Por Jesús Michel Narváez
Aunque parezca anécdota es realidad. Al hoy Presidente de México le vino a la mente una idea genial: llamar a su agrupación política Movimiento de Regeneración Nacional. El acrónimo: Morena.
¿De dónde sacó el nombre?
¡De la Virgen de Guadalupe!, conocida en todo México y más allá de sus fronteras como la “Morenita del Tepeyac”.
El milagro se hizo y logró el registro como partido nacional y más tarde obtuvo el privilegio de sentarse en la Silla del Águila, la más preciada por los políticos mexicanos y uno que otro extranjero que sueña con apoltronarse después de una “invasión”. Sueño guajiro pero no falta quien quiera a un verdadero virrey descendiente de austriacos y no de españoles.
Cuando el país vive la tragedia sanitaria más impactante de los últimos 100 años y su presidente se niega a dar el ejemplo de cómo evitarla mediante el uso del cubrebocas, se acerca la conmemoración del 490 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe ante los atónitos ojos de Juan Diego, y el presidente le pide a los feligreses no acudir a la Basílica el próximo 12 de diciembre.
Faltan 18 días y el llamado presidencial es no asistir a la celebración para “no correr riesgos de contagio por la Covid-19”.
Con su narrativa de no “a las medidas autoritarias” –argumento que utilizó en la primera sesión en la que participó durante la reunión del G-20- informó que no habrá medidas restrictivas y que confía en el comportamiento de la ciudadanía para prevenir contagios por el nuevo coronavirus.
Una confianza que ha propiciado 102 mil fallecidos y un millón 50 mil contagios.
Una confianza que demuestra la falta de estrategia para frenar al virus asesino.
Una confianza que tiene el tinte político de no ser “como los de antes”, que le guste o no, tomaban decisiones difíciles para salvar vidas. Algo que no hace ni siquiera en su tierra natal.
Una confianza que no es impulsada con las medidas de sana distancia, lavado de manos y uso de cubrebocas. Él, el presidente, no se unta gel cuando inicia las mañaneras. Él, el presidente, rechaza utilizar cubrebocas “porque los médicos me han dicho no que no sirve”. Él, el presidente, siguió encabezando mítines con cientos de personas a pesar de estar en los momentos más críticos de la pandemia. Él, el presidente, acudió a Badiraguato para “saludar a la mamá del señor Guzmán –no le gusta decirle Chapo- sin ninguna protección sanitaria.
Como esos ejemplos, hay decenas más.
¿Cómo les pide a los feligreses de la Guadalupana que no vayan a la Basílica?
Nada mejor aplicable que el refrán: Que se haga la ley en los bueyes de mi compadre.
¿Quién va impedir, por las buenas, que millones de fieles lleguen por la Calzada de Guadalupe, Calzada de Los Misterios y Montevideo hasta el santuario mariano más grande de América Latina?
Habrá que esperar el Milagro de la Morenita del Tepeyac, no de Morena, el partido del gobierno ni de la doctora Claudia Sheinbaum.
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