Por Jesús Michel Narváez
¿Qué significa el mercado libre?
Oferta y la demanda.
¡Competencia!
Hay quienes preferimos pagar un peso más por litro al cargar gasolina porque nos dan litros de a litro.
Otros prefieren buscar hasta encontrar la estación en donde se expendan los combustibles más baratos.
Es la competencia.
Y la desinformación.
De acuerdo con el procurador del consumir, que demostró le encantan los reflectores y por ello asiste con gusto y la navaja en la mano cada lunes a la conferencia mañanera del presidente para “rendir el parte” de quién es quién en el precio de combustibles.
Le gusta defender a Pemex, cómo no, y cada lunes se lanza contra los privados que le hacen la competencia a la petrolera mexicana.
Denunció, por ejemplo, que encontró al más “carero” en el mercado nacional: Shell.
Textualmente dijo: “Shell es la empresa “que más se pasa de rosca” al registrar los precios más altos en la venta de combustibles”.
¿Hay control de precios o los fijan la oferta, la demanda y el servicio?
El señor Ricardo Sheffield informó que en la semana comprendida entre el 23 y 29 se recibieron 216 denuncias, se realizaron 172 visitas de verificación y se documentaron en ocho gasolineras irregularidades en el despacho de los litros de combustibles. Otras dos estaciones impidieron que se revisara sus mangueras, por lo que advirtió a la población evitar recurrir a estas.
Del total de denuncias-quejas no hay una sola que mencione a Shell.
¿A qué entonces acordarse de los Reyes Magos en virtud de que la empresa holandesa, una de las cinco más grandes del mundo?
Si la política es de competencia y algunos expendedores deciden regalar el combustible, nadie le aplaudirá. Y no porque deje de ser gratis sino por las largas filas que habría que hacer para obtener el combustible sin pagar un céntimo.
A contrario sensu, si los precios al consumidor son los más altos y de todas formas hay ventas espectaculares, por algo será.
Le cuento que no era cliente de la holandesa, pero al descubrir que sus gasolinas rinden más, cuentan con aditivos no convencionales y anticontaminantes y como remate entregan litros de a litro, poco importa pagar un peso con 23 centavos más en comparación con los precios que tiene la cadena de concesionarios de Pemex, en donde los litros nunca son completos y, que se sepa, no hay estaciones clausuradas por vender barato pero incompleto el combustible pagado. A veces lo barato sale más caro.
Después de que la Comisión de Hidrocarburos le dio dientes afilados a Pemex para que los competidores estén en desventaja en cuanto a precios al consumidor, nadie repara en que lo barato cuesta cara. Hay que revisar la capacidad del tanque, observar el sensor de combustible y percatarse de cómo huele una gasolina de Pemex y otra de Shell. Cuestión de competencia.
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