Por Jesús Michel Narváez
A los niños se les enseña no jugar con fuego. A los políticos se les da el mismo consejo pero pocos son los que lo siguen.
Alentar el paro en las preparatorias en aras de un reclamo válido pero que tiene respuestas institucionales que no han sido escuchadas o aceptadas, podría convertirse en uno de los más serios problemas para la administración gubernamental, porque un movimiento estudiantil, generado desde las altas esferas del poder público tendría consecuencias difíciles de procesar.
Sin explicaciones que pudieran razonarse y en medio de una presencia de grupos hasta ahora no identificados, las prepas se están convirtiendo en caldo de cultivo para acciones violentas que ni la 4t detendrá… si es que no provienen de “asesores” que buscan la renuncia del reelecto rector Enrique Graue, quien no era (no es) visto con buenos ojos desde Palacio Nacional en donde se tenía otra carta para asumir el cargo y controlar la educación universitaria.
Se dirá que son especulaciones, pero atar cabos y observar que el argumento para paralizar el trabajo en las prepas es la falta de seguridad y la violencia en contra de las estudiantes, se cae por su propio eso. No es en los dos meses que lleva el reelecto rector que se han dado los hechos. Es de un par de décadas atrás que se generaron las primeras acciones de violencia en contra de ellas. Y sí: han aumentado y nadie las ha detenido, incluido Graue que se ha mostrado tibio para ejercer la autoridad.
Y entendiendo el empoderamiento femenino, suspender clases, impedir el ingreso a las aulas, liarse a golpes, encadenar accesos y lanzar escupitajos contra docentes, no es el accionar de los jóvenes que pretenden un sitio en las facultades para graduarse de profesionales en cuando menos 40 disciplinas.
Huele a provocación. Apesta a manipulación.
¿Quiénes pretenden que el movimiento parista crezca y alcance a todas las prepas?
No se observa a nadie en específico aunque no se descarta la participación de los anarcos a sueldo, aunque ahora no se cubran el rostro. Diríase, los sicarios contra la educación.
Si en la cúpula del poder público, que ha insistido en reducir los recursos a la UNAM y a otras tantas autónomas a cambio de impulsar las 100 universidades patito Benito Juárez que no han sido mostradas físicamente en momento alguno, hay que buscar el hilo conductor que lleva la corriente parista.
No es un movimiento espontáneo. Es, a todas luces, provocado sin que se aclare el fin.
Jugar con fuego y más siendo estudiantil, podría quemar a más de los que todo mundo imagina y apagarlo es algo menos que imposible pero sí sumamente difícil.
Quienes sean: Saquen las manos antes de perder hasta las huellas digitales.
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