Por Jesús Michel Narváez
Ser mayoría y carecer de sensibilidad e inteligencia para distribuir los recursos públicos, es una conjunción que no se licua. Simplemente no hay elementos para hacer el batido.
A colación, porque los diputados de Morena han aplicado un recorte a rajatabla al campo. “Está en riesgo la producción alimentaria”, advierte el dirigente de la Confederación Nacional Campesina, Ismael Hernández Deras, quien señala que los ganaderos mexicanos ya perdieron su estatus de exportadores “y eso le pega no solo a los grandes sino a los pequeños que les venden sus cuatro o cinco reses”.
Y es que los legisladores guindas creen que todos los productores del campo se han beneficiado con los apoyos gubernamentales y que principalmente los grandes se llevan la mayor rebanada del pastel y colocan en el mismo cernidor a ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios.
Pretendían elevar el costo del agua con que se riegan las tierras en donde se siembran hortalizas, frutos y pasta el ganado. Los senadores corrigieron la plana en la Ley de Ingresos pero ahora es facultad exclusiva de la Cámara de Diputados distribuir los recursos.
Y lo están haciendo afectando a los que menos tienen y dicen en la 4t que “primero los pobres”.
Como los diputados no forman parte del conglomerado en el que se encajona la pobreza extrema, la alimentaria, la educativa, la de en dónde vivir, estiman que los subsidios son una mala práctica y es mejor no otorgarlos.
Sin embargo, aprueban los precios de garantía para granos y se olvidan de la ganadería, la pesquería, la acuacultura, la fruticultura y otras ramas del sector agropecuario.
Hernández Deras dice que los diputados de su partido –el PRI y que cuenta con 40 legisladores- harán hasta lo imposible porque en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública se reasignen recursos direccionados al campo.
Difícil ser escuchados. Porque las “órdenes se cumplen y no se discuten”. Y ya sabe de quien provienen.
Las exportaciones de la cadena agroalimentaria generan divisas por 33 mil millones de dólares anuales y es la tercera fuente de ingresos. Mayor que las remesas. Mayor que el turismo.
Y sin embargo, la idea de los legisladores es destinar más recursos a los programas sociales, los que generan y generarán votos en el 2021.
Si no hay frijol –que ya escasea-, si el arroz no llega a los anaqueles, si el maíz baja su producción, eso no tiene, como diría Arturo de Córdoba “la menor importancia”.
Hay prioridades presidenciales: El Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas –inundados sus terrenos, por cierto y doña Rocío Nahle no dice nada-, el Ferrocarril Transísmico –al que se oponen comunidades indígenas- y la edificación de “100 universidades patito”. Y claro, los programas para los “aprendices” –al presidente no le gusta que se les llame ninis-, los jóvenes constructores del futuro, los sembradores de vida y añádale los que quiera.
El campo está en riesgo. De eso no hay duda alguna.
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