Por Jesús Michel Narváez
Aliarse con otros que no son de tu equipo tiene un solo sentido: ganarle al competidor. Se busca realizarlas con los que son mejores y que con su apoyo los lleve a la victoria. No se busca a los peores que tu sino a los mejores. Juntos la “pueden hacer”. Pero si la alianza es con uno peor que el equipo que quieres llevar al triunfo, el fracaso está anunciado.
Cuando Alejandro Moreno Cárdenas, (Alito) anuncia con bombo y platillos que el partido que dirige, ni lidera, buscará una alianza electoral con el PRD rumbo a las elecciones del 2021, hay que ponerse a llorar.
PRI y PRD son dos partidos en vías de desaparición. Y no, no se trata de descalificarlos. Es revisar los números y la presencia que tienen en el Congreso de la Unión, en los gobiernos estatales, en los congresos locales y en las presidencias municipales.
Lo importante, políticamente, para 2021 son dos temas: la renovación de la Cámara de Diputados y el relevo de 12 gobernadores.
No hay que detenerse en los mandatarios estatales. Hay que fijarse en el cambio total de la mitad del Congreso y que lo representan los Diputados.
El PRI tiene 46 diputados, el 70 por ciento de representación proporcional; el PRD tenía 11 hasta que su anterior coordinador decidió irse a Morena.
Los números no mienten. En el Senado de la República, que no se renueva, el PRI tiene 14 senadores y solamente uno de mayoría; el PRD tenía 5 y ahora 4 con lo cual, legalmente, no debería ser Grupo Parlamentario.
Concediendo sin aceptar que en los comicios de 2018 la figura de Andrés Manuel López y la petición al votante de que le dieran el poder también en el Legislativo le dieron mayoría en Diputados y casi en el Senado, en 2021 no estará en la boleta pero eso no hará la diferencia ni le dará oxígeno a los partidos cuya visión es similar, porque el primero, el PRI, sentó las bases de la organización partidista y el segundo la copió casi a letra. Son hermanos. De sangre. De Ideología. De mañas.
PRI y PRD son partidos cuyo desprestigio no tiene precio. Ni en compras a seis meses y sin intereses.
¿Cuál es el fin de esta alianza anunciada por Moreno Cárdenas y Ángel Ávila?
Pareciera que ninguno de los dos dirigentes no han entendido que los electores vomitan a sus partidos, literalmente, y que no serán opción ganadora en 2021.
Hay que preguntarse, sin ánimo de amarrar navajas, quién paga una alianza con destino a la derrota. No es fácil la respuesta.
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