La elección nacional –posiblemente la más concurrida en un siglo– quedó inconclusa con una competencia más cerrada de lo esperado entre Donald Trump y Joe Biden y con el triunfo en manos de unos cinco estados claves que siguen contando las boletas, proceso que podría alargarse días.
Pero el presidente Trump declaró esta madrugada: francamente, ganamos esta elección, acusó que hay un fraude y que acudirán a la Suprema Corte para frenar el conteo, potencialmente provocando con ello una crisis constitucional.
Según proyecciones con base en los resultados preliminares de la elección más inusual –y según varias figuras prominentes–, la más importante en la historia moderna de Estados Unidos, la ruta del triunfo nacional de ambos candidatos depende de los resultados en Pensilvania, Michigan, Wisconsin y tal vez un par de distritos electorales en dos estados más.
Millones de personas votaron este martes para elegir si el presidente Donald Trump o el candidato demócrata Joe Biden liderará a Estados Unidos los próximos cuatro años, poniendo fin a una campaña electoral amarga y divisiva marcada por las acusaciones mutuas y la pandemia del coronavirus. Los votantes, muchos con mascarillas y respetando el distanciamiento social, hicieron filas en todo el país para sufragar, sin señales de interrupciones en los lugares de votación que algunos habían temido tras una prolongada campaña marcada por una retórica provocativa en un país profundamente dividido. ( Con información de Reuters)
Lo que empezó como una noche muy prometedora para los demócratas acabó pareciéndose a la de 2016, con el resultado dependiendo de relativamente muy pocos votos en unos cuantos estados. Florida, donde los demócratas pensaban que podrían sorprender, los sorprendió a ellos al no comportarse como pronosticaban las encuestas.
Ahí el voto latino de los cubanoestadunidenses y venezolanos ayudó a dar el triunfo a Trump, con analistas señalando que su mensaje antisocialista contra Biden fue más efectivo de lo que se pensaba.
Sin embargo, el voto latino en Arizona podría reparar el daño que los latinos de la zona de Miami infligieron contra su campaña, y si esa tendencia persiste en ese estado del suroeste, todo dependerá de los tres estados del medio oeste. La autoridades de esas entidades informaron que no tendrían resultados completos anoche, y que el conteo podría tardar varios días esta semana.
Ante esto, ambas campañas alentaron a sus bases a tener paciencia y festejaron sus posibilidades de triunfo, aunque quedó claro que los demócratas estaban algo desinflados por no haber sorprendido con triunfos en otros estados claves en el sur del país y hasta soñaban con voltear Texas, mientras el bando de Trump estaba aliviado por evitar la derrota en varios estados donde al inicio del día estaban amenazando, como Ohio y Carolina del Norte.
Georgia, donde continúa el conteo, aún podría sorprender a ambos bandos en una contienda muy cerrada.
Ante este panorama, Joe Biden, el contrincante demócrata, observó los resultados anoche en su casa cerca de Wilmington, Delaware, a un par de horas de Washington. A las 12:40 de este miércoles, el ex vicepresidente fue el primero en hacer declaraciones a sus seguidores: “nos sentimos bien… en camino de ganar esta elección” y exhortó a esperar a que se cuenten todas las boletas. Concluyó: mantengan la fe, vamos a ganar.
Trump, poco después de las dos de la madrugada, apareció ante las cámaras en la Casa Blanca y proclamó, falsamente: ganamos esta elección. Denunció que estaban por contar los votos y que de pronto dejaron de hacerlo, acusando a los demócratas de estar realizando un gran fraude. Agregó: vamos a ir a la Suprema Corte para frenar el conteo de los votos. Así cumplió con su amenaza de poner en duda la legitimidad de la elección de manera peligrosa y sin evidencia, algo raro si pensaba que estaba ganando.
Antes había publicado un par de tuits, en los que sostuvo que estaba ganando en grande y advirtió: ellos están intentando robar la elección. Nunca les permitiremos hacerlo.