Educación en Tiempos de COVID-19

*La Pandemia ha Remarcado la Brecha Entre Estudiantes de Diferentes Estratos Socioeconómicos y Regiones del Mundo

Por Itzel Toledo García

Según datos de la UNESCO, el 6 de mayo la educación de 1,268,164,088 estudiantes, desde el jardín de niños hasta la preparatoria, estaba afectada por el actual brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19), es decir el 72.4% de la población estudiantil mundial en 177 países. Éste es un número menor al del 1 de abril, cuando 91.3% (1,598,099,008 personas en 193 países) vio modificaciones en su educación debido al cierre de escuelas.

Algunas escuelas transitaron a la educación por videoconferencias, otras optaron por enviar actividades para realizar en casa. Esto ha sido prácticamente imposible para las comunidades sin acceso a internet o cuya población no tiene el equipo electrónico necesario, en estos casos algunas educadoras han optado por llevar las actividades personalmente al hogar de sus estudiantes. Así, la pandemia ha remarcado la brecha entre estudiantes de diferentes estratos socioeconómicos y regiones del mundo.

La pandemia global también ha dejado ver las diferencias en las condiciones laborales que tienen las y los maestros. Docentes de distintos niveles de educación han tenido que modificar sus planes de estudio y actividades para transitar a la educación a distancia en muy pocos días, la mayoría de las veces sin un entrenamiento previo y sin el equipo electrónico adecuado. Así, a prueba y error, han tenido que desarrollar técnicas de enseñanza para asegurar que sus estudiantes se concentren y sigan aprendiendo. Esto es un reto enorme pues son condiciones muy distintas a las normales, en vez de enseñar en un salón donde ya hay dinámicas establecidas (que se formaron con el paso de los meses), ahora hay que establecer nuevas dinámicas y explorar formas para que los y las estudiantes desarrollen sus capacidades intelectuales a la par que se intenta brindar apoyo psicosocial ante la nueva normalidad. Es importante recordar que a ello se le suma la presión por parte de autoridades y familiares para que no se pierda el año escolar.

Esto también ha implicado un cambio en la cotidianidad de estudiantes, quienes según el país pasan normalmente entre un tercio o la mitad de su vida entre semana en las escuelas aprendiendo de sus profesores y compañeros, tanto en las aulas como en los pasillos. Ahora es momento de aprender a la distancia, a veces solos, otras veces acompañados de sus familiares, quienes no siempre tienen el conocimiento, la paciencia o el tiempo para apoyar su aprendizaje.

El cierre de escuelas igualmente ha tenido consecuencias para las familias. La tendencia mundial es que las mujeres (abuelas, madres, tías y hermanas) han sido quienes se están encargando de que las y los estudiantes cumplan con la educación a distancia durante el confinamiento. Esto mientras ellas siguen realizando otras labores como trabajar (a distancia cuando es posible), cocinar, limpiar y en algunos cuidar de algún familiar.

Esperemos que la pandemia haga a estudiantes y familiares revalorar la importante labor que realizan docentes alrededor del mundo cuyo día se celebra en México este 15 de mayo y a nivel mundial el 5 de octubre. Revalorización que implicaría presionar a gobiernos para que realicen una mayor inversión en el sector educativo para disminuir la brecha entre estudiantes de familias acaudaladas y las que no tienen recursos, así como entre los que viven en zonas urbanas o rurales. También será importante exigir mejores condiciones y salarios para educadores, quienes no solamente se encargan de transmitir conocimientos, sino de desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las nuevas generaciones. E incluso, en algunos casos, marcan el rumbo de nuestras vidas.

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