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Por Horacio Armando Hernández Orozco
“El Cantante de Jazz” (“The Jazz Singer”), melodrama americano, dirigido por Alan Crosland, con la actuación de Al Jolson (Jakie Rabinowitz -Jack Robin), Warner Oland (Cantor Rabinowitz), Eugenie Besserer (Sara Rabinowitz), May McAvoy (Mary Dale), Otto Lederer (Moisha Yudelson) y Bobby Gordon (Jakie Rabinowitz de 13 años); su estreno fue el 6 de octubre de 1927.
Jakie Rabinowitz, un joven perteneciente a una familia judía ortodoxa, tiene una gran pasión por la música y el canto, pero no religiosa, sino por el Jazz, así que se rehúsa a ser la quinta generación de rabinos; su padre lo corre de casa y se convierte en Jack Robin, logrando una gran oportunidad para debutar en Broadway, pero su padre enferma gravemente y su madre le pide suplirlo en la sinagoga esa noche.
“El cantante de Jazz” es considerado el primer largometraje comercial con sonido sincronizado, mediante el sistema «Vitaphone» (grabación de sonido sobre un disco), que se reproducía conjuntamente con la proyección de la película; hay dos versiones posteriores, la primera de Michael Curtiz en 1952, con Danny Thomas, y la segunda de Richard Fleischer en 1980, con Neil Diamond.
CANTOR JUDÍO, NIÑO CANTANTE
Jakie Rabinowitz es un niño de 13 años con un gran talento para el canto, su padre es un rabino jazán (Cantor religioso) que lo ha educado para que a su muerte ocupe su lugar en la sinagoga del gueto judío de Nueva York en el que vive la familia; el joven se revela y decide irse de casa, rompiendo en llanto su madre Sara ante la dureza del padre, quien también por dentro está destrozado; ahora Jakie se hace llamar Jack Robin, y así comienza su carrera como cantante de Jazz.
El protagonista de la cinta, Al Jolson, en la vida real era hijo de un rabino Cantor, y también decidió dedicarse al mundo artístico en vez de seguir los pasos de su padre; su nombre originalmente era Asa Yoelson.
LAS ESTRELLAS SE ALINEAN
Ya han pasado algunos años, y Jack Robin comienza a tener éxito como cantante de Jazz, tan es así que el dueño del restaurante donde se encuentra cenando le pide que cante una canción, y Jack interpreta la canción «Dirty hands, dirty face», recibiendo el aplauso del público y modestamente dice: «Un momento, un momento, ¡aún no han oído nada!»
Cuentan los cronistas de espectáculo que una noche de domingo de septiembre de 1918, el gran tenor de ópera Enrico Caruso subió al escenario del Century Theatre de Nueva York en una gala de beneficencia, cerrando con la melodía patriótica «Over There», que deslumbró al público; después de ello ¿quién podría seguir esta actuación del mejor cantante de su época? Sólo un alma atrevida saltó al escenario, miró con picardía a la audiencia y le dijo con confianza a la multitud: «Amigos, aún no han oído nada».
Efectivamente, esta es la línea, proclamada por Al Jolson, que sería su sello para toda su vida, y después de su actuación, la audiencia se había olvidado del gran Caruso.
Y es la primera línea del cine sonoro, que ha quedado registrada para siempre.
UN EMPUJONCITO
Al restaurante llega la estrella de vodevil Mary Dale, que convence a Jack para que se una a la gira que está realizando, y con tan buena suerte que al poco tiempo tiene la gran oportunidad de regresar a Nueva York para actuar en Broadway, y volver a ver a sus padres.
La escena del reencuentro de Jack con su madre es icónica, pues presenta el primer diálogo sonoro en la historia del cine con apenas dos minutos, en gran parte o todo ello improvisado, pero verdaderamente emocionante; el resto del diálogo de la cinta se presenta a través de intertítulos.
Sara Rabinowitz está más que feliz de volver a ver a su hijo, y se emociona al oírlo cantar en versión de jazz la canción “Blue Skies”.
EL ENSAYO FINAL
Llega el día del ensayo final con vestuario, pues al día siguiente por la noche será la función inaugural, el padre de Jack está gravemente enfermo, su madre acude al teatro a pedirle que lo reemplace en la sinagoga para celebrar el Yom Kipur; aquí Jack canta “Mother, I still have you”, que hoy en día aún hace llorar a muchas madres.
Esta escena representa la encrucijada de la trama, pues Jack debe decidir entre aprovechar su gran oportunidad de estrellato y romper el corazón de su madre, o acudir al llamado de su Dios y dejar de lado su ilusión de ser cantante.
El Yom Kipur, también conocido como Día de la Expiación, es el día más sagrado del año judío, pues en esa fecha culminan los diez días del perdón y del arrepentimiento de corazón.
Pero más allá del dilema que debe afrontar Jack, resalta el uso del blackface en esta película, que consiste en que el intérprete blanco con la cara pintada de negro y los labios pintados en blanco o sin pintar, interpretaba música de raíces negras para público blanco.
Durante el siglo XIX y parte del XX, había público blanco que disfrutaba del jazz u otros estilos con evidentes raíces negras que, sin embargo, no soportaba la idea de ver a un negro real sobre el escenario, por lo que empezaron a surgir cantantes blancos que pintaban su rostro de negro con corcho quemado para interpretar estos estilos para el público blanco sin «ofender su sensibilidad».
El blackface como maquillaje teatral ganó popularidad en el siglo XIX, en los Estados Unidos, y aunque estaba abolida la esclavitud, en las plantaciones del sur se seguían empleando a esclavos provenientes de África, y el blackface trataba de ocultar la auténtica trata de esclavos mostrándolos como personas dandis y felices; este tipo de maquillaje estuvo vigente hasta 1960, cuando el Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos obligó a prohibirlo, ya que era un evidente ejemplo de racismo.
Al Jolson murió en 1950, y en la actualidad es una figura controvertida que por sus presentaciones en blackface, se le ve como un villano, pero a decir de muchos afroamericanos es un héroe, pues ayudó económicamente a las carreras de Louis Armstrong, Duke Ellington y Cab Calloway, e introdujo la música de color a la audiencia blanca.
Hace un año, el primer ministro de Canadá Justin Trudeau, fue motivo de escándalo al publicarse unas fotos y videos de hace años, en los que aparece disfrazado de blackface en una fiesta de «Las mil y una noches» pero ¿será en verdad racismo disfrazarse de gente de color o será lo mismo si ellos se maquillan de gente blanca?
La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…