*La Malinterpretación y las Decisiones Incorrectas
*Mensajes Contradictorios e Interpretación Ambigua
*El Peligro Persiste”, Dicen Tardíamente Para Rectificar
*El Derecho de Mentir al Proporcionar Información
Por Nidia Marín
No se puede negar la enorme confusión existente entre los mexicanos, debido a la opaca y perversa incomunicación sobre la pandemia, que se ha estado enviando desde las altas esferas del poder.
El domingo 31 de mayo, miles de ciudadanos se preparaban para salir a la calle y al trabajo porque las autoridades sanitarias habían dado carta abierta e impulso para que concluyera la etapa del confinamiento, al mismo tiempo que alertaban de que el pico de la pandemia estaba en su nivel más elevado.
¿Por fin? ¿Sí o no? Se preguntaron muchos y, claro, hartos del encierro prefirieron salir a la calle en masa. Las consecuencias no se harán esperar, aunque serán ocultadas, como se ha hecho en los últimos tres meses, admitido así por el subsecretario-vocero Hugo López- Gatell, quien responde a las órdenes del Presidente. Síntesis: gana la economía, pierden los mexicanos.
LA COMUNICACIÓN EN UNA EMERGENCIA
Pero, a todo esto ¿cómo debe ser la comunicación en una emergencia? Es obvio, pero no lo diremos nosotros, sino María Patricia Acinas Acinas, psicóloga, especialista en Psicología de Urgencias, Emergencias y Catástrofes, supervisora Nacional Intervención Psicológica Especializada (IPSE).
Lo señala en su trabajo “Información a la Población en Situaciones de Emergencia y Riesgo Colectivo”, publicada por Scielo en el año 2000.
En el resumen señala la revisión del proceso de comunicación pública en emergencias. Dice:
“Un mensaje de alerta puede facilitar a la población información sobre riesgos inminentes que han precipitado la alerta de emergencia.
“Informar a la población sobre las características del riesgo minimizará la probabilidad de que las personas malinterpreten el riesgo y tomen decisiones incorrectas respecto a qué hacer, especialmente en emergencias prolongadas”.
Señala También:
“La respuesta humana a las alertas por riesgos está influenciada por varios factores. Si las personas responsables los conocen, podrían hacer cambios en futuros planes de evacuación.
“Aunque la sabiduría popular considera que las falsas alarmas reducen la disponibilidad de la población para responder a futuros eventos, algunas investigaciones han hallado que esto puede mostrar cómo los humanos responden a alertas y lo que deben hacer los Directores de Emergencia respecto a la gestión de la emergencia”.
Dice en su texto, por ejemplo:
“En una situación de emergencia es fundamental saber de quién se puede obtener información para que el progreso de la misma se haga de manera adecuada y a quién debe proporcionarse la información, para facilitar la gestión de todo el proceso. En muchos casos las mismas personas asumen los dos roles; entonces debemos velar por que la comunicación sea fluida entre ellos. Según Pérez de Tudela (1994) ni las declaraciones de testigos presenciales de la emergencia ni la información técnica, son suficientes para que la población proceda con prontitud. Además, a veces los mensajes que se dan a la población son contradictorios o se interpretan de manera ambigua”.
A TROMPICONES INFORMATIVOS
Eso ha sucedido en México a lo largo de los últimos tres meses. Y seguramente así continuará porque no hay rectificación y tampoco interés en realizar modificaciones.
Apenas presuntamente se dio el permiso para ser chino libre, con la “nueva normalidad” planteada por López Obrador, exactamente el día 31 López-Gatell dijo lo contrario:
“Quiero dejar un mensaje muy, muy claro para la ciudadanía, hoy no, no se acaba la epidemia, hoy no se acaba la restricción necesaria de la movilidad en espacio público para seguir mitigando la epidemia de Covid. Hoy no se acaba, continua la epidemia y es importantísimo mantenernos todavía con las medidas de mitigación que se basan en restringir la movilidad en el espacio público”,
Además expresó que el pasado 1º de junio, no es regresar a la normalidad o abrir libremente todas las actividades sociales, económicas y educativas, “¡no lo es, no lo es!”, exclamó, para enseguida recalcar que la sociedad debe saber “el peligro persiste” y que toda la república se encuentra en el semáforo rojo.
Otra vez el sí y el no… Tarde, muy tarde… para rectificar.
Vale en esta problemática, de políticos comunicó logos y periodistas que procesan dicha información, exponer un planteamiento del escritor y periodista español Alex Grijelmo, premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades.
En su texto “La Información del Silencio. Como se Miente Contando Hechos Reales”, dice, por ejemplo:
“8.- Los actos de silencio semántico y estratégico pueden ser manipulados y trasladar por tanto al receptor una falsa sensación de realidad ante la cual, al menos en un primer momento, se encuentra indefenso. Solo puede salir del engaño de inmediato (en el proceso mismo de la comunicación) si percibe elementos incongruentes con la idea que acaba de procesar”.
También dice:
“12.-La actividad de quien descifra un mensaje no es en modo alguno pasiva, tiene que rebuscar en todos los rincones de su memoria con el fin de encontrar en su conocimiento enciclopédico una premisa que le permita obtener una conclusión novedosa. Y lo hace necesariamente y también con rapiez”
Asegura, además:
“13.- … una información verdadera puede ser inveraz merced a los silencios insertos en ella”.
Y dice:
“14.- Si en algún caso estamos en nuestro derecho de mentir, estaremos también en nuestro derecho de ser inveraces, expresando hechos verdaderos por vía del silencio. Por el mismo motivo, si en algún caso no tenemos derecho a mentir (como sucede en el periodismo) no tenemos derecho a ser inveraces y generar inferencias falsas. Desde esta conclusión apoyamos una perspectiva ética a favor de nuestro trabajo: se hace preciso regular el silencio y sus significados en el lenguaje periodístico”.
¿Continuará la verdad a medias o la mentira en seco, mientras prevalezca la pandemia en nuestro país?
Júrelo.