonelli, quien durante su infancia fue un conocido actor infantil, Fernando García “Pinolillo”. Al crecer decide vivir como mujer. El filme es un agridulce testimonio de miseria y búsqueda de la felicidad.
No podemos dejar de lado al largometraje El lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1978) basado en la novela de José Donoso y que cuenta la historia de Pancho (Gonzalo Vega) quien llega a un pueblo olvidado por la mano de dios para reencontrarse con su novia La Japonesita (Ana Martin) y su padre La Manuela (Roberto Cobo) un travesti con varias cuentas que cobrarle. Crítica al machismo y a la inseguridad soterrada que cohabita en este; el filme es directo y sin concesiones, hace una radiografía de la masculinidad como se diría ahora “tóxica” y sus oscuros secretos. Lugar, por cierto, entre las 100 mejores películas de cine mexicano.
El tema llama la atención del público mexicano y la respuesta a pesar de las circunstancias ha sido en general bueno para El Baile de los 41. Canacine la ubicó en el tercer lugar de la taquilla en la semana de estreno, la que comprende del 19 al 22 de noviembre.
El asunto da para más, pero de tan extenso, mejor ahí le cortamos.