Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
El objetivo primordial de cualquier sistema de pensiones debe ser prevenir la pobreza en la vejez. Cualquier reforma que se plantee debe tener este objetivo como punto de partida a fin de no perder el horizonte, ni enfrascarse en discusiones de carácter ideológico que desvíe la atención de lo verdaderamente importante, el bienestar de los pensionados.
El párrafo anterior forma parte del texto titulado “Principios que deben guiar las reformas de segunda generación de los sistemas de pensiones” de la serie Notas de Pensiones, de julio de 2019, publicada por la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP).
El texto es un resumen de los trabajos presentados en el Seminario Internacional de Pensiones, organizado por la Federación y en que se discutieron las reformas a los sistemas de pensiones y los elementos centrales que deben de guiar las modificaciones.
Como parte de los cambios realizados en la presente administración, y luego de su aprobación en el poder legislativo, a partir de enero del 2020 el dinero para el retiro de los trabajadores, que administran las Afore, ya no serán depositados en las Siefores, ahora irán a los Fondos Generacionales.
Hasta el último mes de este año los recursos de los trabajadores seguirán invirtiéndose a través de las cinco Siefore, cuatro de ellas en función de la edad y la quinta para quienes están en proceso de jubilación.
A partir de enero del 2020 desaparecerán las Siefores, los ahorros del trabajador serán asignados, de acuerdo con su fecha de nacimiento, a un solo fondo mismo del que no se moverá hasta que se retire.
Lo anterior hace sencilla la asignación y no habrá cambios, como ahora sucede de fondo a fondo, se concentrará solo en uno.
Inicialmente se presentarán 10 alternativas, mismas a las que ingresará la cuenta del trabajador según su edad, luego la cartera irá transformándose hacía inversiones más estables conforme quienes estén en el fondo tengan más edad y evitar un riesgo en su inversión.
La intención de este cambio es fomentar el diseño de una estrategia de inversión a largo plazo por parte de las Administradoras que se adecúe a la evolución del perfil de riesgo-rendimiento de los trabajadores durante su vida laboral, además de mayores rendimientos para los ahorros y por ende mejores pensiones.
Debido a que cada Afore le dará un enfoque diferente a los fondos generacionales, seguirá siendo necesario evaluar las administradoras para ver cuál otorga el mejor rendimiento y está de acuerdo al perfil del trabajador.
La transformación de la figura de sociedades de inversión a fondos de inversión especializados en materia de retiro no puede ser considerada como una reforma al sistema de pensiones, toda vez que no busca modificar los parámetros del sistema, como la edad de jubilación o la tasa de cotización obligatoria para la cuenta individual, sino ampliar las opciones de las inversiones que realizan las Afore y con ello incrementar los rendimientos que ofrecen a los trabajadores.
Sin duda, es un paso trascendente en la búsqueda de mejorar la tasa de remplazo, misma que ahora equivale al 25 por ciento del último sueldo, por debajo de la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo, la cual indica que una pensión adecuada debiese alcanzar como mínimo 40 por ciento de los ingresos del trabajador.
Aunque el cambio parece bueno, es importante no generar expectativas en la población, pues no obstante la modificación las pensiones seguirán siendo bajas para quienes se jubilarán en los próximos cinco años, pues no contarán con el tiempo suficiente para incrementar su pensión, a menos que tengan un ahorro voluntario muy alto.
Se espera que la mayor transformación en el sistema de pensiones mexicano se realice a la mitad de la presente administración, cuando se incremente la edad para el retiro y se eleven las aportaciones, será en este momento cuando se dé un gran paso en favor del bienestar de los jubilados.