Síntomas de la Podredumbre

Las Revueltas de Silvestre

*Los tres Terribles Acontecimientos de la Pasada Semana

*La Aprehensión de Lozoya en el Puerto de Málaga, España

*La Joven Desollada y las Usuarias que Saltaron de un Autobús 

Por Silvestre Villegas Revueltas

El día en que se escriben las presentes líneas todos los diarios de circulación nacional y en su versión electrónica señalan tres acontecimientos medulares y muy sintomáticos: la aprehensión de Emilio Lozoya en el puerto de Málaga, España. Los pormenores del infame asesinato y despellejamiento de Ingrid frente a un menor de edad y, el enésimo asalto a un camión del transporte público en la carretera de Ecatepec donde, una de dos usuarias que prefirieron saltar de la unidad antes de que consumara el atraco, terminó muriendo a causa de la fuerza de la velocidad y del tremendo golpe al caer a la carpeta asfáltica.

El referido a Lozoya, ex director de PEMEX y miembro de la alta burocracia en diversas entidades de gobierno, así como en consejos de administración de diversas instituciones privadas (OHL) es de particular importancia por lo que se refiere al calculado, consciente, planeado desfalco y quiebre de la petrolera mexicana. Pero no solo lo anterior, sino por su participación y conocimiento de redes clientelares eminentemente corruptas que llegan hasta lo más alto de la burocracia federal y de otras esferas de gobierno durante los pasados sexenios, que hoy, aunque nerviosos, siguen disfrutando de las mieses multimillonarias que les reditúan años y años de robos en contra de los bienes nacionales: por acción y por omisión. ¿Qué provoca semejante comportamiento delictivo? Que, en México, son pocas las posibilidades de que tales acciones perpetradas por criminales de cuello blanco terminen siendo asuntos de un muy complejo proceso judicial, el cual puede o no terminar en una sentencia condenatoria y que el culpable pase una buena cantidad de años en la cárcel. Ya no dijéramos que las cantidades multimillonarias de semejantes desfalcos vuelvan a las arcas del gobierno y se inviertan en obras de utilidad pública (nada que ver con el instituto que devuelve lo robado, López dixit). Todo lo anterior quiere decir que la corrupción, la cual ha permeado a la clase política y mucho a la empresarial -que no termina de vivir sin estar conectada a la ubre de los contratos gubernamentales- roba porque casi no hay consecuencias. Desde los tiempos de Miguel Alemán en adelante existe en la república un imperante sistema de impunidad: ello ha propiciado y facilitado semejantes conductas criminales. El abogado de Lozoya, Javier Coello Trejo, dijo en entrevista radiofónica que su cliente no actuaba por su cuenta, no se movía solo, y que los papeles de ventas, traspasos, compras y demás operaciones tenían el visto bueno del Presidente de la República. Agregó: es necesario citar a declarar a Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, ¿¿llegarán las indagatorias a tales alturas??

Por lo que se refiere al lamentabilísimo y horrendo crimen contra Ingrid Escamilla perpetrado por su pareja sentimental tiene diversas aristas explicativas, pero retomaremos la siguiente: ¿Qué tipo de sociedad es la mexicana en la actualidad que genera y reproduce comportamientos individuales altamente enfermizos? Quienes durante décadas hemos dado clase a miles de alumnos nos hemos podido percatar, del paulatino pero acuciante grado de degradación familiar donde viven muchos adolescentes y que años después como adultos reproducen muchas de las maldades y/o experiencias traumáticas las cuales quedaron como huellas indelebles en su psique. No hay sociólogo, trabajador social u abogado en temas familiares que niegue el daño moral, en el más amplio sentido del término, que muchos mexicanos experimentan en el seno más íntimo del círculo familiar. Las razones son traumas sexuales, pero también del abandono, hartazgo filial, enfermedades congénitas sufridas por los trabajadores -de arriba y abajo- que complican la llegada del empleado después de amplísimas jornadas laborales que son la norma en nuestro país. La frustración debido a las carencias de los que trabajan y no pueden satisfacer pequeños gozos; ya no dijéramos el lumpen-proletario que en su desesperación se ofrece al mejor postor, o simplemente no le importan las posibles consecuencias de sus acciones. En otro sentido, el pleito occidental de los siglos XIX-XXI entre tradicionalismo y liberalismo, al segundo le espetaron que una cosa era la libertad de tránsito o comercio y otra, que no igual, era el libertinaje de las conciencias, el libertinaje en las costumbres, el libertinaje propio del capitalismo de la globalización que en aras de la ganancia hasta su última racionalidad permite prácticamente todo. Esto último llega a buena parte de las producciones de cine, video y redes sociales que moldean tipos de comportamiento, las más de las veces en sentido negativo como los programas que exaltan la vida de narcos, que muestran estéticamente las carnicerías de individuos perturbados como la serie Hannibal –el doctor Lecter.

El innegable espectáculo de tintes sexuales durante el medio tiempo del Super Bowl fue criticado en los Estados Unidos, un tanto menos aquí en el ambiente mexicano. Los críticos americanos subrayaron que no venía al caso semejante espectáculo en domingo -Día del Señor-, amén de ser un entretenimiento deportivo visto por la familia en general. ¡¡Ya lo decía san Homobono: aléjate de las pasiones carnales que provocan deseos impuros!! ¿Qué habrá pasado por la cabeza del asesino de Ingrid? Seguramente impulsos espantosos.

Finalmente, la inseguridad cotidiana. Se ha reseñado en los medios de comunicación y hasta la saciedad los robos, secuestros y asesinatos que ocurren en los paraderos de autobuses que van en dirección a, o desde, el Estado de México. Esos malandrines se ceban en contra de otros individuos de condición humilde, pero es tal la repetición de semejantes atracos que la decisión tomada por las señoras de lanzarse fuera del camión significa que su trauma era y es, en el caso de la sobreviviente, más profundo que la pérdida de algo material: seguramente golpizas, violación o secuestro habrán sufrido ambas. ¿Quiénes son los culpables? Las autoridades de Toluca y de la Ciudad de México que inexplicablemente no han podido blindar el servicio público de tales transportes. Han mentido cuando pomposamente anunciaban la puesta en operación de cámaras y botones de pánico en las unidades. Y es obvio, que también son culpables los ladrones que delinquen en toda la escala de violencia, porque saben, como ya dijimos, que son muy pocas las posibilidades de que las autoridades terminen capturándolos. Los tres tipos distintos de criminalidad pueden y deben ser combatidos desde la cárcel hasta la pena de muerte -aunque suene bárbaro y políticamente inadecuado; pero lo anterior terminará siendo ineficaz si no se atienden las causas económicas y las causas morales, que no moralinas. La sociedad mexicana está enferma en lo más profundo de su ser social; combatir y tratar de remediar semejante mal es tarea familiar y del gobierno de la república. Los dos entes deben hacerlo al mismo tiempo, en esferas compartidas y con métodos complementarios.

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