*El Reinicio en Ojinaga del Viejo Conflicto con el Tío Sam
*La Confrontación y el Incendio de Vehículos
*Boa: la Persistencia del Presidente en su Belicosidad
*Panistas Acusados de Sublevar, Manipular
*También de Azuzar y de Levantar en Armas
*El Rezago del Agro y la Superficialidad del Tema Delicado
Por Rafael Navarro Barrón
“¡Usted no va a entender el movimiento porque no es como nosotros! ¡Tiene todo el día el culo en una silla y yo trabajo desde los 20 años!».
El delegado de Programas Federales que representa a AMLO en Chihuahua se baja el tapabocas después de escuchar a un hombre de campo que grita desaforado. “Te gané, yo trabajo desde los 13 años”, señala el maestro Juan Carlos Loera subiendo la voz, pero no al mismo tono de quien lo incrimina en el conflicto del agua.
Son las negociaciones por el tema del agua que el gobierno federal tiene que entregar a los Estados Unidos para cumplir con un añejo acuerdo, tan viejo e injusto que quienes lo firmaron ya están muertos.
El Tratado del Agua de 1944, entre nuestro país y los Estados Unidos señala que el Tío Sam tiene derecho a un tercio del agua que llegue al Río Grande proveniente de seis afluentes mexicanos.
Tras el diálogo entre el maestro Loera y los campesinos, una turba de hombres del campo le hizo ver su suerte al delegado. Le pegaron en la cabeza, lo jalaron, lo empujaron, lo insultaron mientras Juan Carlos Loera y la comisión negociadora intentaban llegar a la camioneta de modelo reciente, color blanco, seguramente del gobierno federal que minutos después fue volteada a fuerza de músculo e incendiada igual que otros dos vehículos oficiales.
Finalmente, el enviado de AMLO se tuvo que refugiar en la presidencia municipal y horas más tarde anunciaría en un mensaje de Facebook que “estaba bien” y que ya “había sido liberado”.
El incidente se registró en la emblemática ciudad de Ojinaga, Chihuahua, frontera con Presidio, Texas, una devastada ciudad fronteriza americana que vive gracias a los mexicanos. La ciudad de Ojinaga se recuerda porque en una visita de Enrique Peña Nieto equivocó el nombre y la llamó “Okinawa”, ahora los chihuahuenses le dicen así en memoria de aquel emblemático día.
El incidente de Ojinaga obtuvo una inmediata respuesta federal, pero enconó, nuevamente, al gobierno de Javier Corral con la 4T, pues las huestes panistas, entre ellos el diputado Mario Mata, fueron acusados de sublevar, manipular, azuzar y levantar en armas, a los campesinos, en contra del gobierno morenista.
Minutos después, nuestro país, viviría una nueva cruzada en la lucha política, enconada por la persistencia del presidente de la república que, en su belicosidad, sigue haciendo política desde el poder presidencial; y los opositores, incitándolo todos los días, para sacarlo de sus casillas, algo muy sencillo en un hombre emocionalmente afectado.
La presentación y alusión que hiciera Andrés Manuel López Obrador del supuesto Bloque Amplio Opositor (BOA), en donde participan gobernadores de oposición y empresarios, motivó a que Javier Corral Jurado se deslindara de ese movimiento que intenta derrocar a AMLO. Al concluir la rueda de prensa virtual, el chihuahuense, hizo colocar sobre la imagen televisiva de la presentación del documento conspirador que dio a conocer la Presidencia de la República, una mención a otra boa, con el fondo musical del mismo nombre, cantado por la Sonora Santanera.
Corral Jurado, en una reacción infantil, jugueteaba con su jefe de comunicación social, sin que la transmisión de Facebook fuera detenida. La risa y las muecas, como quien hace una vagancia, eran observadas por los cibernautas que cada día conocen más como es la política real.
El conflicto del agua y el conflicto político es uno más de los muchos problemas que enfrenta el Estado de Chihuahua. La llegada del nuevo gobierno federal agravó la situación del campo.
El tema del agua es delicado cuando no se conoce la problemática del campo. Entregar el vital líquido a los Estados Unidos en plena época de sequía, con temperaturas de 40 grados centígrados, es una torpeza, pues el 70 por ciento se pierde entre la absorción y la evaporación.
México, de acuerdo al Tratado Internacional de Aguas, tiene hasta el mes de octubre para pagar el tercio de cuota a la que estamos obligados.
El tema del campo es escabroso por nuevos motivos que se han integrado a su problemática. A la producción agrícola se han sumado una serie de variantes que antes no existían. A la agresividad natural de los campesinos se ha unido la introducción de gente ligada, directa o indirectamente, al crimen organizado.
En el noroeste del Estado operan los grupos menonitas, unos agresivos productores que se han acostumbrado a no pagar el agua y a no pagar la electricidad, sin que las instancias federales hagan algo al respecto.
Se trata pues de una situación que rebasa las estructuras de gobierno, los liderazgos y las posiciones políticas. No es un asunto de dar agua a los Estados Unidos, es un tema más profundo que tiene que ver con la administración, con el rezago del campo y con la forma superficial en la que se intenta tratar un tema tan delicado como el del campo mexicano.
Diría un experto conocedor de la producción campesina: lo único cierto en Chihuahua es su falta de agua.