Por Jesús Michel Narváez
Después de una intensa campaña mediática en la que se nos afirmó que los criminales de cuello blanco caería de las escaleras, de arriba hacia abajo, ahora se dice que el tema “bajó mucho”, con lo cual surge un silencio que mata.
Se trata del caso Emilio Lozoya cuyas investigaciones han producido cierta desesperación toda vez que son semanas de silencio y nadie sabe cómo avanzan.
El mismo presidente de la República admite no saber nada del caso y puntualiza: “Debe de informar la Fiscalía porque coincido contigo (no se sabe nada del caso Lozoya), además es algo que se percibe.
“No creo en el caso de la Fiscalía que se archive, le tengo confianza al fiscal, es una gente íntegra, seguramente está trabajando y por experiencia empujar el elefante requiere de tiempo para que camine, hay que estarlo empujando”, expresó.
Nadie duda de la integridad del Fiscal Alejandro Gertz Manero ni tampoco que el Presidente le tenga confianza. No se preguntó eso sino por el silencio guardado después de semanas de forzar la información que, incluso fue calificada en las conferencias matutinas “de histórica”, porque el país así la considera.
La trama que generó las expectativas se basa en la participación del exdirector de Pemex en presuntos sobornos de Odebrecht para la campaña presidencial de 2012 (de Enrique Peña Nieto) y hasta el momento todo ha quedado en filtraciones y videos que nada le dicen a la población aunque a las autoridades probablemente les abran el camino para llegar a la meta establecida.
Habría que añadir que el presidente López no cree que Peña Nieto supiera lo que hacían sus colaboradores, a diferencia de lo que opina de Felipe Calderón, de quien considera imposible no haber sabido los manejos que realizaba Genaro García Luna.
El caso Lozoya pareció estar inflado desde el principio y la intención de hacerlo testigo protegido porque “dará muchos nombres” se confirmó cuando la Fiscalía dio a conocer que hay cuando menos 70 presuntos involucrados. Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Investigación Financiera (UIF) de Hacienda corroboró que se examinan las declaraciones para validar los supuestos participantes.
Hoy, en el silencio que mata, el caso parece ser una llanta con cámara a la que el pinchazo le sacó todo el aire y dejó tirado a la vera del camino todo el combustible que se pretendía usar para quemar en leña verde a quienes resulten responsables.
Desinflado el caso, toda la responsabilidad recae en la Fiscalía y no en Palacio Nacional. Es el efecto de la autonomía.
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