Tiempos de Prueba

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

Hace años, cuando ocurrió el accidente nuclear en Fukushima, Japón, a raíz del fuerte temblor y posterior maremoto que se abatió sobre las islas japonesas, la planta nuclear se convirtió durante días y meses en una emisora de contaminación nuclear a cielo abierto y respecto a las aguas del Océano Pacífico. El gobierno nipón tenía que hacer frente a una devastación urbana y rural debido a la inundación y franco destrozo sucedido por el tsunami y en cuanto a la planta nuclear muchos obreros y directivos habían ya perecido. Sin embargo, empleados de la firma nuclear y voluntarios de cierta edad, decidieron acometer la ciclópea tarea y suicida misión de componer la planta en medio de radiaciones que les causarían la muerte. Dichos héroes japoneses no se fueron a la Comisión de Derechos Humanos de su país porque estaban exponiendo su vida; pero hay de pueblos a pueblos y en ello radica la diferencia histórica.

Otro ejemplo, pero de dimensiones  colosales, es que en plena Segunda Guerra Mundial, Adolfo Hitler decidió invadir la Unión Soviética rompiendo los pactos de no agresión que tenían entre ambos gobiernos. La rápida avanzada de los ejércitos alemanes tomó por sorpresa al propio Stalin y al politburó. Durante 1941 y 1942 la mayor parte de las batallas fueron perdidas por el Ejército Rojo. Sin embargo y paulatinamente la industria soviética empezó a transformarse para producir aviones, cañones, fusiles de una eficacia parecida a las que traían los alemanes. La terminante orden de Stalin fue resistir hasta el sacrificio de pueblos y ciudades. La avanzada de los nazis llegó hasta la ciudad de Stalingrado que fue sitiada por más de un año; se combatió por zonas urbanas, por polígonos industriales, por barrios, por calles y casa por casa (lo mismo pasaría con Berlín en 1845). No estaba permitido rendirse y mucho menos retirarse y quien lo hacía era sumariamente fusilado. Relatos elaborados por Vasili Grossman, Antony Beevor o Joachin Hellbeck dan cuenta de los horrores del sitio de Stalingrado y de la capacidad del Ejército Rojo, de los partisanos soviéticos y de la población en general para reinventarse, para sacar lo mejor de las múltiples carencias. Faltaban enfermeros, medicinas, jabón ¡¡¡comida!!! Porque hasta ratas engulleron y bebieron agua insalubre. El nuevo armamento llegó desde las reinstaladas fábricas soviéticas allende los Urales. A pesar de las terribles carencias de todo tipo, donde murieron  un millón 200 mil soldados rusos, 800 mil alemanes y 600 mil bajas civiles, la derrota de los ejércitos alemanes en Stalingrado se debió a una buena estrategia militar y el sacrificio extremo de los soviéticos para vencer al enemigo, que se sabía actuaría como un virus letal durante una pandemia. Los rusos no podían y no lo hicieron, dirigirse a la Comisión de Derechos Humanos para gimotear que había pocas mascarillas antigases, faltaba morfina para los heridos y el aire que respiraban estaba cargado de millones de partículas de desechos orgánicos y restos químicos debido a las explosiones. Pero hay de pueblos a pueblos y en ello radica la diferencia histórica.

En la actual coyuntura por la que pasa el mundo y en particular la República Mexicana, como ya lo dije la semana pasada, se necesita no una política sino una voluntad de limar asperezas y tener espíritu constructivo. En estos días, hay que repetirlo, ni el presidente López Obrador, ni las cámaras empresariales, ni las universidades públicas y privadas (carrera de medicina), ni la mayoría de los medios de comunicación han comprendido la necesidad de olvidar de momento las diferencias que son muchas y razonables, algunas de ellas. La sociedad mexicana tiene que hacer           UN ESFUERZO EXTRA que va desde el no salir de casa (porque yo veo mucha gente por las calles), la preservación de los empleos los cuales deben ser garantizados por patrones, que momentáneamente deben padecer cierta estrechez que contrasta con la experimentada por sus trabajadores. Los médicos frente al Covid-19 son los soldados que finalmente derrotaron a los alemanes en Stalingrado; el personal hospitalario es el mismo personal que libremente se apuntó para manejar la contaminada planta de Fukushima. La sociedad mexicana debe exigir que haya una dirección responsable y astuta de los asuntos nacionales, pero el esfuerzo es colectivo: si cada mexicano va tirando basura por la calle, no hay sistema de barrenderos que pueda mantener limpia calles y avenidas. Pero hay de pueblos a pueblos y en ello radica la diferencia histórica.

 

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