La Tabla (de Salvamento) del Cuatro que nos Vende Arturo Herrera

Lascas Económicas

*El Problema Sobre Esto es que Hace Falta un Insumo Caro: Credibilidad

*Se Confía Mucho en Factores que no Podemos ni Vamos a Controlar

Por Jaime Contreras Salcedo

Sorprende, y mucho, que el titular de las finanzas públicas, o eso nos vendieron, Arturo Herrera Gutiérrez, nos venga a decir que sí habrá recuperación económica en el segundo semestre de este año; que son cuatro los pilares de esta mesa en la que podremos sentarnos para comer como buenos cristianos y, por supuesto, eso nos permitirá crecer y desarrollarnos a pesar de que todos los indicadores van en contra sentido por el desplome de los precios internacionales del petróleo, así como por una pandemia que sigue enseñándonos los dientes un día sí y otro también.

No vamos a poner en tela de juicio sus alegorías simbólicas en eso del repunte anunciado, por mucho que se parezcan a las que usa determinada marca de tenis a nivel global, no. Pero llama la atención que el fallido futbolista metido a secretario de Hacienda pretenda vendernos la historia de que en el periodo julio-diciembre veremos, en efecto, la luz del otro lado del túnel, cuando las cosas están peor que nunca, al menos para cerca del 80 por ciento de la población, según estimaciones moderadas de circunspectos científicos sociales y financieros.

Pongámonos de acuerdo: eso de adelantar el gasto, señor funcionario, resulta como una suerte de contrasentido cuando nos viene diciendo su jefe, el inquilino de palacio, que corresponderá al gobierno no solo apretarse el cinturón sino apretárselo también a una serie de partidas presupuestales para que “nos ahorremos más de 250 mil millones de pesos” que serán destinados, nos ha subrayado en varios momentos, para la atención a los sectores que se han visto más afectados por la pandemia y otras linduras.

Esos cuatro puntos a los que ha aludido Herrera, por otra parte, necesitan no nada más una explicación en manzanitas para que los alcance a deglutir el pueblo bueno y sabio sino, sobre todo, para que los agentes económicos le concedan un insumo que en estos momentos está muy, muy, caro: credibilidad. No es algo que se deba soslayar, y menos en estos momentos por los que vive este sufrido país y sus actores, todos.

Henchido de optimismo, nuestro amigo, el otro inquilino palaciego, nos hizo ver a legos y conocedores que, ni hablar, México sí que se recuperará en forma importante en la segunda mitad del año, si sobrevivimos, aunque nos aclaró casi de inmediato que esos movimientos alcistas no se darán a la misma velocidad con la que hemos caído. O para plantearlo en palitos y bolitas: como para el 2022 empezaremos a situarnos en niveles cercanos a los que se tenían… a finales del sexenio pasado. Y que conste que esto último no lo dijo Herrera sino un montón de consultores que encuesta el Banco de México mes a mes. La frialdad de las cifras, diría el cronista deportivo.

Ya entrados en sonrisas y con la idea también de calmar mercados e inquietudes, el responsable de la hacienda pública nos recalcó que ya se está acelerando el gasto, desde ahora, que se tenía programado para octubre y noviembre, en especial en aquellos proyectos emblemáticos del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, es decir, el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas, en Tabasco.

En el segundo lugar, nos vino a contar en uno de los corredores de Palacio Nacional, arriba justamente del Recinto a Juárez, que en esto del reimpulso de los negocios, todos y cada una de las empresas privadas tendrán acceso a los recursos suficientes, créditos para que no se nos emocionen, “con la premura adecuada”. La única duda es saber si los capitanes de las entidades empresariales están dispuestos a embarcarse –nuevamente- en eso de adquirir financiamientos caros, aunque nos vengan a decir que las tasas de interés se están cayendo de buenas las condenadas.

Fuentes de financiamiento, que se les conoce.

Sin muletas a la vista, no vaya a ser y la gente empiece a hacer sus negras conjeturas de costumbre, Arturo Herrera hizo suya una frase que utiliza reiteradamente el que trabaja como su jefe: “nos enfocaremos en dos sectores que pueden servir de arrastre a la economía: la construcción y lo que tiene que ver con el comercio exterior, en particular con las industrias ligadas a la cadena de valor de Estados Unidos”.

El doctorante y académico de la Universidad de Nueva York (o sea, otro fifi enmascarado), nos ha venido subrayando en los últimos días y en diversas plataformas que la construcción es un sector muy importante para México y sus trabajadores, que desafortunadamente perdió muchos empleos en esta crisis. Y que la idea, salvo su mejor opinión, es reactivar esta industria “lo más pronto posible”, bajo el apotegma repetido hasta el cansancio que este rubro es uno de los primeros en levantarse tras una crisis y en donde veremos más empleo que nunca.

Ya con el optimismo rampante, polvo vencedor del sol, el secretario de Hacienda y Crédito Público asevera ante propios y extraños que este gobierno desarrolla su cuarta apuesta que está a la vista de todos, aunque no ha probado aún su eficacia hasta el momento: el Tratado recargado del Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, el TMEC por aquello de los acrónimos y despistados que nunca faltan.

Este convenio, si lo hay, es ni más ni menos que la verdadera fuente del maná del cielo, la creadora y fortalecedora de cadenas de valor, de empleos formales, de producción, productividad y una infinidad de virtudes y propiedades que la savia ni el nopal soñaron nunca en su vida de cactáceas. Tan es así, nos pasó a recordar, que bajo estos auspicios y augurios reinició labores ni más ni menos que el sector automotriz en las tres latitudes, a pesar de las menguadas ganancias que se han visto a lo largo de los primeros 150 días de este oscuro ejercicio al que todo el mundo le urge que se acabe. “Si todos trabajamos de manera decidida, remató el funcionario de marras, estoy seguro de que, a pesar de lo trágico y difícil que ha sido, regresaremos a una nueva normalidad lo antes posible”, sostuvo con singular acento.

Las cosas no parecen tan sencillas. No lo serán, por mucho que nos traten de vender y de hacer tamales oaxaqueños, de chivo, en abonos y a precios congelados. Pero eso lo vemos en este mismo espacio junto a otras piedras celestiales, siderales, la semana entrante. ¿Le parece? Le esperamos. Jacs95@hotmail.com.

 

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