Por Itzel Toledo García
Hace casi un siglo, el 28 de junio de 1919, los representantes de los Aliados y Alemania firmaron el Tratado de Versalles. En el marco de la Conferencia de Paz de París las negociaciones duraron alrededor de seis meses y fueron realizadas por los Aliados, principalmente por el francés Georges Clémenceau, el británico Lloyd George, el estadounidense Woodrow Wilson y el italiano Vittorio Emanuele Orlando. También en la capital francesa se prepararon los tratados de Saint-Germain-en-Laye con Austria (19 de septiembre de 1919), de Neuilly con Bulgaria (27 de noviembre de 1919), de Trianon con Hungría (16 de noviembre de 1919) y de Sèvres con Turquía (10 de agosto de 1920).
El Tratado de Versalles estableció que Alemania y sus aliados tenían la responsabilidad moral y material de la Primera Guerra Mundial. Alemania debía desarmarse, disminuir su ejército, pagar indemnizaciones y experimentar una pérdida territorial (68,000 km2 pasaron a Francia, Bélgica, Polonia y Dinamarca mientras que las posesiones imperiales fueron divididas entre las potencias europeas). Este tratado fue una de las semillas del conflicto al interior de Alemania: los socialdemócratas fueron acusados por los conservadores y el nazismo de haber firmado en Versalles algo que se veía como un castigo exagerado para el territorio, la economía y el pueblo alemán. Por lo mismo, este tratado se ha visto como una de las razones que desataron la Segunda Guerra Mundial.
También debe recordarse que como parte del Tratado de Versalles se redactó el Pacto de la Sociedad de Naciones (League of Nations en inglés y Société des Nations en francés) con la idea de establecer un organismo internacional que evitara nuevas guerras. Ya a lo largo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) surgieron propuestas en Reino Unido, Francia y Estados Unidos para la creación de una organización mundial que asegurara la paz una vez se terminara el conflicto armado. Grupos formados por políticos e intelectuales promovieron la creación de una organización que asegurara la cooperación internacional a través del arbitraje y procesos de conciliación con el propósito de lograr la paz mundial, donde las potencias europeas y estadounidense tendrían un papel importante para guiar las relaciones internacionales.
Si bien varias de las discusiones se enfocaron en torno a la generalización del derecho internacional, al final el proyecto fue más bien político e incentivó la cooperación. El Pacto de la Sociedad incluyó a las grandes potencias vencedoras, a los países que participaron como Aliados en la Primera Guerra Mundial, así como a los nuevos países europeos y a la mayoría de países de América Latina. En total había 42 países miembros desde la fundación en 1919 (un tercio eran los latinoamericanos) y los países no incluidos en el Pacto podían solicitar su ingreso.
De esta forma en 1919 ocurrió una reconfiguración de la política internacional, se acabó con la política de alianzas que buscaba lograr un equilibrio de poder como la que había sido impulsada por el canciller Otto von Bismarck y se pasó a una política que incentivaba la cooperación para la defensa mutua de la independencia política y la integridad territorial a través del establecimiento de la Sociedad de Naciones. Se daría preferencia a la diplomacia abierta, la difusión de la democracia y se consideraba que la opinión pública jugaría un importante papel como policía moral internacional.
Sin embargo, esta primera organización internacional no tuvo el poder necesario para frenar conflictos internacionales y más bien se enfocó en que se aplicaran los tratados de paz negociados en la Conferencia de Paz de París y en resolver conflictos intra-europeos. La Sociedad de Naciones nunca contó con la participación estadounidense y si bien poco a poco fueron ingresando países como Alemania (1926), México (1931) y la Unión Soviética (1934), el aumento del fascismo llevó al retiro de Alemania y Japón en 1933, de Italia en 1936 y de la Unión Soviética en 1939. Como sabemos, este organismo internacional no logró frenar un nuevo conflicto mundial: la Segunda Guerra Mundial. La Sociedad de Naciones fue disuelta en 1946 cuando se estableció la Organización de Naciones Unidas que ha fortalecido la cooperación internacional y hasta la fecha ha logrado evitar otro conflicto mundial.
En conclusión, el Tratado de Versalles de 1919 puede ser visto como una de las semillas de la Segunda Guerra Mundial, pero al incluir el Pacto de la Sociedad de Naciones también debe reconocerse como base para la cooperación internacional. 1919 marca el comienzo para el establecimiento y fortalecimiento de organizaciones que intentan reformar la política internacional al incluir a países de varias regiones del mundo y promover la cooperación política, económica y cultural. Sin embargo, aunque se trata de proyectos incluyentes lo cierto es que las potencias siguen teniendo mucho más poder de decisión.
Fuentes:
Domínguez Benito, Héctor, “<<El mundo necesita otro Grocio>>: el desencuentro entre derecho y política en el intercambio de proyectos para la constitución de una Sociedad de Naciones”, Revista de Estudios Políticos, 176, 2017, pp. 223-251.
Herrera León, Fabián, México en la Sociedad de Naciones, 1931-1940, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2014.
Neila Hernández, José Luis, La Sociedad de Naciones, Madrid, Arco Libros, 1997.
Rojas, Diana Marcela, “La historia y las relaciones internacionales: de la historia inter-nacional a la historia global”, Historia Crítica, 27, 2005, pp. 153-167.
Villanueva Lira, José Ricardo, “1919: ¿La fundación de la disciplina de las Relaciones Internacionales?”, Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, 125, 2016, PP. 11-34.