Por Itzel Toledo García
Desde 2018 existe una guerra comercial entre Estados Unidos y China, la cual comenzó cuando el presidente Donald Trump empezó a poner tarifas y establecer barreras comerciales a productos chinos. Desde la perspectiva del estadounidense, era necesario actuar ante lo que consideró como prácticas comerciales injustas por parte de China hacia la economía de su país, al existir un incremento en el déficit comercial y robos de propiedad intelectual de tecnología. Ante esta situación, el gobierno chino ha acusado a Trump de tener una política proteccionista y ha buscado aumentar los lazos comerciales con otros países, por ejemplo, con Canadá y México.
El conflicto comercial entre China y Estados Unidos también se ha transferido al plano tecnológico. Esto ha sido evidente con el bloqueo comercial a la compañía china Huawei en Estados Unidos, la segunda marca más importante del mundo móvil, que está impulsando a nivel mundial la tecnología 5G (que aumentará la velocidad de conexión) con el establecimiento de estaciones base. Desde 2018 se ha prohibido la venta de celulares de esta marca en Estados Unidos y desde mayo de 2019 se bloqueó el uso de su tecnología y servicios. El argumento de la administración de Trump para este bloqueo es que la compañía Huawei y su arquitectura de telecomunicaciones es utilizada por el gobierno chino para realizar sabotaje y ciber espionaje a organismos clave de la seguridad estadounidense. Otra compañía de telecomunicaciones china que ha corrido con la misma suerte es ZTE. Mientras tanto, compañías como Nokia, Samsung y Qualcomm mantienen, sin interrupciones y bloqueos, un papel importante para el despliegue del 5G.
En las últimas semanas hemos visto una extensión del conflicto entre China y Estados Unidos, ahora en el plano de las aplicaciones móviles (apps). El 6 de agosto, Trump realizó dos órdenes ejecutivas para que en el transcurso de 45 días las empresas en Estados Unidos finalicen operaciones con WeChat y TikTok. WeChat es un servicio de mensajería que pertenece a Tencent. Este es un conglomerado que es dueño de numerosas propiedades tecnológicas, incluyendo estudios de videojuegos y desarrollo de otro tipo de aplicaciones. TikTok es una aplicación en la que sus usuarios crean videos de 15 segundos que están disponibles de manera pública y donde en general se muestran escenas cómicas. La aplicación cuenta en Estados Unidos con más de 80 millones de usuarios activos y es muy popular entre jóvenes menores de 20 años. TikTok es parte de la empresa china ByteDance y Microsoft está llevando a cabo conversaciones para comprarla antes del 15 de septiembre. El argumento para las órdenes ejecutivas sigue siendo que esto es necesario para proteger la seguridad nacional estadounidense. Por su parte, desde antes de la llegada de Trump a la oficina oval estadounidense, el gobierno chino ha prohibido dentro de su territorio varias aplicaciones estadounidenses como Google, Twitter y Facebook con el fin de mantener un control de su población frente a los intereses culturales occidentales.
Durante los dos últimos años, Trump se ha mostrado dispuesto a luchar contra el poder global chino tanto en el ámbito comercial como en el tecnológico. Esto forma parte de su compromiso de “volver a convertir a Estados Unidos en un grande”, es decir en una potencia global, algo que seguirá intentando hacer de ganar las elecciones presidenciales este año. Por su parte, China seguirá promoviendo la liberalización comercial y tecnológica, apelando a la expansión global de sus empresas y la utilización de su infraestructura tecnológica, pero controlando internamente la utilización de compañías y aplicaciones móviles extranjeras.
En esta lucha por el poder tecnológico mundial entre las dos grandes potencias globales también estamos viendo consecuencias en otros países. Por ejemplo, en junio Australia prohibió a Huawei proveer los equipos de 5G porque esto podría llevar a que el gobierno chino controlara las redes e infraestructura tecnológica. Otro ejemplo, en julio, India ya prohibió TikTok, WeChat y otras aplicaciones móviles chinas. Actualmente, países europeos se están cuestionando cómo proceder frente a Huawei, compañía que ya tenía contratos comerciales con operadores en el continente.
Así, en 2020, la lucha por el poder tecnológico nos permite ver la continua importancia del Estado nación en un mundo globalizado. Las transnacionales se siguen viendo como símbolos nacionales que hay que proteger y promover, mientras tanto las transnacionales aprovechan los intereses nacionales para aumentar su poderío económico.