*Persistencia de los Dislocamientos Estructurales
*Tres Hipótesis del Caso y el Argumento Respectivo
*Incapacidad de Organizar un Proceso Interno Aseado
*Posible que Deje de ser un Partido Nacional
Por Ezequiel Gaytán
La renuncia del doctor José Narro Robles a ser candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su salida del partido aunada a la salida de Beatriz Pagés son manifestación de que en ese instituto político aún persisten los dislocamientos estructurales ante la derrota electoral del año pasado y mi lectura es que no han definido hasta el momento su estrategia para recuperar el poder.
No digo que el PRI está en crisis, lo que digo es que pienso en al menos tres hipótesis por las cuales aún no hace pública una postura consistente, ideológicamente formal y programáticamente seria y realista que lo sitúe como una opción con cualidades distintivas como oposición ante el actual gobierno. La primera hipótesis es que ese partido, en el que cabían izquierdas y derechas moderadas, hasta 1982, decidió renunciar al nacionalismo revolucionario y a la inclusión de jóvenes; la segunda es que no aprendió a ser oposición durante doce años de panismo y cuando recuperaron el poder en 2012 los priistas leyeron que la sociedad los extrañaba y, aunque de alguna manera es cierto, la realidad es que ganó el carismático Peña; la tercera hipótesis es que el priismo vendió al actual gobierno una actitud “agachista” a cambio de que la administración actual no persiga a quienes, en la voz popular, se enriquecieron cínicamente.
Construyo mis hipótesis bajo los siguientes argumentos. La primera es que durante la gestión del presidente Miguel de la Madrid renunciaron al PRI figuras emblemáticas de la izquierda como Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez. Quienes posteriormente crearían el Partido de la Revolución Democrática (PRD). La segunda la sustento mediante el argumento de que al ser oposición en el año 2000 mantuvieron en su plataforma ideológica su visión neoliberal global de la economía, abandonaron las estructuras municipales y seccionales, los gobernadores se convirtieron en señores feudales (antes eran virreyes) y en la cúpula se enmarañó un grupo que envejecía y que no diseñó una estrategia de transición a la juventud desde sus bases. Cabe destacar aquí que a lo que se llamó el nuevo PRI eran burócratas de las administraciones estatales que no tenían méritos de campañas electorales. La tercera hipótesis es la más de difícil de construir y argumentar debido a que no han salido a la luz pública los acuerdos entre la gestión saliente y la entrante, pero si recurrimos al método inductivo, nos lleva a la tesis de que, salvo algunas excepciones como Beatriz Paredes, la mayor parte de los diputados y senadores del PRI no se han distinguido por subir a la tribuna a defender los intereses que le dieron razón de ser y que son los elementos fundacionales que lo sostuvieron en el poder por décadas. Aún más, su actual Comité Ejecutivo Nacional demostró ser incapaz de organizar un proceso electoral interno de manera aseada.
Me parece que el PRI podrá sostenerse de aquí al 2024 gracias a que es un partido con fortalezas en algunas entidades de la República, pero ya no será, ortodoxamente, un partido nacional. De ahí que habrán de defender con sus escasos recursos sus territorialidades como el Estado de México o Campeche, lo cual se reflejará en que tendrá limitada presencia en el Poder Legislativo, con la oportunidad de que si recuperan una línea ideológica nacionalista y un programa de gobierno realista, deseable y posible podrán estructurar una oposición inteligente que haga ruido y genere eco entre los grupos sociales inconformes. También deben definir reglas claras de operación en materia de sus procesos internos electorales, de no hacerlo seguirán mandando señales al electorado de que incluso entre ellos se hacen trampa. Otro asunto que deben hacer ya es romper con el pacto Peña-López Obrador que aunque las partes niegan su existencia, es clara su presencia por el método inductivo y arriba aludido. Además, deben promover a jóvenes, pues el promedio de los actuales contendientes, excluyendo al campechano Alejandro Moreno, es superior a los 60 años.
El partido Morena hará todo lo posible por seguir siendo mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en el año 2021 y queda claro que los partidos del Trabajo y el Verde serán sus comparsas a fin de cuidar las formas y decirnos a la sociedad que aun vivimos en un sistema de partidos. Todo indica que el PRD perderá su registro y que Acción Nacional, el PRI y Movimiento Ciudadano serán la oposición. Respecto a la parte estatal faltan cerca de 28 elecciones a gubernaturas este sexenio y ahí se podrá observar y analizar la fortaleza que aún tiene el Revolucionario Institucional.
Su actual dirigencia ha demostrado actitudes tímidas y posiciones temerosas ante las decisiones de la actual administración. No parece un partido de oposición, ni de crítica, ni de propuestas. No señala pifias discursivas y calla ante graves decisiones gubernamentales. De ahí que tal vez valga la pena que su instituto de capacitación política inicie cursos de historia e ideología fundacional del PRI.