Por Alberto F. Mena Mallén
Durante una conversación con personas que tienen negocios en el centro de la Ciudad de México y con otras que han buscado comprar algunos productos tanto en La Lagunilla como en Tepito, por ser baratos, comparativamente con las marcas, afirman que ese lugar emblemático del país, -porque de ahí se canalizan muchos productos a todo el territorio nacional-, está en crisis, debido a la carencia de muchos artículos que se producen en China.
Cuentan que los artículos que aún tienen en existencia han subido de precio desproporcionadamente, ya que ahora resultan más baratos los originales que tienen su marca bien establecida que los elaborados en la nación asiática, por lo que consideraron que se presentarán problemas con el comercio en dicha zona, ante la falta de la importación que sostiene económicamente a muchas personas y familias.
De por sí la delincuencia no cesa en dichos sitios, habrá que estimar que aumentará de tono si no hay atención inmediata de las autoridades para buscar caminos que palien esta situación y evitar que sea un conflicto más que se sume a todos los que ya tenemos. Es de estimar que el asunto del “coronavirus”, está afectando a todo el mundo, principalmente a China que es la que provee de muchos artículos y productos que saturan el mercado mundial y que, por lógica, a México le pega de una u otra forma.
¿Por qué tanto el gobierno de la Ciudad, encabezado por la científica Claudia Sheinbaum y el gobierno federal por Andrés Manuel López Obrador no consideran la proyección de oportunidades y de metas a futuro y evitar que la inflación se dispare o exista un marcado desabasto que eleve los precios sin freno? ¿Es que van atrás en sus soluciones a los problemas que se presentan?
Aunado a la desaceleración económica que ha generado este gobierno, la inseguridad, el desempleo, la falta de oportunidades y lo último que declaró el presidente de México, en el sentido de que los delincuentes también tienen derechos humanos y hay que respetárselos, cuando ellos ni se tientan el corazón para jalar el gatillo de sus armas y para perjudicar a muchas familias que pierden a sus seres queridos por una u otra razón.
Por qué no generar, como aquí se ha dicho en reiteradas ocasiones, planes que sean paralelos a los deseos del primer mandatario del país, en el sentido de que quiere cambiar de modelo de nación de uno neoliberal a otro, que tal vez sea socialdemócrata ya que ha dicho en reiteradas ocasiones que quiere, por ejemplo, que la atención a la salud sea semejante a la de los países nórdicos.
Por qué no primero, busca mejorar nuestro sistema de justicia, pero a pasos acelerados y no estar perdiendo el tiempo en presentar planes y programas, de los que se desconoce si van a servir o no. Por ejemplo, durante su campaña, -hace más de un año-, dos especialistas en seguridad pública le presentaron un proyecto –que se registró-, para crear una universidad y capacitar a todas las policías del país, federales, estatales y municipales, así como las privadas, además para peritos y ministerios públicos y es hora de que se archivó, sin quizá revisarlo.
Por qué no buscar el apoyo de las universidades para encontrar solución a todos los problemas que se han presentado por dicho cambio de sistema de gobierno. Por qué no buscar el apoyo de los mismos ciudadanos para que participen en planes y programas y mejorar las prisiones de México y que se conviertan en algo así como vigilantes para evitar la corrupción, con supervisión de las autoridades.
Hace tiempo, en la Ciudad de México, hubo un programa del gobierno de la capital donde se solicitó el apoyo de los viejitos, de la tercera edad, para que participaran en la vigilancia de los niños en las escuelas, particularmente a la hora de salida; ayudaban a controlar el tránsito vehicular y a vigilar que nada extraño sucediera en los alrededores. Se les entregaba un apoyo para permitirles movilizarse a sus domicilios y a los centros educativos y para que tuvieran recursos para comprar agua embotellada y algún refrigerio. Pero como siempre, solo lo hacen temporalmente sin pensar que este tipo de ayuda es fundamental para tener una convivencia mejor.
El querer cambiar la mentalidad de los mexicanos en unos años, además de ser una tarea titánica, va a ser casi imposible, si no se ofrece confianza para todos, no solo para los llamados “chairos”, quienes son los que apoyan los deseos “soñadores” del Peje, quien, tal vez, quiera mejorar a este país pero, desgraciadamente, con programas que solo sirven para crear memes por las ocurrencias y desatinos del primer mandatario.
Respecto a sus afirmaciones, en el sentido de que los delincuentes y “malos hijos de sus mamás”, de que también tienen derechos humanos, hay serios cuestionamientos desde hace muchos años y un gran debate en el sentido de que, en verdad, quienes se portan mal deben ser tratados con la misma tijera que a los ciudadanos honestos y bien portados.
Hay que recordar que quienes se convierten en reos, se les eliminan sus derechos políticos por no acatar las normas de convivencia, lo que está establecido en las leyes. Entonces, a quienes no respetan a sus prójimos, ¿se les deberán hacer a un lado los derechos humanos y resarcírselos cuando cumplan sus condenas?
Sucede lo mismo con quienes pagan a tiempo sus impuestos, a los que se le hace a un lado comparado contra quienes no pagan, y a los que se les ofrecen programas alternativos como el de quitarles las multas para que se porten bien y cumplan con sus obligaciones.
Hay algunos intentos de gratificar a los que, si hacen bien las cosas, como el de reducirles un cierto porcentaje en el pago de sus impuestos, pero no son suficientes dichos estímulos. Se les da más a los malosos porque hay más beneficios.
Otro ejemplo: el gobierno del Estado de México aplicó un programa de cambio de placas a vehículos automotores y cada cinco años habrá que realizar la misma operación, lo que la ciudadanía considera que es para obtener ingresos, pero se entregó un buen beneficio ya que se dio oportunidad a los dueños de los vehículos para hacer dicho cambio sin costo alguno durante dos meses, al tercero, se aplicó un descuento del 50 por ciento y al cuarto bajó al 25 por ciento, pero se le dio oportunidad a quienes desean estar bien con su existencia.
Y eso es lo que falta, buscar caminos que de verdad interesen a los mexicanos para portarse bien y cumplir con sus obligaciones. El desencanto está circulando.
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