Por Emilio Hill
Inicio de clases, buen momento para hacer un recuento de filmes en donde su universo de la ficción se desarrolla en la escuela. El tono va desde edulcorados y edificantes melodramas, hasta la irreverencia que desmitifica el aula. Casi desde el principio de la cinematografía el tema es fácil tentación para desarrollar un relato.
En la Época dorada de Hollywood por ejemplo, aquellos años en los que no se necesitaba de una gran producción para llenar los cines, -desde finales de los veinte con la llegada de los filmes sonoro con El Cantante de Jazz (Crosland, 1927) hasta inicio de la década de los sesenta- el caso más emblemático lo ostenta:
Adiós, Mr. Chips (Sam Wodd, 1939). La película preparaba el ambiente social para la Segunda guerra mundial. La carga ideológica es evidente y la dedicación que un hombre, el mentado Mr. Chips (Robert Donat), entrega a su vida docente, es mero pretexto para sensibilizar al público sobre los tiempos que se avecinaban.
Ya retirado, un profesor debe suplir a varios colegas debido a que se han enrolado como soldados en la primera guerra mundial. Le toca enterarse también de la muerte de muchos de sus alumnos.
Edificante hasta decir basta, el largometraje tuvo varias nominaciones al Oscar, entre las que destacó la de Mejor película. Le ganó Lo que el Viento se Llevó (Fleming, 1939), que se adjudicó también el triunfo en la categoría de dirección. Lo curioso es que el famoso filme protagonizado por Vivien Leight y Clark Gable, tuvo como director no acreditado también a Wodd.
Pero Adiós, Mr. Chips no se fue con las manos vacías, ya que Robert Donat, el protagonista, ganó en la categoría de mejor actor. La película es para un público simple y de lágrima fácil y de algún modo está en el tono de los temas edificantes que ponía de moda Frank Capra.
Algunos años después, el tema del aula y el magisterio eran vistos por el cine desde una perspectiva menos idílica:
Al maestro con cariño (James Clavell, 1967). El filme protagonizado por el actor afroamericano Sidney Poitier y de producción británica, contaba las desventuras de un ingeniero desempleado que debe tomar la plaza de maestro en una preparatoria londinense donde estudian un grupo de rufiancillos que le hacen ver su suerte.
Por supuesto, el tono meloso de la obra en su conjunto hizo que tuviera críticas que la elogiaban y otras que de plano la hacían pedazos. Poco importó esto último ya que fue un éxito en taquilla. Algo contribuyó la cantante Lulú, quien era parte estelar de la banda sonora con To Sir, With Love. La interprete, algunos años después, en 1974, cantaría la pegajosa canción El Hombre con el Revólver de Oro, para el filme del mismo nombre de la saga Bond.
Pero no siempre el tono es edificante. Hay filmes que en general, con fortuna, se han dedicado a desmitificar el tema del aula. El asunto sobre todo se ha desarrollado en comedias de las llamadas National Lampoon Movies:
Animal House (John Landis, 1978). El término National Lampoon, se deriva en un principio de una revista norteamericana que satirizaba su forma de vida. Los filmes más famosos son aquellos dedicados a la familia Griswold en sus intentos por ir de vacaciones. Pero dentro de este sub género de comedia cabe también la vida en la secundaria o la universidad.
Animal House tuvo como uno de los actores centrales al mítico y desaparecido John Belushi. Un grupo de desadaptados universitarios van a romper la tradición de una Fraternidad con base al puro desorden. La película sigue la línea de un humor muy norteamericano. Puede parecer para el resto del mundo incluso algo soez, pero guarda mucho de la cultura e idiosincrasia estadounidense.
Porky’s (Bob Clark, 1981), La Venganza de los Nerds (Kanew, 1984), van por el tono de Animal House. Se caracterizan entre otras cosas, por un humor de sexualidad explícita. Forman parte de la cultura popular de los ochenta.
En realidad, no todas las comedias que se desarrollan en el aula tenían la picardía sexual de los anteriores filmes. El género se puso de moda y para muestra:
Regreso a la Escuela (Alan Metter, 1986). Protagonizada por el comediante Rodney Dangefield en el papel de un padre de familia que se inscribe en la misma universidad que su hijo para vivir experiencias que no había tenido en su momento, fue un verdadero éxito de taquilla y de formatos BETA y VHS, que en aquellos años eran los que se manejaban.
El filme forma parte de la cultura del referente, al grado que lo parodia un episodio de los Simpson. Dio una importante oportunidad de popularidad a Dangerfield.
El resultado es bobón, pero es el tipo de humor que se manejaba en la época. Y por supuesto más atractivo verla que hacer la tarea.