“El Amor en los Tiempos del Cólera”

Del Cine y las Leyes

Y del Coronavirus También

Por Horacio Armando Hernández Orozco

En tiempos de “Emergencia Sanitaria”, bien vale darse un respiro y evitar enfermarse del Covid-19, porque los males de amor son inevitables. “El Amor en los Tiempos del Cólera” (“Love in the Time of Cholera”), película de 2007, dirigida por Mike Newell, con Giovanna Mezzogiorno (Fermina Daza), Javier Bardem (Florentino Ariza), John Leguizamo (Lorenzo Daza), Fernanda Montenegro (Tránsito Ariza) y Benjamin Bratt (Juvenal Urbino), basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez.

Florentino Ariza, poeta y joven trabajador de telégrafos descubre la pasión de su vida cuando conoce a Fermina Daza; mediante una serie de apasionadas cartas, Florentino despierta el amor en el corazón de la bella joven, pero su padre se enfurece al enterarse y jura mantenerlos separados para siempre.

La película fue rodada en la ciudad de Cartagena de Indias en 2006, la historia se desarrolla a fines del s. XIX y principios del XX en la costa Caribe de Colombia, en tiempos de penuria y guerras civiles; a la ciudad costera llega la epidemia del cólera y los “síntomas del amor se confunden con los de esta enfermedad”.

EL PRIMER AMOR

Florentino va a la villa de don Lorenzo Daza y al ver a Fermina queda perdidamente enamorado de ella; de regreso a casa comienza a escribir una carta de amor y se lo comenta a su madre, Tránsito Araiza, quien le dice que debe ganarse a la tía que siempre acompaña a la joven Fermina.

Florentino tendría 21 años cuando conoció a Fermina y ella 17 años, para los tiempos en que se desarrolla la historia es factible que a esa edad ambos ya estuvieran casados o por lo menos comprometidos, recordando que la gente se casaba joven, pero todo indica que ninguno de los dos se había fijado antes en alguien, al menos con el fin de enamoramiento.

Surge un intercambio epistolar entre Florentino y Fermina, y llega el momento en que él le propone matrimonio, a lo que ella no sabe que responder, pero la tía Escolástica, mujer soltera de cuarenta años, le dice que acepte, porque ésta tenía un gran instinto para la vida y una gran vocación de complicidad, además le dice a Fermina que de cualquier forma se arrepentirá toda la vida si le dice que no.

El matrimonio en el siglo XIX se trataba de arriesgar o perder. El riesgo era casarse con el primero que lo pedía, y la pérdida era rechazarlo y quedarse soltera. Si las mujeres no tenían el nombre de “señora” a una edad joven eran culpadas y mal vistas por la sociedad.

AMOR DE LEJOS…

Lorenzo Daza se entera del amorío de su hija y decide poner punto final a esta historia; le dice a Fermina que a su edad el amor es una ilusión sin convencerla, luego amenaza de muerte a Florentino, pero él está dispuesto a morir de amor; así que la manda con unos parientes que viven en la sierra durante un año.

Florentino es un joven estudiado, sabe leer y escribir, es buen mozo y tiene un trabajo, entonces ¿por qué no lo acepta don Lorenzo?

En el siglo XIX, también llamado el siglo del qué dirán, las jóvenes no casadas eran mal vistas, por eso muchas veces sus familias se encargaban de mostrarlas ante los hombres para atraer a algún buen postor que le pidiera la mano, y los matrimonios arreglados también eran frecuentes; y resulta que Florentino no tenía posición social al ser hijo ilegítimo de Pío Quinto Loayza, quien nunca lo reconoció, además de no tener dinero.

Aunque Fermina y Florentino se siguen escribiendo y mandando telegramas, ella va cambiando, y cuando regresa a Cartagena simplemente le dice: “El amor que sentía era una ilusión, mis ojos estaban nublados.”

UN BUEN AMOR

“Si no me mata el sufrimiento de tu amor, lo hará la guerra civil o ese mal que surge de la sangre de esos hombres: el cólera, un mal más impredecible que la guerra.”, así le escribe Florentino a Fermina, quien después de terminar su noviazgo epistolar, enferma y todos creen que tiene cólera, hasta que el doctor Juvenal Urbino dictamina que sólo tiene una infección estomacal.

El doctor que se encargó de acabar con la última epidemia de cólera en el pueblo, lo hizo gracias a sus métodos novedosos, pues hizo construir el primer acueducto de la ciudad, el primer sistema de alcantarillas y el mercado público cubierto, todo lo cual le permitió obtener numerosas distinciones, entre ellas las de presidente de la Academia de la Lengua y de la Academia de la Historia.

Obvio que, al saber todas estas virtudes, Lorenzo Daza se las arregló para que su hija se comprometiera con el doctor Urbino.

Casarse con un hombre de mayor jerarquía social era muy típico, las mujeres debían aspirar a casarse con alguien de mayor rango social para ser aceptadas, pero realmente la elección la hacían los hombres para tener un nivel mayor o igual al de la mujer y poder compartir relaciones sociales sin que hubiera demasiada diferencia.

AMOR DE VIEJOS…

Tránsito ve como sufre de amor su hijo, por ello le pide a León XII Loayza, tío de Florentino y hermano de su padre, que lo emplee en un lugar lejano, donde no llegue el correo ni los telegramas.

Florentino sigue obsesionado en la espera de una oportunidad para poder volver a estar con Fermina, mientras tanto sostiene amores clandestinos con diversas mujeres, unas viudas, otras solteras y espera pacientemente por más de 50 años el día en que el doctor Urbino muera para poder tratar de reconquistarla, pero así, todo le será muy difícil después de esperar tantos años.

El amor mal correspondido puede ser tan demoledor como aquellas enfermedades que se renuevan con los tiempos, ayer el cólera, hoy el Covid-19, padecimientos que se confunden con el mal de amor.

El amor en los tiempos del cólera es la novela más íntima y querida para el novelista colombiano; es el homenaje literario a sus padres, pues en la vida real, un modesto, paciente y constante telegrafista conquistó a una mujer de familia acomodada; esta novela reta al tiempo y a la enfermedad antes de lograr un propósito.

Antes de morir Pío Quinto Loayza dijo: “Lo único que me duele de morir es que no sea de amor”.

Florentino supo guardarse, a su modo, durante más de 50 años para reunirse con Fermina, pero ¿acaso la humanidad no podrá guardarse por un tiempo para lograr reunirse con sus seres queridos?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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