A 100 años del nacimiento de Chava Flores, el cronista musical de México

Aquel México de vecindades, pregoneros, calles empedradas y pulquerías “ya no están en mi tierra, ya no están más aquí”, cantaría Chava Flores como lo plasmó en su canción Mi México de ayer, para añadir, “hoy mi México es bello, como nunca lo fue, pero cuando era niño tenía mi México un no sé qué”. Sin embargo en los sábados de la ahora CDMX, “desde las 10 ya no hay donde parar el coche” y los mexicanos siguen dormidos en sueños de opio con los que “sólo pierdes el camión”.

A 100 años de su nacimiento, que se cumplen hoy, recordamos al autor de El gato viudo, La interesada, Pichicúas, Los 15 años de Espergencia, La Bartola, Sábado Distrito Federal y Llegaron los gorrones, entre otras canciones en las que dejó una fotografía musical de la sociedad mexicana.

“Chava flores es el cronista musical de México, pero hay que acotar esa definición, yo creo que ha sido el único compositor de México que nos ha dejado una especie de mini universo narrativo y musical que definió por completo una época de la Ciudad de México y la vida cotidiana de las clases medias y medias bajas, que la poblaron por ahí de los años 40 y quizá hasta los años 70”, explica Pavel Granados, director de la Fonoteca Nacional en entrevista para El Sol de México.

Aunque Salvador Flores Rivera dejó su tan adorado, cronicado y observado país hace 33 años, su legado persiste en las calles y el imaginario colectivo de muchos de sus habitantes, dejando implícita la pregunta ¿sobre qué escribiría Chava Flores si viviera?

“El Distrito Federal ahora es la CDMX, hay cosas que han cambiado un poco por esta cosa de la corrección política que ha cambiado los términos pero no los hechos, entonces hay muchas nuevas maneras de llamarle a los nuevos vicios de este país, pero la realidad sigue siendo la misma”, explica el músico Fernando Rivera Calderón.

En su música, hay un reflejo de las problemáticas emergentes a las que se comenzaba a enfrentar la caótica ciudad, así como “el poder hegemónico del PRI, el fracaso de la planeación urbanística, y también representó el habla popular de México, expresiones que tenemos que Chava las convirtió en conquistas literarias en las que con una sola frase nos sentimos resumidos como sociedad”, asegura por su parte Granados.

Además el director de la Fonoteca, explica que hablando con la hija del fallecido autor, María Eugenia Flores, entendió que los lugares que describe Chava en sus canciones, van más allá de lugares físicos específicos, por lo que sus canciones se construyeron a partir de la condensación de las experiencias que se viven en México, “en ese sentido, aun somos como nos describió, no es tan fácil librarnos de los atavismos y aunque él definió una época, la convirtió en un documento artístico que trasciende su tiempo”.

Costurero, administrador , vendedor y editor de una publicación propia titulada El Álbum de Oro de la Canción dedicada a sus composiciones mexicanas favoritas. Fueron algunos de los trabajos de Flores, que al convertirse en pequeñas derrotas, lo acercarían a su vocación de músico compositor.

“Chava es un personaje un poco como lo es Rius en la caricatura, no fue un chavito que dijo yo voy a ser compositor a los 20 años, fueron personajes que tuvieron que hacer de todo para ganarse la vida, eso lo hizo conocer tantas facetas de la sociedad a la que pertenecía, que aunque era un chilango clasemediero, podía ver una cara del país con la que nos identificamos todos”, narra Rivera Calderón.

Incluso para Granados, el trabajo de Chava Flores puede tener una lectura más compleja y profunda de lo que dice literalmente, pues está convencido de que su obra y palabra pudo haber aportado muchísimo a los filósofos existencialistas mexicanos contemporáneos al autor, que intentaban entender al mexicano existente.

“Es una lástima que no se haya usado el trabajo de José Alfredo Jimenez, Agustín Lara o a Chava Flores como documentos de valor filosófico porque había un Emilio Uranga y Leopoldo Zea estudiando para entender al mexicano, teniendo en frente a compositores ellos que les pudieron haber dicho muchísimo del México que tenían en frente tienen esa posibilidad de ser leídos de forma muy compleja”, asegura.

Rivera Calderón y Pavel Granados coinciden en que el valor de sus canciones no se encuentra únicamente en sus letras, sino en la música que las acompaña.

“A Juan García Esquivel, le decían que su música era fácil de escuchar y el contestaba que no era fácil de componer, y creo que eso es parte de la maestría de Chava, además no era un autor que estuviera empezando, es un tipo que estaba haciendo un estudio de la música popular mexicana en las publicaciones que hacía”, explica el creador de Monocordio.

“La complejidad de sus canciones no es poca cosa, yo diría que melódicamente es más complejo que José Alfredo o Tomas Méndez porque tenía unos cromatismos muy especiales”, dice convencido Granados.

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