Por Jesús Michel Narváez
Entiendo la irritación de las mujeres cuando la igualdad de género no alcanza las metas. Hay que reconocer que en el caminar del Poder Legislativo en la Cámara de Diputados el 48 por ciento de sus integrantes son mujeres, lo que representa un gran salto en la vida política del país. Reconocer que en el gabinete presidencial hay equidad, no es desdoro.
No obstante los avances, quieren más. Y tienen razón en exigir aunque ello represente la marginación masculina. Un ejemplo sin importancia pero que habla de cómo a ellas se les da todo y a nosotros se quita otro tanto. Hay un Día Internacional de la Mujer pero no uno del Hombre.
Las marchas de mujeres en reclamo de que la violencia hacia ellas cese, se multiplican y en ocasiones se tornan violencias por, supuestamente, “infiltrados masculinos”.
No recuerdo una marcha de hombres que exijan se respeten sus derechos, porque también les son violados. Habría que señalar que una acusación de acoso puede llevarnos a la cárcel aunque el hecho nunca se haya consumado.
Año con año, mes con mes, semana a semana y día a día se amplía la polarización de género.
Eso no detiene a las senadoras del PAN, Kenia López Rabadán, Xóchitl Gálvez Ruiz y Alejandra Reynoso Sánchez quienes este mediodía presentarán el proyecto “Red Amigas de la Corte”, con la finalidad de erradicar la discriminación hacia las mujeres en el ámbito político.
Para darle realce a su evento, testificarán la firma del convenio entre la Asociación Nacional de Ayuntamientos y Alcaldes, A.C., (ANAC) y la Comisión Nacional de Defensa de los Derechos Políticos de las Mujeres A.C. (CNDM), para estar vigilantes de los derechos político-electorales de las mujeres.
A ciencia cierta no sé qué signifique la “Red de Amigas de la Corte”, salvo que se refiera a la presencia de 3 ministras por primera ocasión en sus 195 años de vida. Y tampoco cuál es la intención de ser testigo (deberíamos decir testigos, pero no lo acepta la Real Academia de la Lengua Española) de las dos agrupaciones que se mencionan. Empoderar a las mujeres es una obligación de los varones. Justo sería que también a los hombres se les tomara en cuenta para las decisiones a favor de quienes dejaron de ser el “sexo débil”. ¿O no?
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