El Pago de Facturas

*La Extensa Cadena de Favores y su Correspondencia

*Momentos: Campañas, Cargo Público y ya no ser Funcionario

*Los Abyectos, los Sumisos y los Lambiscones

*Administración Pública: Botín de Muchos Improvisados

*Colas en Palacio Nacional Para ese Propósito

Por Ezequiel Gaytán

En todos los sistemas políticos del mundo existe algo denominado “El pago de facturas” que es un eufemismo para cobrar favores y, es muy importante recalcar, que en política éstos deben pagarse, pues de otra manera existe el riesgo de quedarse fuera del juego.

No es algo de lo que se escribe mucho, pues son reglas de operación entendidas y cotidianas que, en el cinismo de la política se consideran normales y que también se les conoce como Sistema Clientelar. Veamos, en la vida una persona puede pedir un favor personal y ser correspondido por alguien que puede satisfacer la petición. Posteriormente quien hizo el favor, cuando lo necesite, pedirá ser correspondido con otro favor que esté a la misma altura del primero. Aquí lo importante es no ser mal agradecido o quedar como una persona convenenciera que sólo abusa de sus conocidos.

Sin embargo, en política existen ciertas variantes al tema de hacer favores y corresponder a los mismos. De ahí que escriba este muy pequeño ensayo. Empezaré por decir que, al menos son tres momentos o tiempos en los que divido el trabajo. El primero es cuando se realizan las campañas políticas, el segundo es al momento en se ocupa un cargo en la Administración pública y el tercero es cuando se deja de ser funcionario.

Durante una campaña política, o primera instancia, hay que ser muy incluyente e invitar a al mayor número posible de simpatizantes. Lo importante es abrir la expectativa de que tal vez no haya remuneración durante la campaña, pero el apoyo debe ser visto como una inversión en la cual, en caso de salir triunfadores, se garantiza un empleo o cargo burocrático. Es importante destacar en la contienda, ser visto y reconocido por el candidato. Aún más, ahí es cuando se inician las alianzas que abren las expectativas de facturación y, por lo mismo, es muy común observar actitudes abyectas, sumisas y altamente lambisconas. A partir de ese momento, el político sabe en dónde colocar a las personas y para qué le servirán durante su posible gestión. En otras palabras, el clientelismo político empieza a fraguarse, así como el gabinete en sus diversos niveles.

El segundo momento es cuando se gana la elección y el equipo del candidato sigue trabajando sin cobrar por colaborar, pues el sistema de facturación cobra más vigencia que antes. El problema es que lo que realmente está en juego es la idea de que la Administración pública es un botín. Lo cual es muy grave, ya que nuestra historia registra un sinnúmero de casos de personas improvisadas en cargos que requieren de conocimientos, habilidades, competencias y experiencia. Pero la factura debe ser pagada por el político ganador, sobre todo porque así se garantiza un contubernio de lealtades y complicidades. Luego entonces, poco importa responder eficiente, eficaz, honesta y horadamente a las demandas y necesidades sociales. Aquí lo importante es que los titulares de los cargos públicos regulan la concesión de prestaciones y contratos en favor de clientes, amigos e intereses privados.

El tercer momento es el más difícil porque se refiere al grado de influencia que aún mantiene el otrora ganador de la contienda y ex funcionario público. Sobre todo, porque la fuente de poder cada día que transcurre pierde energía. Pero algo conserva debido a que sus ex colaboradores aún se mantienen en cargos, con lo cual todavía pueden manejar un espacio limitado de intereses. No obstante que finalmente dejará de influir y su poder se extinguirá.

Por todo lo anterior el pago de facturas o hábito clientelar sustentado por los favores otorgados y recibidos genera un intercambio funcional de relaciones, redes y estilos que logran la marcha de los sistemas políticos, crean relaciones de capital social, desarrollan un equilibrio entre “dispensadores” y “demandantes”, se particularizan los grados de mediación e incluso explican la distribución de cargos gubernamentales. Además de lo anterior, el pago de facturas crea relaciones de dominación porque los orígenes geográficos y de formación universitaria de los equipos políticos también son decisivos en las reglas de operación de las formas y modos de trabajar.

El actual gobierno no ha sido omiso al pago de facturas y es claro que los cargos en la Administración pública son escasos ante el gran número de los cobradores de favores. Ya está por cumplirse un año de gobierno y todavía, por lo que me platican, hay fila en la metafórica ventanilla de cobro de facturas, lo cual es un tema que todavía está por resolverse por la actual administración. Yo sólo espero que el aparato burocrático no sea visto como un botín.

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