Por Itzel Toledo García
Este martes 3 de noviembre en Estados Unidos los y las votantes eligen a sus representantes en el Colegio Electoral, quienes el 14 de diciembre votarán al nuevo presidente y vicepresidente o reelegirán a Donald Trump y Mike Pence del Partido Republicano. Esto ha implicado que en los últimos meses la agenda política estadounidense se ha concentrado en la campaña de los candidatos y sus partidarios en territorio estadounidense, televisoras y redes sociales.
Desde su primera campaña presidencial, a lo largo de su mandato y en esta segunda campaña, que prácticamente empezó en 2017, Trump ha utilizado una plataforma como Twitter para ventilar sus ideas, acusaciones y decisiones, siendo un importante difusor de las fake news. Por ejemplo, este año ante las encuestas que señalaban que el candidato presidencial Joe Biden y su compañera Kamala Harris tenían más probabilidad de ganar, Trump expresó que se trataba de mentiras. Al igual que Trump, sus partidarios del Partido Republicano y de organizaciones de ultraderecha han utilizado constantemente las redes sociales para fortalecer su posición política, pues comprenden que es una manera de transmitir sus mensajes políticos e ideológicos a más gente.
El manejo de redes sociales por republicanos y la ultraderecha en los últimos cuatro años ha obligado a candidatos del Partido Demócrata a llevar a cabo importantes acciones de campaña y oposición política en plataformas como Twitter, Facebook, Instagram y YouTube. Además, en las últimas semanas, el Partido Demócrata volteó los ojos a la plataforma Twitch, propiedad de Amazon, que es utilizada por millones de jóvenes, conocidos como streamers, para transmitir en vivo, sobre todo cuando juegan videojuegos. Se calcula que para febrero de 2020 esta plataforma contaba con 3.8 millones de streamers y 140 millones de usuarios al mes.
Por una parte, la campaña de Biden-Harris creó una isla en el videojuego Animal Crossing: New Horizons, en donde se simula la vida en un pueblo habitado por animales antropomórficos, y trasmitió una visita guiada en Twitch. Además, la campaña diseñó cuatro carteles para que otros usuarios los descargaran y expusieran dentro de sus islas. Así, la campaña electoral se insertó en un juego que en sus primeros 4 meses a la venta colocó 22. 4 millones de copias alrededor del mundo.
Por otra parte, el 20 de octubre, las congresistas Demócratas Alexandria Ocasio-Cortez e Ilhan Ohmar hicieron una transmisión en Twitch mientras jugaban Among Us, en donde se simulan las actividades de una nave espacial, con el objetivo de convocar a jóvenes estadounidenses a que voten en este periodo electoral. Tan solo la transmisión desde el canal de AOC llegó a tener hasta 438 000 vistas, una de las tres más altas en lo que va del año. El juego también lo transmitieron Ohmar y otros streamers famosos como Imane “Pokimane” Anys, Hasan “Hasanabi” Piker y Ali “Myth” Kabbani.
Así, los demócratas están empezando a voltear los ojos a los videojuegos como un medio para acercarse a un público que no se identifica dentro del sistema bipartidista estadounidense, aquel que consiste en millones de jóvenes de entre 18 y 35 años. En cambio, en estos años, los republicanos han mantenido contacto con streamers, muchas veces de ultraderecha, que se asumen fuera del Partido Republicano pero que en Trump han encontrado alguien con quien dialogar y expandir el alcance de sus posturas, y por tanto hacen campaña a favor de él.
Veremos si otras campañas electorales utilizan los videojuegos como un espacio para difundir mensajes políticos en los siguientes años y en otros espacios geográficos, tendremos entonces que analizar la efectividad de estos acercamientos. Es momento de pensar en los videojuegos y las plataformas que los acompañan como algo de interés desde el análisis político, si bien especialistas en Filosofía y Economía ya se han acercado académicamente a estudiar los videojuegos, falta hacerlo desde otras ciencias sociales y también desde la opinión pública más allá del periodismo especializado en el área.