*Primeros: Españoles y Estadunidenses
*También: Franceses, Alemanes y Chinos
*Los Torbellinos de los años 30 y 40
*El Macartismo y sus Persecuciones
*Las Avalanchas de América del Sur
*Huyen Ahora los Centroamericanos
Por Nidia Marín
¿Destino?
México.
A veces a cuenta gotas y en ocasiones en oleadas por invitación a colonizar o por decisión propia para escapar, residir, trabajar, cruzar y hasta para morir, miles y miles de ciudadanos de cuatro continentes (Europa, Asía, África y América), han llegado a la tierra del águila y la serpiente desde el siglo XVIII.
Pero hoy, México está cumpliendo poco más de 169 años, aproximadamente, de las primeras oleadas migratorias (para asentarse en su territorio), con la llegada entre mediados del siglo XIX y la primera década del XX, de españoles, estadounidenses, franceses, alemanes, ingleses, italianos, rusos y húngaros, además de japoneses, chinos, coreanos, libaneses, judíos, guatemaltecos y cubanos.
Y el país aguanta. Caben Tirios y Troyanos ¿o cabían?
A fines de los años 20, del siglo pasado este país recibió a rusos que buscaban asilo, provenientes de la recién formada URSS luego de la revolución bolchevique, alemanes en fuga como el anarquista Bruno Traven en 1924 y César Augusto Sandino en 1923.
Los años 30 y 40 del siglo XX trajeron más torbellinos de inmigrantes que escapaban de las dictaduras de todo signo en Europa (León Trotsky en 1937 llegó para morir asesinado por acá). Entre 1939 y 1942 llegaron unos 20 mil republicanos españoles (poetas, como León Felipe; escritores, como Max Aub; maestros, como Luis Rius, Amancio Bolaño e Isla y Juan Lope Blanch, pintores, actores, entre otros); en 1954, se convirtió en el destino más importante para refugiados de Guatemala (“El Dinosaurio”, Augusto “Tito” Monterroso y Luis Cardoza y Aragón cuando cayó Jorge Ubico) que escapaban de la guerra civil.
Hay más: el mismo periodo atrajo a intelectuales de Estados Unidos que huían de la persecución del macartismo (Dalton Trumbo, por ejemplo, quien trabajó con Luis Buñuel en México) así como a cubanos en los años 50 y 60, resultado, primero de la dictadura de Fulgencio Batista (Fidel Castro y “El Che” Guevara entre otros), y luego de la revolución socialista.
La década de los 70 produjo avalanchas de argentinos, chilenos y uruguayos que buscaban asilo y protección de sus respectivas dictaduras militares.
Y si Salvador Allende no se hubiera suicidado (11 de septiembre de 1973), durante el golpe de estado dado por Augusto Pinochet y los militares, seguramente habría sido asilado en nuestro país. Nueve meses antes de su muerte, durante su visita a México (de paso hacia la ONU en Nueva York) como mandatario chileno en diciembre de 1972, al pronunciar su gran discurso en la Universidad de Guadalajara, hubo de apechugar todas las pésimas noticias que le llegaban de su patria: huelgas y rebeliones contra su gobierno, así como peticiones de renuncia e injerencia extranjera para derrocarlo.
Antes de partir hubo de rechazar una entrevista casi pactada con el grupo periodístico “20 Mujeres y un Hombre” y sólo escribiría en un mensaje: “Para Veinte Mujeres que no tuve en mi vida. Lo siento”.
Allende no fue asilado en México, pero sí su esposa Hortensia Bussi y su hija Isabel, así como miles de apreciados chilenos, perseguidos por aquella dictadura.
(Más tarde, con los triunfos de las revoluciones latinoamericanas arribaría a la República Mexicana lo que sería la contraparte: los integrantes de los escuadrones de la muerte (la Mano Blanca, por ejemplo) llegarían en busca de acogida. Y la tuvieron, como en el caso del sicario impulsado por el dictador guatemalteco Romeo Lucas García, que moriría asesinado en el Estado de México. Sí, el largo brazo de la venganza lo alcanzó en territorio mexicano).
Y siguió la mata dando. Entre 1970 y 1990, México también recibió a refugiados centroamericanos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, que huían de los conflictos armados. Resaltó la llegada de alrededor de 60 mil guatemaltecos en los años 80. Al volver la paz a su país muchos de ellos retornaron en los años 90, y alrededor de 20 mil se quedaron en México como inmigrantes permanentes, muchos de los cuales se naturalizaron mexicanos gracias a las facilidades otorgadas por el gobierno para su asentamiento definitivo.
Así ha sido. El Sicremi (Sistema Continuo de Reportes Sobre Migración) de la OEA en su “Síntesis Histórica de la Migración Internacional en México” es veraz.
Asimismo, un número considerable de haitianos que huían de la represión del régimen dictatorial de Francois Duvalier (Papa Doc) y después del hijo, Jean Claude Duvalier, “Baby Doc”, encontraron refugio y seguridad en México.
Así quedó establecido en el texto “De Exiliados y Refugiados, la Historia Reciente de la Política de Asilo en México, 2000-2016” trabajo de investigación auspiciado por el partido Movimiento Ciudadano, con participación de la ACNUR.
