Criminales sin Mamá

Yo Campesino

*Alto Costo de la Delincuencia Para el Gobierno de Paz y Amor

Por Miguel A. Rocha Valencia

Parecería cosa menor que frente al cúmulo de muertos que deja la violencia por los negocios de las drogas, secuestro, robo, extorsión y sus anexos, donde empresas criminales se masacran por territorios, rutas y “exportación”, los gobiernos de los tres niveles deban pagar un alto costo para mantener el paz y amor decretado por el presidente López.

Costo que se hace cada vez más grande derivado de la inacción de la autoridad frente al activismo del crimen organizado, donde el río de miles de millones de pesos y dólares, hace olvidar a sus integrantes, que tienen “mamacita”. En todo caso, se las matan entre ellos.

Por eso el aumento de asesinatos, de agresiones a domicilios particulares, a las fuerzas armadas hasta en convoyes y cuarteles.

De ahí el crecimiento del número de asesinatos, heridos, víctimas de secuestro, extorsión, robo a camiones en carreteras, tráfico de personas y armas, de donde las empresas criminales obtienen miles de millones de pesos o dólares que en nada se comparan con las becas para “ninis” repartidas el Gobierno federal, más con fines de base clientelar que como estrategia para disminuir la violencia.

Por ello, la insolencia del crimen crece, se envalentona, convierte gobiernos locales legítimos en súbditos y crea ínsulas de poder impenetrables si no es con la fuerza de las armas.

Los criminales, desafían a la autoridad, la cual agacha la cerviz y hasta crea servicios paralelos para autoabastecerse como el caso de las gasolinas, donde las pipas que se compraron en Estados Unidos, hoy ya son del Plan DN3 para reparto combustible donde el crimen lo impide, en vez de atacar a esas organizaciones delincuenciales que, hoy, gozan de una impunidad nunca vista ante un gobierno que no los combate.

Y cuando lo hace, persigue a los capataces pero no a las auténticas cabezas de esas organizaciones, que no viven a salto de mata sino que despachan en oficinas corporativas donde el dinero del crimen se blanquea y se convierte en negocios lícitos en ambos lados de la frontera.

Como el caso de “El Chapo” Guzmán, de quien se disputan una fortuna inexistente, pues los cálculos por los negocios de la droga, deben aplicarse a los reales beneficiaros, a quienes comercializan y cuyas oficinas están precisamente en edificios corporativos en Estados Unidos. Allá están los auténticos varones del narcotráfico, en la mata del consumo.

 

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