Por Jesús Michel Narváez
Decretar la suspensión de clases aunque se diga que se adelantan las vacaciones, es una medida para aplaudirse. Pero muestra un terrible error: la falta de previsión.
La razón de peso: en las vacaciones los niños quieren la calle; los jóvenes la playa y los adultos irán a donde los hijos quieran.
¿Qué medidas sanitarias se toman en las playas y en los centros turísticos en general para impedir un colapso de salud a causa del Convid-19?
Habrá concentraciones y será imposible controlar a todos los asistentes, por ejemplo, en Acapulco que aunque deteriorado por el crimen organizado y la venta de droga, es el lugar preferido de los mexicanos.
Su cercanía con la Ciudad de México y los paquetes promocionales de hoteles y restaurantes; líneas aéreas y autobuses, permiten a medio millón de personas viajar sin contratiempos mayores. La mayoría de los paseantes atiborrarán las playas, los restaurantes, los hoteles en todas sus categorías y un buen número estará en sus casas o departamentos.
No se sabe, por ejemplo, si la Secretaría de Salud federal y la estatal están preparadas para atender los casos de coronavirus que pudieran registrarse. Bajo el argumento de que el “calor mata al virus” podría estar relajándose cualquier medida que impida la infección masiva.
Por supuesto que la decisión de la Secretaría de Educación Pública es una medida pragmática y hasta oportuna. El problema de adelantar las vacaciones y que todos los escolapios que acuden a escuelas públicas dejen de asistir, es que debió estar acompañada de una campaña de información que defina las recomendaciones para no ser víctimas del Covid.19.
No se ha informado de manera masiva que lo sano es quedarse en casa, lavarse las manos, taparse la boca y nariz, no besarse, no saludarse de mano.
¿Quién podrá controlar un brote en Acapulco?
Las decisiones tienen que ser transversales y cubrir todos los espacios. Hay que tomar en serio la pandemia que está por llegar. Es lo menos que puede hacer el arrogante gobierno mexicano que tiene como prioridad la rifa-no-rifa del avión presidencial, no la salud de los millones de mexicanos que habitan en el territorio nacional.
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