Por Itzel Toledo García
Billones de personas utilizamos diariamente el internet. Según Ia Unión Internacional de Telecomunicaciones, parte de la ONU, en 2005 el 16% de la población mundial utilizaba el internet, porcentaje que para 2010 era el 30% y para 2017 el 48%. El 30 de junio de 2019 la Internet World Stats registró que 4,526,248,808 personas utilizamos el internet, dividido de la siguiente forma: 50.7% en Asia, 16% Europa, 11.5% África, 10% Latinoamérica y el Caribe, 7.2% Norteamérica, 3.9% el Medio Oriente y 0.6% Oceanía.
El acceso al internet nos permite obtener información de muchos temas: notas periodísticas, artículos académicos, o ensayos en Wikipedia, la enciclopedia libre (2011) que actualmente tan sólo en inglés cuenta con 5,977,872 artículos y con un total de más de 50 millones contando todos los idiomas. En la red podemos encontrar información para mantenernos al día sobre movimientos sociales como las protestas universitarias en Hong Kong, la marcha del millón en Chile, las marchas estudiantiles los viernes por el cambio climático y la organización de acciones por pueblos indígenas, como la protesta Standing Rock, solamente por nombrar un ejemplo. El internet ha visibilizado la violencia de género a nivel mundial como ha demostrado el movimiento #metoo en varios ámbitos laborales o como recientemente hizo ver la exitosa convocatoria del colectivo feminista chileno Las Tesistas con la canción “El violador eres tú” que el viernes 29 de noviembre se escuchó en Chile, España, México, Francia, Colombia, Reino Unido, entre otras partes del mundo. Sin embargo, el internet ha sido también un medio para que se propaguen noticias falsas, se fortalezcan redes de ideologías de derecha y extrema derecha y se lleven a cabo discusiones interminables entre personas con posturas distintas.
Muchos usamos la red para comunicarnos con nuestras amistades y familias, ya sea que vivamos en la misma ciudad o estemos repartidos por distintas partes del mundo. Además, cada vez más la utilizamos para realizar trámites gubernamentales, desde conseguir nuestro CURP hasta sacar una cita para una consulta en el ISSSTE. Incluso es también un espacio donde podemos expandir nuestros conocimientos con la posibilidad de escuchar música de cualquier parte del orbe, la oportunidad de aprender idiomas o conocer recetas de algún platillo que se nos antoje de cualquier lugar del mundo. Muchos pedimos comida a través de aplicaciones o pedimos un servicio de transporte de este modo.
El internet ha facilitado y agilizado el acceso a varias actividades que la humanidad ha realizado por siglos: informarse sobre eventos a nivel global, comunicarse entre sí, hacer trámites, escuchar música, etc. Muchas de estas actividades se han compartido a través de redes y plataformas sociales que en la década de los 2010 han aumentado su número de usuarios: Facebook, Twitter, Reddit, 9GAG, Tumblr, YouTube, Instagram, Snapchat, TikTok, entre otras. Incluso hay diferentes usos generacionales. Mientras muchos millennials (1981-1995) comenzaron a usar Facebook a finales de los 2000, ahora varios prefieren utilizar Instagram, mientras que los baby boomers (1946-1964) y la generación X (1964-1981) han aumentado su presencia en Facebook. Hay ciertos millennials y generación Z (1995- ) que utilizan Snapchat y es esta última la que está utilizando la plataforma TikTok. Por su parte, Twitter ha logrado ser nicho de actividades y discusiones con cuentas de presidentes, activistas, académicos, escritores, futbolistas y gente común. Por su puesto hay gente que utiliza varias de estas plataformas según sus intereses personales. A la par que dicho uso ha permitido que las personas construyan y curen una imagen de sí mismos, también ha aumentado la ansiedad en muchos, tanto así que una red como Instagram ha considerado desaparecer la posibilidad de que los seguidores de una cuenta puedan ver el número de veces que una foto recibe Me Gusta con la idea de hacer de esta plataforma un espacio seguro y saludable para pasar tiempo en línea, lo cual es importante para la salud mental de sus usuarios.
