*Son Seis por lo Menos los Problemas Fundamentales
*Requieren Contratar Personal Calificado y con Experiencia
*Requieren Recursos Financieros y Materiales
*También Programas Deseables, Posibles y Realistas
Por Ezequiel Gaytán
Un día en clase el maestro preguntó ¿Cuál es el principal problema de nuestro país? La mala educación y la falta de oportunidades educativas para todos, dijeron algunos; la corrupción y la impunidad, espetaron otros; la mala distribución de la riqueza y su consecuente pobreza, argumentaron otros. El maestro nos escuchaba atento y nos dijo que todos teníamos razón. Luego argumentó “el principal problema de México es que no sabemos preguntar y en la ciencia las preguntas son más importantes que las respuestas. La pregunta no es cuál es el principal problema de México, sino cuáles son los principales problemas en lo político, lo económico, lo jurídico, lo administrativo y lo social y en qué orden de atención deben priorizarse. Aún más, pensar que los problemas de nuestro país se resuelven con responder a una sola pregunta, además de carecer de conocimiento de la metodología de la investigación científica, nos conduce a la ilógica pregunta de ¿cuál es el segundo problema principal de México? y así sucesivamente cuestionarnos por ejemplo ¿cuál es el vigésimo octavo problema de México?”. La anécdota la recordé, porque el segundo informe de gobierno del presidente de la República me hizo ver el pensamiento lineal de nuestra actual clase gobernante. Piensa que con solucionar el problema de la corrupción se desencadenarán las soluciones a los otros problemas y ese es el problema.
Que quede claro, me sumo a la política de prevención y combate a la corrupción, pero no veo que sometiendo ese flagelo se resuelvan en cascada los otros grandes problemas nacionales. Tenemos, al menos seis, el sanitario – asistencial, el económico, el educativo, el de inseguridad pública, el de desempleo y el de la gestión de gobierno. Son problemas que exigen tratamientos complejos, multi e interdisciplinarios. De ahí que demandan contratar personal calificado y con experiencia, se requieren recursos financieros y materiales, programas deseables, posibles y realistas, convocar a la unidad nacional y a los sectores público, privado y social.
En 1909 Andrés Molina Enríquez publicó su famosa obra “Los grandes problemas nacionales” y posteriormente han escrito otros magnos como Diego G. López Rosado con su obra “Problemas económicos de México” publicada por la UNAM. Por supuesto encontramos la obra de Pablo González Casanova “La democracia en México”.
Dichos autores sabían acerca de la vergonzosa corrupción en nuestro país y en sus escritos queda claro que muchos de los problemas que enfrentamos se deben a que las decisiones gubernamentales desde siempre han estado contaminadas de ese azote. Pero ninguno de los tres simplificó los problemas y propusieron soluciones mediante una sola categoría de análisis.
Puedo entender que el presidente López Obrador iniciara su Segundo Informe de Gobierno en contra de la corrupción, pues le queda muy claro que esa fusta es lo que más irrita a la sociedad, lo cual es comprensible en términos discursivos. Lo que me preocupa es su futilidad y falta de rigor acerca de cómo plantear, analizar y proponer soluciones a los grandes problemas nacionales desde la primera magistratura de la nación.
La corrupción es un uso y una costumbre combatible mediante la educación de principios y valores de honestidad, honradez y honorabilidad.
Aún más, en términos de Administración pública lo antípoda a esa podredumbre es la rendición de cuentas y la transparencia, con lo cual disminuye la discrecionalidad de los servidores públicos en la toma de decisiones, se ven obligados a explicar las razones de sus actos y se sujetan a las auditorías financieras. Empero de eso no se habló el pasado primero de septiembre. Todavía no se nos explican las razones por las cuales en esta administración se han efectuado más compras directas y menos licitaciones públicas. Las medidas administrativas contra la corrupción implican simplificación de ventanillas y realización de trámites mediante sistemas informáticos, de lo cual tampoco se nos explicó.
En fin, prevenir y combatir la corrupción es un fin de este gobierno y eso es plausible, pero no va a ser la solución a los seis desafíos arriba descritos. Ojalá esta gestión sea más rigurosa en sus análisis, más conceptual estratégicamente, más seria en lo que plantea y menos simplista en su percepción acerca de los grandes problemas nacionales.