La historia lo señala. Aunque en número más reducido, el país recibió a los dominicanos que huían después de la caída del gobierno de Juan Bosh (1963). Más tarde, en la misma década, México admitió a miles de sudamericanos que escapaban de la persecución política, cuando los regímenes constitucionales de sus respectivos países, fueron abatidos mediante golpes de estado perpetrados por las fuerzas armadas; tales fueron los casos de Bolivia (1772), Chile y Uruguay (1973) y Argentina (1976), por ejemplo.
Después, México tuvo la presencia masiva de refugiados de América Central. Los primeros en llegar fueron los nicaragüenses, quienes, en pequeños grupos, dejaban su país durante la Guerra Civil, entre los años de 1978 y 1979, sobre todo, una vez derrocada la prolongada dictadura somocista.
La segunda afluencia de centroamericanos, se constituyó por salvadoreños, que huyendo también de una guerra civil y de la represión de que eran víctimas en su país, comenzaron a llegar a la República Mexicana en el año de 1979. Un tercer flujo de refugiados de dicha zona, se integró por aproximadamente 400 guatemaltecos, que arribaron en mayo de 1981, los cuales, al igual que otras 2000 personas que llegaron en junio del mismo año, fueron deportadas casi en su totalidad por las autoridades mexicanas, días después de su llegada.
Tampoco ha sido fácil para los gobiernos mexicanos en turno porque, además, en los últimos 30 años (nos ilustra el Sicremi) también ha sido importante la migración que transita de manera irregular por territorio nacional, con el único objetivo de llegar a Estados Unidos.
“Esto tomó fuerza desde mediados de la década de los 80 como consecuencia de la agudización de los conflictos armados en Centroamérica, y se incrementó gradualmente hasta llegar a un máximo histórico estimado en unos 430 mil eventos en 2005, no obstante que se firmaron acuerdos de paz y finalizó la guerra civil en El Salvador y Guatemala, en 1992 y 1996 respectivamente”.
Previamente, a principios de los años ochenta del siglo pasado arribaron los guatemaltecos, hasta alcanzar en 1984, una cifra aproximada de 46,000 refugiados. Debido, a tales circunstancias, las autoridades mexicanas se vieron en la necesidad de aplicar toda una serie de medidas administrativas tendientes a controlar el flujo, no sólo de guatemaltecos, sino de centroamericanos en general, que seguían adentrándose en la República mexicana.
Y lo que resiste: apoya, diría Jesús Reyes Heroles. De ahí que asesinos de dictadores, perseguidos políticos de derecha e izquierda, ex guerrilleros y toda la gama de latinoamericanos que no estaban acordes con el gobierno en turno en sus naciones, así fueran dictaduras de derecha o izquierda y últimamente populismos, llegaran a México.
Eso ocurría anteriormente, pero ahora la gente ya no huye de su país por cuestiones de guerra, masacre, gobiernos déspotas, etc., en este momento salen por cuestiones de seguridad. Una de las actividades más lucrativas, antiguas y lamentables en el mundo es la Trata de Personas que afecta actualmente a entre 600 y 800 mil víctimas y que concierne en gran medida al Derecho Nacional e Internacional. Es una actividad que violenta de manera grave los derechos que son inherentes a todo ser humano y que ha pretendido ser ignorada o minimizada, convirtiéndose en la tercera fuente de ganancias ilícitas del mundo generando 32 mil millones de dólares al año, y ubicándose sólo debajo del tráfico de armas y el narcotráfico.
En el texto “De Exiliados y Refugiados…” se precisa que después de 2005 el flujo de este tipo de migrantes se había reducido sustancialmente, hasta llegar a unos 140 mil eventos estimados en 2010.
“En este proceso de migración irregular que utiliza el territorio mexicano para llegar a Estados Unidos, también participan en mucha menor cantidad, sudamericanos, caribeños, africanos y asiáticos, como parte de las redes internacionales de migración irregular y tráfico de personas”, explica.
Dice, también: “En 2010, los extranjeros retenidos en México por estar en situación migratoria irregular fueron alrededor de 70 mil; de ellos, 92% eran centroamericanos (41.4% guatemaltecos; 34.1% hondureños y 15.1% salvadoreños). El resto venía de otros países de América (4.4%), África (1.8%), Asia (1.5%), y Europa y Oceanía (0.3%) (INM, 2011)”.
Sin embargo, desde 2015 ha crecido la migración en su paso hacia Estados Unidos.
De acuerdo a la Cepal en aquel año el volumen de migrantes centroamericanos en tránsito por México fue cercano a las 420 mil personas.
El principal flujo proviene de Guatemala, El Salvador y Honduras y el tiempo que tardan para cruzar varía. Los hondureños tardan más de un mes, los salvadoreños y guatemaltecos menos de dos semanas.
Hasta julio se había contabilizado en tan sólo seis meses del 2019 un ingreso a México rumbo al vecino país de 460,000 personas.
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón ha señalado que sin necesidad de que México sea un “país seguro” para los migrantes, la estrategia actual del gobierno mexicano en la materia ha funcionado al reducirse el 56% (cifra proveniente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos) de personas que llegan a México para cruzar hacia Estados Unidos.
¿Será?