Cuando Caen los Imperios

*Más Perceptible hoy el Declive del Yanqui

*Fin de la Primera Guerra Mundial Caen dos

*El Inicio del Adormecimiento del León Británico

Por Ezequiel Gaytán

En tertulia con amigos nos preguntamos cómo, cuándo y por qué han caído los imperios y, por supuesto, inquirimos acerca del próximo fin del imperialismo norteamericano. La pregunta no es ociosa porque el Presidente de esa nación es abiertamente anti mexicano y es importante ir pensando en las consecuencias para nuestro país, ahora que el declive yanqui empieza a ser cada vez más perceptible y el dragón chino emerge con políticas comerciales y económicas muy agresivas en muchos ámbitos del orbe.

Antes de continuar quisiera precisar que en historia es común señalar fechas convencionales a fin de marcar hechos determinantes que señalan los cambios en el transcurso de la humanidad, pero que obedecen, en buena medida, al confort academicista. Veamos, en el año 476 de nuestra era el germano Odoacro depuso a Rómulo quien era el emperador romano, pero ejercía nulo poder militar, político y financiero, pues los invasores “barbaros” ya habían ido decantando el poder de Roma desde el año 395 mediante otras invasiones a la ciudad eterna. Otro ejemplo es el fin de la primera guerra mundial el 11 de noviembre de 1918, pues ahí cayeron dos grandes imperios, el Austro-Húngaro y el Otomano.

Es más difícil precisar las fechas de la caída de los imperios inglés y francés en el siglo XX, pues hoy en día nadie podría calificar de imperios a esas naciones y porque no fueron muy estrepitosas esas caídas. En lo personal, me gusta pensar que el León Británico inició su adormecimiento el 18 de agosto de 1947 cuando Gandhi los derrota moralmente y se durmió cuando los canadienses el 15 de febrero de 1965 adoptaron su bandera albirroja con la hoja de maple al centro. Ese día, el lábaro inglés dejó de ondear con su contraparte en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aunque los billetes canadienses aún tienen la imagen de la Reina Elizabeth Segunda, es claro que la isla ya no es vista como el imperio poderoso que fue. El caso francés es un poco más complejo, pues fue una serie de derrotas militares. Primero contra Alemania en la Segunda Guerra Mundial, su fracaso en Vietnam en la batalla de Dien Bien Phu el 7 de mayo de 1954 y el remate sucedió con los trágicos hechos del 26 de marzo de 1962 en Argelia.

Insisto, la influencia de Roma, la Gran Bretaña y Francia aún perdura hasta nuestros días, pero no son las naciones hegemónicas que fueron en lo militar, lo político y lo económico. Hoy se aprecia la existencia de dos países en pugna por conducir el liderazgo militar, económico, político y ahora el tecnológico: China y los Estados Unidos.

Los vecinos del norte aún tienen el mayor arsenal de bombas nucleares en el mundo, un ejército bien armado y mejor capacitado con presencia activa en muchas partes del mundo, su fuerza y vanguardia en el Valle del Silicón es  todavía abrumadora y nadie se les acerca en el rubro informático. Son la sociedad del desperdicio y la que más basura genera en el mundo. En sus universidades está el mayor número de ganadores del premio noble de química, física y medicina. Dominan en las relaciones con la ONU y tiene embajadas y consulados en prácticamente todos los países del mundo. Sus empresas comerciales e industriales están en rincones insospechados y su arte cinematográfico y musical impera entre muchas juventudes mundiales.

No, no va a ser una caída sencilla la hegemonía yanqui y los chinos no han desarrollado la capacidad de síntesis que occidente logró con el alfabeto y el pentagrama.  Esa nación oriental sigue dominada por el monopartidismo y su cultura milenaria, si bien magnifica y admirable tiende a lo monotemático.

Debemos iniciar a trabajar los escenarios de la caída de los vecinos del norte y en cada uno ver que fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas tenemos. No debemos estar pasivos ante lo eminente, un poco de desobediencia no nos caería mal y empecemos a impulsar nuestra industria automotriz, a incrementar el número de patentes, a inyectar dinero en ciencia y tecnología en las instituciones públicas de educación superior, pues de no hacerlo la caída del imperio yanqui nos va a arrastrar y ni siquiera sabremos por donde llegó el golpe.

 

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