Correcta y Cáustica

La Tiendita de los Horrores

Por Gerardo Hill

Con una correcta dosis de humor y sátira social transcurre Los camarones de diamantina ( Cédric Le Gallo. Maxime Govare, 2019). El filme francés se propone desde el inicio abordar un tema que puede causar escozor a los representantes de las causas políticamente correctas: el mundo de la comunidad lésbico gay –y así lo escribo ya que de esta forma lo plantean los realizadores-, pero con trasfondo de reflexión social que deja bien parada a la historia en general.

El largometraje nunca renuncia a su tono cáustico, pero se adapta a los tiempos que corren y dentro del humor hay moraleja. Atrás queda una propuesta de inmersión sin rubor a la parodia cínica y sin cortapisas de La jaula de las locas (Edouard Molinaro, 1978), a su vez basado en una exitosa obra teatral y secuela que lo precede. Navega más bien en la complacencia –pero nada despreciable ya que en ningún momento una parte del público se puede sentir incómodo- de Campeones (Feser, 2018). Incluso la premisa en un principio no difiere mucho:

Matthias (Nicolas Gob) un campeón de nada hace de forma mediática un muy desafortunado comentario homofóbico, con el escándalo obvio que le sigue. Si no quiere al final ver destruida su carrera debe entrenar a un equipo de natación gay. A partir de ese momento seguirá para el personaje un camino de búsqueda hacia la tolerancia, no sin antes estar a punto de renunciar y recibir reclamos de su díscola familia –esposa e hija- por su carácter.

El filme en realidad transcurre inofensivo, sí uno así lo quiere ver. Hay bromas para todo público –adulto-, pero nunca se excede: la misión es no debatir, no confrontar, llevar hacia una reflexión serena y hasta cierto punto lúdica sin meterse de lleno en el tema de la homofobia. Peca de ingenuo, pero a cambio de esto tiene buenos gags que hacen pasar un buen rato.

En medio de temas que se abordan la mayoría de las veces cargado de ideología y cierto tono ríspido, la película brilla por el transcurrir amable del anti-debate. No hay polémica en el planteamiento: Matthias deberá cambiar para completar su ciclo como personaje y sus entenados lo ayudarán en este propósito.

Si hay un tono de sutil inteligencia en el fondo del filme, es precisamente por evadir una corrección que a estas alturas molesta al humor en el cine: Los camarones de Diamantina –desde el título-, se puede dar el lujo de bromear con temas y tonos que en otras circunstancias no serían posible hacer. Claro, el público de este tipo de filme, una comedia francesa que refresca del taquillazo nuestro de cada día, es mucho más selectivo.

Digamos que el largometraje, no busca la complaciente corrección de los productos emanados de Netflix, se atreve a burlarse de los dos lados que conforman la trayectoria de la historia.

De estreno limitado en salas, es el tipo de película que dan la seguridad de otorgar una sonrisa a todo tipo de público –pensante- ver los puntos de vista de los personajes, es decir hacerlo a nado sincronizado.

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