“Matar a Dios”

Del Cine y las Leyes

Antes de que Dios nos Mate

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“Matar a Dios”, comedia española de humor negro, codirigida por los catalanes Caye Casas y Albert Pintó; con la actuación de Emilio Gavira (Dios), Eduardo Antuña (Carlos), Itziar Castro (Ana), Boris Ruiz (Eduardo, padre de Carlos) y David Pareja (Santi, hermano de Carlos); su estreno fue en el Festival Sitges de 2017, en el que se llevó el galardón del público.

Una familia se prepara para celebrar el fin de año en una aislada casa en medio del bosque; de pronto irrumpe un misterioso vagabundo, es enano y dice ser Dios, quien amenaza con exterminar a la especie humana al amanecer; sólo se salvarán dos personas y ellos han sido los elegidos para escoger a esos dos únicos supervivientes.

El título de la película no da lugar a la imaginación, es una provocación para que el espectador, por muy indiferente que sea a estos temas, acepte ver la cinta, y la mayor audacia es la presentación del que dice ser Dios; una comedia que explora los límites y la incredulidad del ser humano.

NOCHEVIEJA

Carlos y Ana llevan varios años de casados, y en plena Nochevieja tienen una discusión porque Carlos ha revisado el celular de Ana, encontrando un mensaje de su jefe que literalmente dice: “Ha sido la mejor noche de mi vida, Muak”

La llamada Nochevieja es la última noche del año en el calendario gregoriano; comprende desde las 20:00 horas del 31 de diciembre hasta las 06:00 horas del 1 de enero (Año Nuevo); esta festividad se celebra desde que se cambió al calendario gregoriano en el año 1582.

En España, que es donde se desarrolla la acción de la cinta, la tradición más extendida es la de las doce uvas, que consiste en comerse una uva con cada campanada que da el reloj de la Puerta del Sol, en Madrid, a las 12 de la noche el día 31 de diciembre, ello es para tener buena suerte en el año venidero; sin embargo, al matrimonio protagonista las 12 uvas ni un racimo entero les dará esa fortuna.

EL INVITADO INESPERADO

A la cena para despedir el año viejo están invitados Santi y Eduardo, hermano y padre, respectivamente de Carlos, o bien cuñado y suegro de Ana, quienes al llegar notan lo tenso del ambiente, pues Carlos sigue discutiendo con Ana sobre el mensaje de su jefe, pero antes de que sea medianoche, escuchan ruidos en el baño, sin saber si se trata de un animal o de alguna persona, pero al parecer no es ni lo uno ni la otra: es Dios.

En el Evangelio de San Juan 12,44, se señala que Jesús exclamó: “El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.” Prácticamente, se establece que aquél que deja entrar a Dios en su vida, en su corazón, tendrá garantizado entrar a su Reino, pero ¿qué sucede cuando Dios ha entrado sin invitación y nadie cree que en realidad sea Dios?

La presentación del que dice ser Dios no es como lo han mostrado la mayoría de las películas, esto es, como paloma, zarza ardiente, un señor de cabello y barba blancos con poderes curativos y tendencia a la empatía; no, el Dios de esta cinta es tan peculiar, pues llega con la cara sucia y barba descuidada propia de un mendigo de apenas metro treinta de altura y unas maneras muy poco ortodoxas; a simple vista no despierta ningún tipo de sentimiento positivo y ni cumple con los estándares bondadosos que promulga la Iglesia.

Pero ¿dónde está la imagen y semejanza?

De igual forma en Génesis 1:26, se señala:  “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;’ y si bien la doctrina fundamental teológica del judaísmo y del cristianismo señala que los seres humanos son creados a imagen y semejanza de Dios, ello no implica que Dios posea rasgos similares a los humanos, sino que la declaración es un lenguaje figurado para Dios que otorga un honor especial a la humanidad, que no confirió al resto de la creación, que algunos teólogos lo estiman como la conciencia y la capacidad de hablar; ambas facultades que diferencian a la humanidad de los animales y le permiten al hombre comprender conceptos e ideas que no son meramente instintivos.

Pero, ¿qué sucedería si esa imagen y semejanza se refiere a las actitudes que tiene la humanidad y que el Dios enano refleja en la cinta?

EL CREADOR ANIQUILADOR

El vagabundo enano que dice ser Dios amenaza con acabar con la humanidad al día siguiente, dando a los cuatro protagonistas la oportunidad de elegir a las dos únicas personas que podrán salvarse, nombres que apuntara en una pequeña libreta; obviamente no le creen que sea Dios ni que pueda acabar con la humanidad, así que, ante la incredulidad, les da una muestra de su poder.

Los personajes se presentan como estrambóticos, neuróticos y miserables, aunque también irresistiblemente humanos, que ante un escenario de pesadilla y un dilema moral deben decidir si salvar a su especie o lograr su propia supervivencia, el altruismo frente al egoísmo; es claro que el hombre nunca sabe cómo va a reaccionar ante una catástrofe, tampoco si se le apareciera Dios y le dijera que al día siguiente moriría todo el mundo excepto las dos personas que pudiera elegir.

Ese dilema moral traspasa la pantalla y obliga al espectador a hacerse el mismo planteamiento tan comprometedor: salvar a la especie o salvarse a sí mismo.

La decisión admite sólo dos opciones: es salvarse a sí mismo o ser benevolente con el prójimo, pero el altruismo no suele aparecer en las opciones del ser humano cuando a la supervivencia se refiere; y sólo Dios Todopoderoso, es capaz de matar y revivir a su voluntad, es capaz de crear y de aniquilar sin ser lastimado o ¿acaso se podrá matar a Dios?

En una escena se muestra que Dios se ha herido una mano y que sangra, por lo cual los protagonistas deciden matarlo y así evitarán que acabe con la humanidad, al parecer hay una tercera opción, pero ¿qué tan moral será esta opción?

Matar a Dios, es una cinta en la que destaca su crítica hacia la moral de las personas y la ausencia de todos aquellos valores que les deben ser propios; pero tan humano es la bondad como la maldad, así como el rencor, el odio o el propio amor, los personajes, representados como unos pobres diablos a los que les ha tocado vivir la peor noche de sus vidas, y quizás también la última.

Al final, sea o no mortal, el señor Todopoderoso, la cinta nos muestra que se puede matar a Dios, pero no sus designios.

Y como nuestro amable lector siempre tiene la mejor respuesta, dígame usted ¿A quién salvaría?

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