Por Iván Ruiz Flores
Todo se fue al diablo ¿O no? Las energías limpias, ya lo dijeron desde Palacio Nacional no rifan más en México. La nueva confrontación presidencial con el sector empresarial quedó asentada desde que la Secretaría de Energía publicó un acuerdo que frena la inversión privada en las denominadas energías limpias.
El pretexto fue el coronavirus. Las consecuencias no se hicieron esperar. De inmediato la Unión Europea y Canadá alertaron sobre l.as modificaciones a las leyes y los acuerdos existentes en la materia con México.
¿Qué va a pasar con las energías limpias? Se desconoce con exactitud si hay algo previsto para el futuro o simplemente todo lo realizado hasta ahora se va por la alcantarilla de la 4T.
Hasta hace dos o tres años se consideraba que México contaba con un enorme potencial en recursos renovables y que gracias a las reformas implementadas en el sector energético, se habían ido eliminando barreras que impedían el desarrollo de nuevos proyectos y tecnologías limpias, logrando incrementos en la generación limpia muy por encima de la energía fósil.
Hoy lo que sucederá es un albur.
Pero hace algunos años había expectativas. Por ejemplo, de 2016 a 2017, la generación fósil habría crecido en 2.07 % y la limpia en 6.98 %.
La dependencia encargada señalaba que durante el 2017, el 21.08 % de la energía eléctrica se habría generado a partir de fuentes limpias (69,396.16 GWh).
También precisaban que la capacidad instalada con energías limpias había alcanzado los 22,327.40 MW que representaban el 29.5 % de la capacidad nacional instalada.
El comentario que hacían en la dependencia federal era que el 2017 fue un año en el que la energía fotovoltaica tuvo un crecimiento sin precedentes, al alcanzar una generación de 1,149.6 GWh (934.81 GWh más que en 2016) y un crecimiento en capacidad instalada de 285.13 MW (73.73 %).
Consideraban que el factor fundamental del crecimiento en tal sector fue el incremento de sistemas de generación distribuida.
De la generación eólica decían que sólo había incrementado en 1.5 % con respecto al 2016 (157.09 GWh), “debido a los daños causados en el estado de Oaxaca por el sismo del 7 de septiembre de 2017, que provocó paros técnicos en varios parques eólicos y en la Subestación Eléctrica de Ixtepec, la cual hasta enero de 2018 funcionaba al 66 % de su capacidad”.
Adicionalmente, expresaban, “se espera que al cierre del 2021 se instalen aproximadamente 3,930 MW, (94% más de la capacidad actual), que se componen de la siguiente manera: 1,809 MW de nuevas centrales, 5 proyectos de la primera subasta (394 MW), 10 proyectos de la segunda subasta (1,038 MW) y 6 proyectos de la tercera subasta (689 MW)”.
Pues ya no.
Otra síntesis que hacían era que las plantas hidroeléctricas representaban el 16.70% de la capacidad nacional instalada, seguidas por los parques eólicos con el 5.55 %.
Tenían la esperanza de que en los próximos dos años (2019) la capacidad instalada se incrementara a cerca de 7,000 MW como resultado de los proyectos ganadores de las tres primeras subastas de largo plazo.
Pero en ese año ya estaba en el poder el abanderado de Morena.
Hasta 2017 se avanzaba. La Sener señalaba que la evolución histórica de la energía del bagazo de caña a partir de 2014 había mostrado un crecimiento anual promedio del 7.8 % y una adición de capacidad de 307.85 MW.
En ese año la generación de energía incrementó un 19.76 %, a pesar de que la capacidad instalada se mantuvo prácticamente constante (3.6 % mayor al 2016).
También resaltaban que entre 2012 y 2016 la energía generada por biogás había registrado un crecimiento del 10.2 % y su capacidad creció en un 89.89 %. Durante 2017 los sistemas de biogás incrementaron su capacidad en 103.09 % y su generación en 82.44 % debido principalmente al aprovechamiento de biogás en el tratamiento de aguas residuales en Atotonilco, Estado de México.
Se referían, además, a la geotermia que entre 2012 y 2017 había mantenido una generación con un crecimiento anual promedio de 0.8 %. Se esperaba que con la emisión de 21 permisos de exploración entre 2015 y 2017, resultado de la reforma energética, se lograría un mayor aprovechamiento del potencial existente en los próximos años. Se desconoce qué pasó.
De la energía Hidroeléctrica, señaló la Sener, que entre 2012 y 2017 la energía hidroeléctrica había tenido un crecimiento en su capacidad del 1.9 %, sin embargo, la tecnología ha presentado variaciones importantes en su generación debido principalmente a factores climáticos.
“Durante el 2017, aumentó en 3.04 % la generación de energía, manteniendo una participación del 9.68 % en la generación nacional. Históricamente, se ha comprobado la alta vulnerabilidad de esta fuente ante los fenómenos climatológicos, por lo que se buscan alternativas que permitan dar un mayor respaldo y resiliencia a esta tecnología”, precisó.
Para las energías limpias en México, hoy, nada está escrito.