Por Victor Alarcón Olguín
Me parece que el nuevo informe del Presidente pudo haber sido menos ideologizado e ido más directamente a los puntos que la gente esperaba escuchar.
Pero sin duda, vale la pena analizar el fondo de sus anuncios en materia económica, porque su esquema de redistribución del gasto público y más reducción de sueldos insiste en lo que ha promovido desde los inicios de su gestión.
Pero si su promesa de 2 millones de “nuevos empleos” solo se mantiene en su idea de generar trabajos de corto plazo o en simple gasto social, sin crear cadenas de valor agregado u expandir el acceso estable a ciertos bienes y servicios, como ha sido hasta ahora, ese esfuerzo será estéril si solo se limita al horizonte electoral de 2021-2022.
Sin duda, se podrá tener el apoyo de la gente, pero este tipo de acciones corren el riesgo de durar solo hasta el momento en que continúen fluyendo dichos recursos. Y en muchos lados eso no ha ocurrido porque simplemente no se han erradicado ni un ápice las dinámicas de corrupción e intermediarismo burocrático.
Por eso no está fácil trazar si estas medidas puedan ser suficientes para afrontar la parte más grave de la crisis recesiva que ya traíamos incluso antes de la pandemia (acciones de las cuales sólo dio aquí esbozos), por lo que será importante ver mañana lunes cómo reaccionan los mercados internacionales ante su mensaje.
Como se diría en el póker: el presidente ha decidido doblar la apuesta, reiterando la misma ruta de acciones abiertas desde su mandato. O en términos futboleros: el técnico se mantiene sin cambios y hasta el final, como Mejía Barón, pese a los clamores de la tribuna (e incluso algunos de sus jugadores) porque haga ya algunos cambios en su alineación.
El problema es que después de esto, ya no tendrá mucho más tela de dónde cortar. Dedos cruzados en todo caso.