Por Jesús Michel Narváez
De nueva cuenta los conservadores, los fifís y los neoliberales le impiden el presidente López Obrador cambiar a su capricho la Constitución.
Y eso debería servir de ejemplo para los diputados que forman la mayoría parlamentaria en San Lázaro.
Pero no entienden.
Porque para reducir las prerrogativas a los partidos políticos, excesivas y todos estamos de acuerdo en ello, se requiere una reforma constitucional.
Y es lo que no entienden los diputados coordinados por Mario Delgado.
El propio Delgado no lo entiende.
Los partidos de oposición que ahora son minoría gracias al castigo de los ciudadanos, saben cuál es la estrategia de Morena: ahogarlos para que no tengan recursos durante su participación en las elecciones del 2021.
Y salvo que se desconozca la Constitución las minorías saben qué sin recursos no podrán moverse para convencer, algo sumamente difícil, a los votantes para que les regrese la confianza que perdieron no solamente en 2018 sino desde hace varios lustros.
Pero el tema fundamental es que los legisladores de Morena quieren matar de inanición a los opositores y no les importa que con sus acciones estén abonando el camino para terminar con el régimen de partidos y convertir a México en una nación con más que un tufillo de dictadura.
Los opositores no comen fuego y tampoco son ingenuos ni ignorantes. Sin dinero no bailan y las elecciones serán sus tumbas.
No entender que en la Cámara de diputados pueden avasallar a los opositores pero que en el Senado de la República no pasará la reforma constitucional, es a lo menos desconocimiento del marco legal que rige a nuestro país.
¿Quiénes son los desesperados, los desmoralizados, los derrotados?
Aquellos que quieren la toda costa demostrar que se pueden quedar con el poder aunque los ciudadanos no quieran.
