*Las Capitales de Países Muestran su Fragilidad
*También las Enormes Aglomeraciones son Objetivo Vírico
*El Tamaño de la Destrucción Amenaza con ser Terrible
*Lo Peor es que en 2030 Habrá más Engendros
Por Nidia Marín
Ni como defenderse. El hecho de que la actual pandemia esté comiéndose tácitamente a la humanidad tiene como foco vital, indudablemente, la zona de los nidos de los virus: las grandes ciudades… ¿y sus laboratorios? De ahí que, en general, sean las capitales de las 187 naciones “enfermas” donde se presentan las más altas cifras de infectados y de fallecidos, apoyadas además en las conurbaciones.
Hasta dónde llegará la cifra de infectados en el mundo. ¿A los cinco millones? ¿Serán más? ¿Y los muertos cuantos sumarán? ¿Alcanzarán el millón? Es muy temprano para saberlo.
De la misma manera, aun desconocemos el tamaño de la destrucción de vidas y los efectos colaterales en el caso de México.
Desde 2019 la Organización Mundial de la Salud advertía de otra pandemia que enfrentaría el mundo, aunque mencionaba que “no se sabe cuándo llegará y qué tan grave será”.
Precisaba: “Las defensas globales serán tan efectivas como el más débil de los eslabones en un sistema de preparación para emergencia y respuesta en cualquier país”. Tenía razón.
También hacía notar que supervisaba constantemente la circulación de los virus de la influenza para detectar posibles cepas pandémicas y que 153 instituciones en 114 países participaban en la vigilancia y respuesta globales.
El asunto es que más temprano que tarde, se hizo realidad la advertencia y aquí estamos viendo como la mayoría de las capitales de los países son las más afectadas. Como tristes ejemplos están: Madrid, España; Roma, Italia, Moscú, Rusia; Londres, Reino Unido; París, Francia; Tokio, Japón; Ciudad de México, México; Río de Janeiro ( la antigua capital) en Brasil; Santiago, en Chile; Buenos Aires, Argentina entre cientos.
Pero también las enormes aglomeraciones urbanas son el objetivo del virus. Las veinte que han sido consideradas como tales son: Guangzhou, que tiene el primer sitio con más de 46 millones de habitantes; Tokio, Japón, segundo lugar con más de 40 millones de seres; Shangai, China, tercera, con 33 millones; cuarto lugar, Yakarta, Indonesia con más de 31 millones; quinto sitio, Nueva Dehli, India, con más de 30 millones; sexto, Manila, Filipinas con más de 25 millones; séptimo, Bombay, India, con más de 25 millones; octavo, Seul, Corea del Sur con más de 24 millones; noveno lugar, Ciudad de México, con más de 23 millones. Hay muchas más que son enormes y populosas.
De ahí que haya señalamientos internacionales acerca de que más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades. De cada 10 personas, 6 radicarán en ciudades para 2030, y 7 para 2050.
No es todo. Entre 1995 y 2005 la población urbana de los países en desarrollo aumentó en una media de 1.2 millones de personas por semana, o sea, unas 165.000 personas por día.
Uno de cada tres residentes urbanos vive en tugurios, es decir, 1.000 millones de personas en todo el mundo.
Y en todo el mundo la contaminación del aire causa anualmente unos 1.2 millones de defunciones como consecuencia, principalmente, de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Aseguran que una proporción considerable de la contaminación del aire en los centros urbanos se debe a los vehículos motorizados, aunque la contaminación industrial, la generación de electricidad y, en los países menos adelantados, el uso de combustibles en los hogares, también son importantes fuentes de contaminación.
La incidencia de la tuberculosis es mucho más elevada en las grandes ciudades.
Los entornos urbanos tienden a desalentar la actividad física y propician el consumo de alimentos insalubres. La actividad física se ve obstaculizada por diversos factores urbanos que incluyen el hacinamiento, el gran volumen de tráfico, el intenso uso de medios de transporte motorizados, la mala calidad del aire y la falta de espacios públicos seguros y de instalaciones recreativas y deportivas.
Hoy, después de la gran lección que nos está proporcionando el Covid-19, los gobernantes deberán atender las recomendaciones de los verdaderos urbanistas y además, junto a los empresarios desarrollar fuentes de empleo fuera de las grandes y saturadas ciudades, así como también respetar lo poco de la naturaleza que resta en las urbes y en las naciones.
De otra manera, las pandemias seguirán cobrando con vidas humanas.