En la década de los 2010, las redes también han estado inundadas con millones de imágenes, videos, memes y gifs de animales que han provocado diversión, muchos de los cuales han sido sobre todo compartidos por miembros de las generaciones millennial y Z. Por ejemplo, el video de 3 minutos y 36 segundos “Nyan Cat”, animación de un gato con cuerpo de pop tart y cuya cola es un arcoíris que vuela por el espacio, desde el 5 de abril de 2011 hasta las 21:07 horas del 3 de diciembre había sido visto 172,305,005 veces en YouTube. Desde 2017 Bone Bone “el gato más apapachable del mundo” ha causado revuelo, pero antes ya lo habían hecho las gatas Grumpy Cat (2012-19) y Lil Bub (2011-19). Bone Bone vive en Tailandia y llama la atención por ser de un tamaño enorme y muy esponjoso; actualmente su cuenta de Instagram cuenta con 497 millones de seguidores. La popularidad de los gatos en internet ha llevado a que sean concebidos como los reyes de la red, pero los perros, descritos como los mejores amigos de los humanos, también han tenido un importante lugar en las redes sociales. Por ejemplo, con el famoso meme de Doge (2010), el perro Shiba Inu que aparece con monólogos internos en inglés cortado. Incluso existe la criptodivisa Dogecoin.
A la par de la proliferación de gatos y perros en sitios y redes sociales, a lo largo de esta década ha habido interés periodístico y académico en entender este fenómeno global. Veamos tan solo dos ejemplos. En 2010, la periodista de tecnología Amy-Mae Turner publicó en Masheable un artículo titulado “The Million Dollar Question: Why Does the Web Love Cats?” (La pregunta del millón, ¿por qué ama la red a los gatos?) Hay varias respuestas, ninguna definitiva, entre éstas se habla de que no se necesita explicación alguna pues los animales ofrecen entretenimiento fácil de digerir. De los gatos se dice que son enigmáticos y tienen expresiones faciales y corporales que reflejan muy bien las emociones humanas. También se reconoce que la visión general de que los gatos son arrogantes permite un grado de disfrute en reírse de ellos al presentarlos haciendo cosas chistosas y no dignas de su porte.
En 2012 la BBC publicó un artículo del escritor y filósofo de la tecnología Tom Chatfield llamado “Cute cats, memes and understanding the internet” (Gatos lindos, memes y entender el internet) en que explicó que hay una tendencia en la humanidad por poner más atención a animales que a cualquier otro objeto. Una razón posible es que destacan por su universalidad, al estar libres de lengua y nacionalidad, por lo que compartir memes (principio de autoreproducción infinita) de gatos es un ejercicio realizado por tanta gente que genera una humanidad colectiva global, la cual celebra y repiensa su naturaleza diariamente. Incluso señala que la práctica de compartir imágenes de animales y de deleitarse en ello también ha implicado la diseminación de información de temas políticos y llevado a activismo político como ha sugerido el ciberactivista Ethan Zuckerman. Han pasado los años desde estos escritos que han sido seguidos por otros. Acaba una década y han partido gatos famosos, pero se reinventan y generan nuevos memes que crean una sensación de comunidad entre varios usuarios del internet.
En esta década se ha vuelto para muchos una cotidianidad deslizar el dedo en el celular y en pocos segundos pasar por noticias de diferentes partes del mundo con problemas compartidos tales como la violencia de género, la desigualdad social, la represión a manifestantes, el crecimiento de la extrema derecha, la falta de acción gubernamental ante el cambio climático, la dificultad para encontrar trabajos estables, entre otros. En esta cotidianidad de estar conectados y ante diferentes dificultades socioeconómicas (falta de estabilidad laboral, problemas para cubrir gastos médicos, desesperación ante la inacción gubernamental por el cambio climático, etc.), ver y compartir imágenes de gatos y perros que provocan sentimientos de ternura y risa resulta para millones de personas un momento de respiro. La red global, que se concibe como un gran experimento social, a la que la mitad de la población mundial accede seguirá dando nuevas sorpresas y por supuesto será estudiada por sus varios usos por periodistas, filósofos, etnólogos, sociólogos, políticos e historiadores del internet en los siguientes años y décadas.