A escasas 11 semanas de que tenga lugar la elección presidencial en los EUA, y en un proceso electoral alterado por las medidas de contención adoptadas para enfrentar la pandemia del Coronavirus que ha golpeado con singular fuerza al pueblo norteamericano, demócratas y republicanos cumplen con los requisitos para la designación formal de sus candidatos a la primera magistratura y a la vicepresidencia del país.
Esta semana, le tocó al partido azul realizar su Convención Nacional que culmina el día de hoy, con el discurso de aceptación del candidato presidencial Joe Biden. Ayer, lo hizo su compañera de fórmula, Kamala Harris, para el cargo de vicepresidente. Una destacada senadora californiana, afroamericana, que le aportará un fuerte respaldo de las minorías, y que merece un comentario aparte. La semana que entra corresponderá a los republicanos celebrar su Convención en la que, oficialmente, Donald Trump y Mike Pence, buscarán la reelección de su fórmula.
Un proceso electoral con características inéditas, en el que destacan las grandes diferencias, en cuanto a la percepción, que cada candidato tiene sobre la particular circunstancia que vive su Nación por esta emergencia sanitaria y sus daños colaterales. Una crisis que ha ido expandiéndose hacia lo económico, lo laboral y lo social, sin que el presidente Donald Trump haya encontrado la fórmula para controlarla, falta que ha impactado negativamente en las encuestas sobre preferencias electorales, y que aleja sus posibilidades de reelección.
Aunque no como él esperaba, el lema de su campaña reelectoral America First (Primero América), se ha hecho realidad, pero en sentido negativo, pues, a pesar de su optimismo a toda prueba, su país es primero, a nivel mundial, en número de contagios con casi 5.5 millones y cerca de 200 mil norteamericanos muertos.
El presidente Trump se niega a usar tapabocas, que ha calificado de antihigiénico; la sana distancia no se le da del todo; ignora los consejos de expertos en inmunología, como el caso de su asesor, Anthony Fauci, y gusta de recomendar el uso de fármacos sin respaldo científico, hasta, en algún momento, habría sugerido la aplicación de inyecciones desinfectantes para tratar el virus. Un poco tarde, el neoyorquino ha reconocido, que “desafortunadamente, la situación ira a peor antes de que mejore.” Algo que no le gusta decir, según ha reconocido.
Su contrincante, Joe Biden, en cambio, ha sido el contraste en cuanto al respeto a las medidas de contención. Usa la mascarilla en todo momento; aplica la sana distancia; acata el confinamiento; evita las aglomeraciones y lleva su campaña de manera virtual. De hecho, por primera vez en la historia, la convención demócrata se realiza sin la presencia estridente de miles de simpatizantes, porras, globos y serpentinas, pues los cerca de 4 mil delegados elegidos durante las primarias votarán, en remoto, por Biden para la Casa Blanca y por la senadora Kamala Harris para la vicepresidencia.
De acuerdo a las encuestas más recientes, Joe Biden mantiene una delantera de 9 puntos (NBC/WallStreet Journal). Según el Centro Pew Research, 56 por ciento de las mujeres están con el candidato demócrata. 89 por ciento de los afroamericanos, 63 por ciento de los hispanos y 67 por ciento de la población entre 18 y 30 años, prefieren a Biden. Sin embargo, Trump mantiene fuerza entre otros sectores, como la población sin universidad (64 por ciento a favor), las etnias blancas (54 por ciento) y los mayores de 65 años (52 por ciento).
En 2016, por estas fechas, Hillary Clinton llevaba una ventaja al empresario metido a la política, de 7.5 puntos, aun así, Trump dio la sorpresa y ganó la elección. Por eso, los demócratas no pueden echar las campanas la vuelo, aunque, ahora, las circunstancias son diferentes. En la campaña del 2016, no se conocía bien a Trump. Su discurso contra el establishment y la clase política sedujo a una población que buscaba algo diferente y el supuesto exitoso hombre de negocios, vendió bien su estatus. Su contrincante no fue una buena candidata y, quizás, su calidad de mujer no la favoreció, ante una sociedad conservadora e indudablemente machista.
Ahora, los electores saben quién es Mr Trump y cómo se las gasta. Muchos están decepcionados y no volverán a votar por él, según las encuestas. Su falta de sensibilidad política lo ha hecho perder simpatizantes y lo ha enfrentado, literalmente, con el mundo. Su lema “América primero”, lo ha llevado a cometer abusos; su racismo, es inocultable; su desprecio a las minorías, es permanente; su incapacidad para manejar crisis, es evidente, y como negociador, resultó mejor político. A Trump le hubiera ido mejor en tiempos normales, pero las crisis evidenciaron su ineptitud para gobernar.
En esta elección, muchos votarán para que Trump salga del poder, más que en apoyo a Joe Biden, votos que capitalizará el candidato demócrata. Porque entre la militancia de este partido, no a todos satisfizo su candidatura. Mientras que, en el caso de Barack Obama, en 2012, el 62 por ciento estuvo de acuerdo con su candidatura, por la de Biden, sólo lo estuvo el 42 por ciento.
La balanza se inclina a favor del demócrata, pero habrá que esperar la reacción de un millonario que le encontró el gusto a la política y juega rudo.