“Con tristeza comento que la buena música se acabó, no existe. Escucho ritmos, como el reguetón, que no nos dicen nada; no me llaman la atención el ritmo ni la letra; no entiendo por qué se hizo famoso a escala mundial, incluso acabó con el rock”, dijo a La Jornada Benjamín Correa, mejor conocido como Chamín Correa, considerado El requinto de oro o el Mejor requinto de América, arreglista y productor figuran Víctor Iturbe El Pirulí; Óscar Chávez, Flor Silvestre, Lucho Gatica, Vicente Fernández y Rocío Dúrcal, entre muchos otros.
La noche del martes, por medio de un mensaje en su cuenta de Twitter y Facebook, el cantante Carlos Cuevas dio el anuncio de la muerte del músico y productor, reconocido por su forma peculiar de tocar el requinto. Chamín, uno de los grands compositores de este país, muró a los 90 años, justo un día antes del día que celebra a los creadores de canciones.
“Con profunda tristeza informo que acaba de fallecer mi gran maestro y amigo el requinto de México, creador de grandes arreglos musicales y de grandes artistas”, señaló Cuevas.
Otros de sus amigos y alumno, Rodrigo de la Cadena, también informó del deceso de su “maestro”. A través de la agencia Notimex, comparte: “Es menester recordar la enorme aportación musical de un visionario y consolidado artista que merece el reconocimiento infinito como mexicano ilustre, como una personalidad que debe ser referencia para las generaciones venideras, ya que representa, como pocos, el histrionismo y el talento orgánico a través de la aportación de un ser humano que no ha hecho más que llenar el espíritu de mucho más de una generación que ha crecido con la música de su alma. Leyenda viva que es probablemente de los más importantes referentes vivos del bolero, ese género que sin duda alguna se ha visto arrinconado por la música más comercial, más barata, más manoseada y sin embargo, piezas como la que él nos dejó no tienen parangón en el cancionero mexicano.”
Chamín Correa, nacido el 4 de diciembre de 1929, contó en esa charla con este medio que un artista se debe a su público, y sostuvo: “Me tocó la época en que la buena música existía; los compositores, los músicos… todos eran excelentes, no había uno malo. Nuestra consigna era estudiar en todo momento, a veces hasta 15 horas diarias, con la meta de llegar a la estatura de los grandes músicos, como Los Panchos, primer trío que tuvo un éxito arrollador. Todos quisimos seguir sus pasos.
En esa época, relató, se fue a vivir a Nueva York, Estados Unidos, con Roberto Cantoral, país donde este último escribió El reloj y La barca, temas que formaron parte del repertorio de Los Tres Caballeros, que fundó junto a Leonel Gálvez. Tuvimos un trío estupendo, cantábamos de todo y bien, no había errores o de que me equivoqué. Llegamos a América Latina, parte de Europa y Estados Unidos.
“La clave del éxito fue que los egos se diluían. Cada quien tenía su misión. Como yo, nadie tocaba la guitarra, pero yo no cantaba tan bonito como la primera voz y, no hacía canciones como Cantoral. En mi caso era el arreglista y Roberto, el autor”.
Es cierto, agregó en esa charla que “el éxito se disfruta mucho, pero la soledad también, porque adonde viajábamos siempre estábamos solos”.
Tiempo después, Los Tres Caballeros quedó conformado por Chamín y sus hermanos, juntos 37 años. “Siempre tuvimos mucha fuerza y éxito”.
La motivación por destacar en su carrera fue casi una orden. Su padre, antes, lo había reprendido porque descartó ser arquitecto, pero después, al aceptar su decisión, lo ubicó en lo que sería su futuro y su estandarte: “dijo ‘si vas a ser artista quiero al mejor, no un mediocre’. Y se lo cumplí”.
Competidor irredento en las bohemias, porque todos los músicos eran buenos y creativos, ahora tampoco veo que nadie llore al escuchar una canción.
En ese sentido, recordó a Juan Gabriel, a quien le hizo infinidad de discos y arreglos. “Con Amor eterno la gente lloraba, porque sentía el dolor en una canción, lo cual no pasa ahora. Lo cierto es que esa letra se la compuso a un lanchero de Acapulco, quien luego de tomar cerveza se ahogó; pero ese mensaje, en realidad, no era para su mamá como muchos piensan”.
Sobre El príncipe de la canción, con quien mantuvo estrecha amistad –aún ambos enfermos– hasta que se lo llevaron a Miami. “Sentí mucho su partida”.
El legendario requintista puntualizaba: “creo que me he ganado el afecto de mis compañeros, nadie se queja de mí y agradezco al público que siempre estuvo y se enamoró con nosotros. Mi gratitud por seguir aquí con el tiempo que me han dado, hasta que el Señor diga: ‘aquí se rompió la cuerda y ni modo’”.